El papa Francisco dio ayer un nuevo paso al frente en sus aspiraciones ambientalistas al convocar para 2019 un Sínodo mundial dedicado específicamente a la Amazonia, el más grande “pulmón verde” del planeta y uno de los más amenazados a causa de la deforestación.A nadie debería dejar dudas la lucha en defensa de la naturaleza que inició Bergoglio desde el inicio de su Pontificado, plasmado de hecho en su Encíclica “Laudato Si” hace ya casi dos años y medio.Sin embargo, tal vez sus palabras no parezcan del todo sopesadas -algo, por otra parte, bastante inverosímil conociendo la precisión de lenguaje y mensaje que caracterizan al Papa- y abran una nueva puerta a la polémica con los detractores o “poco amigos” de la Iglesia católica.“El objetivo principal de esta convocatoria es encontrar nuevos caminos para la evangelización de aquella porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, también a causa de la crisis de la selva amazónica, pulmón de capital importancia para nuestro planeta”, dijo Francisco este domingo en el Vaticano.La alusión a la “evangelización de los indígenas” hizo “ruido” apenas tres días después de la conmemoración del 12 de octubre, día de reflexión sobre los derechos de los pueblos originarios en coincidencia con el desembarco “blanco” en el continente americano en 1492, que dio lugar durante siglos a todo tipo de agresiones, sometimientos y expolios en nombre del Dios católico.Cabe esperar que se trate apenas de un inesperado “fallido” del Papa y que el verdadero núcleo de su mensaje sea el segundo: la necesidad de sostener la selva amazónica como un “pulmón” planetario, no solo para el bienestar (cuando no la simple supervivencia) de las poblaciones indígenas que la habitan, sino para el porvenir de la humanidad toda. Y cabe esperar también que, más allá de las palabras, los hechos acompañen tanto puertas adentro de la Iglesia como afuera de ella.
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