Tiernos inocentes, tercer grado de la primaria, escuela religiosa, una compañerita le preguntó a Marta, nuestra maestra – Señorita ¿qué pasa si alguien quiere cambiarse de religión? – Ella respondió y nos convenció: -¡Eso está mal, no le va gustar nada a Dios! Hoy esto puede hacer pensar que en cada aspecto de la vida todo se trata de una cuestión de fe, de creer en lo que no se ve, o de ver algo que en realidad no es. Confiar, tener esperanza, proyectarnos hacia un mejor futuro. Pero si lo analizamos con frialdad, distancia y objetividad científica veremos que mucho de lo que nos dijeron y nos dicen es un gran relato para mantenernos enfocados en lo bueno del viaje, aunque el conductor se haya salido del camino y nos conduzca a la nada, o ya andemos buscando ayuda en medio del desierto.El disparador de esta nota es una cuestión política, pero que tiene mucho de religión, de creer en lo que nos dicen los curas, pastores, rabinos, imanes y ayatollahs de la Babel del Río de la Plata. La exclusión de Argentina en los resultados trianuales de las pruebas Pisa 2015 provocó un escándalo educativo que en realidad sorprende a pocos. Según la última evaluación del 2012, el 53,6% de los chicos de quince años no superaba el nivel mínimo de lectura. El 50,9% no entendía ciencia y el 66,5% no podía resolver cálculos matemáticos. Todo eso luego de doce años de un gobierno que con la sanción de la ley de Financiamiento Educativo en el año 2005, estableció un incremento progresivo de la inversión en educación que llegó al 6% del Producto Bruto Interno (PBI).En octubre de 2015, el Ministerio de Educación que conducía Alberto Sileoni, informaba que durante el kirchnerismo se llevó a cabo la ejecución de infraestructura escolar más importante de la historia del país, que terminó 1.824 establecimientos educativos y que proyectaba para ese año la finalización de 2.250 nuevas escuelas. Con tamaña inversión el razonamiento más simple que se puede hacer es ¿por qué entonces el nivel educativo cayó tanto? Es que una cosa son los ladrillos y otra distinta son las políticas educativas. La respuesta automática de algunos docentes que simpatizan con el gobierno anterior fue la de directamente desacreditar el sistema evaluatorio de las pruebas Pisa, porque “no sirve compararse” con un ranking que hoy ya mide a 70 países. Dicen que se debería hacer una evaluación local y debatir aquí si nuestros alumnos aprenden lo que se les enseña. O sea que, con esa lógica, un chico argentino de quince años no puede hacer un razonamiento sobre peces, aves, meteoritos o cálculos matemáticos como lo hace un alumno de Perú o Chile porque por estos lares las leyes de la naturaleza son distintas. Ok, cerremos todo y llevemos a Argentina hacia la dimensión paralela. Recordemos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) optó por no incluirnos debido a una considerable merma en la cantidad de instituciones que fueron evaluadas respecto a la última medición de 2012. Textualmente afirmaron: “La muestra es demasiado pequeña para garantizar la comparación”. El director de Educación y Habilidades de la Ocde, Andreas Schleicher, en una entrevista con un medio nacional, advirtió “no podemos descartar la posibilidad de que los resultados para la Argentina hayan sido afectados. Es imposible saber, sin embargo, en qué dirección son afectados”. El requisito número uno, la cantidad de escuelas, ya estaba viciado. El exministro Sileoni fue consultado respecto a la exclusión de Argentina según la evaluación de 2015 y sostuvo: “Tuve una comunicación personal con la máxima autoridad de Pisa en julio de este año, le di todas las explicaciones, las reconoció, me dijo que no había razones para no publicar los resultados. También tenemos documentación que acredita que las actuales autoridades (Educación de la Nación) hicieron lo posible para que estos resultados no se publicaran”. El ministro de Educación, Esteban Bullrich, lo desmintió en la conferencia de prensa en la que anunciaba la decisión de la Organización. “No es así, de hecho hemos trabajado con la Ocde para que no se terminara de ocultar del todo a la Argentina del informe, de manera que al menos hemos logrado que los resultados se publiquen por separado y no en el ranking porque no son comparables”. El actual ministro culpó a lo sucedido con la “falta de compromiso con las estadísticas y la verdad” del kirchnerismo. Sin embargo los desligó de una intencionalidad y manipulación para que la prueba de 2015 les diera mejor que en los resultados de 2012. “No hubo animosidad, lo que ocurrió es que había que mandar información de 13.280 escuelas, y de esa muestra faltaron 3.096 establecimientos. Fue incompetencia. Está claro que la muestra no es comparable” y por eso no fue descartada en la comparación hecha por la Ocde y sus organismos. “Hubo poco apego al compromiso y las estadísticas, porque técnicamente el error es grave” dijo Bullrich. Pero Sileoni aclaró respecto al “error”: “Mandamos menos escuelas (que en 2012) porque hubo escuelas que ya no existen más. Esa es la explicación. En el país hubo escuelas que se fundieron en otras. Esas explicaciones se las dimos a Pisa. Aquellas escuelas que faltan no son una merma selectiva. Hubo una merma de estudiantes, pero de ningún modo hubo sospecha de manipulación”.Esta explicación es dificultosa de entender ya que si hubo una merma de escuelas debido a la fusión de establecimientos, se supone que eso no debería afectar a la cantidad de alumnos. Los que estaban en dos colegios pasaron a formar parte de uno. Sabemos que la alarma sonó cuando faltaban más de 3.000 instituciones para la muestra Pisa, pero con las explicaciones del caso hechas por Sileoni, y “aceptadas” por los organismos de la Ocde que realizaron las pruebas, es obvio que por sobre todo tomaron en cuenta la cantidad de estudiantes, no evalúan ladrillos. Sin embargo el exministro reconoció que en la evaluación de 2015 eran menos los “pibes y pibas” de quince años que entraron a las Pisa. Entonces lo que pudo haber pasado es que hubo deserción escolar y no había de donde sacar adolescentes para que “cuadraran” en el sistema evaluatorio. Tal vez estaban con los docentes en las escuelas de la “cuarta dimensión”. Grieta educativaSi antes se podía sentir el latir del mundo a través de los medios, ahora también lo palpamos en las redes sociales. Esta polémica respecto a la educación otra vez hizo saltar borbotones de lava de la grieta. Por tomar sólo un caso, desde Twitter, el exjefe de Gabinete, Aníbal Fernández, acusó al “Gobierno macrista” de operar ante la Ocde para desacreditar al Gobierno “nacional y popular” ya que el informe Pisa 2015 “daba bien” y no se
condecía con “la pesada herencia” del kirchnerismo. Miles de retuits y me gusta de simpatizantes K viralizaron los posteos de quien se defiende y dice que no es “la morsa”. Del otro lado, los que adhieren a Cambiemos o al menos nada quieren saber con el populismo K, hicieron lo propio con citas periodísticas y enlaces de portales de noticias que hablaban de las mentiras estadísticas del gobierno anterior, ya que como con el Indec, sostenían que también intentaron dibujar el muestreo de las Pisa, porque los números del 2015 iban a ser peores que los del 2012. Muy pocos se detienen a analizar quién dice la verdad. Simplemente se trata de dejarse llevar por la corriente, y con fe ciega acatar lo que nos dicen según la “Iglesia” a la que pertenezcan. Son posturas dogmáticas, no se discute ni se duda, al fin y al cabo de eso se tratan las religiones, so pena de ser excluidos del credo y arder en el infierno religioso o político. Bah, es lo mismo. Esta semana el papa Francisco advirtió sobre los medios que hacen “carpetazos”, difaman, desinforman y buscan siempre el escándalo. “Una cosa que puede hacer mucho daño en los medios de comunicación es la desinformación. Es decir, frente a cualquier situación decir una parte de la verdad y no la otra. ¡No! Eso es desinformar. Porque vos, al televidente, le das la mitad de la verdad. Y por tanto no puede hacer un juicio serio sobre la verdad completa. La desinformación es probablemente el daño más grande que puede hacer un medio. Porque orienta la opinión en una dirección, quitando la otra parte de la verdad”. Dijo también que los medios deberían evitar caer en la coprofilia, emitir “mierda noticiosa” para que la gente la consuma. Y desde el Vaticano volvemos a lo que hablábamos al comienzo. Desde ambos lados de la grieta nadie pierde la fe. “Macri se va ir en el helicóptero”; “Va volver Cristina a gobernarnos”. O “Nunca más el kirchnerismo ni el peronismo”; “Macri es el hombre que va a dar el giro del progreso a toda la Argentina”. Creo que sólo resta decir que no importa en quiénes creamos, aunque los argentinos hablen en varios idiomas y todo suene a una cacofonía política, si de verdad los gobiernos no hacen algo para que los pibes aprendan en serio, en 20 años nos vamos todos para abajo. Porque hoy el futuro de muchos estudiantes ya se está cocinando en el caldero del diablo. Colaboración:Lic. Hernán Centurión
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