El índice está pensado en el marco de la agenda 2030 de las Naciones Unidas, que intenta definir las potencialidades y carencias en términos de desarrollo económico en las distintas regiones, atendiendo a los requerimientos de la tendencia del crecimiento a nivel global, en la que la economía se piensa invariablemente en estrecha relación con la problemática ambiental y social. El desarrollo económico del país que se transparentó mediante la atención prioritaria a las tres variables indicadas, no deparó sorpresas ya que ratificó asimetrías entre regiones que tienen detrás una larga historia. En ese contexto, el ranking coloca en una situación muy crítica a la mayoría de las provincias del NEA-NOA. Estas comparten características similares entre las que se cuentan “bajos niveles de desarrollo económico reflejados en muy bajos niveles de ingreso per cápita, y bajos porcentajes de fuerza de trabajo con altos niveles de educación y calificación”. Un detalle a retener en el trabajo de Naciones Unidas, empero, es que al plantear las metas de crecimiento a mediano y largo plazo en una región, concede un rol preponderante al capital humano. “El crecimiento de una economía nacional, regional o provincial depende de su capacidad de generar progreso tecnológico y para eso hacen falta no solamente inversiones en ciencia y tecnología sino también una fuerza de trabajo capaz de traducir esas inversiones en incremento a la productividad”, subraya el informe. Es para destacar que Misiones aparece en el onceavo puesto detrás de las diez mejores ubicadas, entre ellas la ciudad de Buenos Aires y varias provincias patagónicas, aunque es notorio que en algunos indicadores centrales, como ingresos e inclusión social, la situación está lejos de ser la ideal y falta mucho por hacer.
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