Señora Directora: En el afianzamiento de un modelo de Estado de reforzamiento del aparato represivo, resulta llamativo y hasta increíble que, en materia delictiva, se plantee la vuelta a la “propuesta Blumberg” tendiente a endurecer penas y responsabilidades, al plantear la imputabilidad de los adolescentes desde los 14 años. Valiéndose para ello de un justificado reclamo de justicia de los vecinos del barrio porteño de Flores por el homicidio de un menor en manos de otro de 15 años, en un intento de robo, y más hechos criminales ocurridos allí en las últimas semanas, así como otros que tuvieron a niños y adolescentes como actores.Esa “propuesta Blumberg” ya mostró su inutilidad porque muy poco contribuyó en acotar la inseguridad, a la vez que generó una enorme confusión en materia jurídica, superponiendo normas y agravando penas de delitos menores por sobre otros de mayor envergadura. Más grave aun en razón de la vigencia de un Código Penal centenario que ya había sido infinitas veces modificado y que cada vez se desfiguraba más como marco normativo.Ello ocurrió tras el secuestro y asesinato del joven Axel Blumberg, hace doce años, cuando su padre Juan Carlos Blumberg inició una intensiva campaña para agravar las penas de ciertos delitos y logró un amplio respaldo ciudadano y de medios de comunicación. Forzó entonces a una respuesta política, sobre todo parlamentaria, que llevó a la sanción de una multiplicidad de leyes punitivas más drásticas en ese sentido, pero que, en los hechos y a la larga, demostraron absoluta inutilidad para lograr el propósito perseguido. Sobre todo porque produjo muy pocos cambios en unos de sus principales actores: el Poder Judicial, que mantuvo su indiferente parsimonia; a la vez que el gobierno no hizo lo suficiente para modificar de raíz una realidad social (menos aún, la educativa) generadora de injusticia e inseguridad. Aunque si aplicó algunos paliativos con ese propósito –ahora en revisión o reducción–, fueron insuficientes para corregir un entramado social enormemente dañado tras casi veinte años de dictadura cívico-militar, primero, y de neoliberalismo extremo, después; así como no se animó a adoptar otras decisiones más radicales para destruir esa inequidad.Entiendo –y ésta es una opinión muy personal– que lo que ahora se plantea no es una solución, sino una respuesta política oportunista al reclamo de mayor seguridad de algunos sectores, ya que si no hay profundos cambios en lo social, en primer término, y en lo judicial, luego, de nada servirán leyes más severas. Si no se asumen correctivos que brinden mayor equidad social y no se aplican las normas existentes (o a sancionar) en nada modificará esta realidad disgustante.De aquella época, la del “fenómeno Blumberg”, donde también se planteó la necesidad de bajar la edad de imputabilidad, recuerdo a la fallecida ministra de la Corte Suprema de Justicia, Carmen Argibay, cuando se opuso firmemente a cualquier decisión en ese sentido. “Con esta lógica, terminaremos juzgando a un bebé porque le sacó el chupete a otro; la Justicia no está para eso”, dijo, categórica en su rechazo.No coincido con el renacido propósito gubernamental de reducir la edad de imputabilidad. Aunque desconozco la respuesta para los hechos ya ocurridos –comprendo la furia de familiares y vecinos–, creo la problemática tiene otras soluciones y no pasa precisamente por poblar o abrir nuevas cárceles de menores.
Discussion about this post