Es un buen trabajo, es aburrido, esa mujer es delgada, ese hombre es gordo, no servís para hacer esas cosas, sos capaz de realizarlo, nosotros somos así, es difícil, es fácil, está bien, está mal, todos los hombres son iguales, las mujeres son iguales”. Todas estas frases son opiniones, también conocidas como juicios que se originan en la persona que las emite.Los juicios NO son afirmaciones y más que hablar de lo observado, habla de nosotros mismos y de la forma en que observamos el mundo, puesto que delata los valores con los que vivimos, nuestra moral, nuestra historia y por sobre todo quiénes somos o sentimos que somos como personas. Ya lo decía Nietzsche: "Toda idea es dicha por alguien, que al emitirla revela quién es".Es cierto que vivimos atravesados por juicios a diario y que estamos constantemente emitiendo y recibiendo opiniones las cuales pueden ser verdaderas o falsas, fundadas o infundadas, pero que tienen una característica en común todas: crean realidades, posibilidades, o limitaciones tanto para quien las emite como para quien las recibe, y en este sentido todos somos responsables. Un filósofo reconocido alguna vez contó: Un día un discípulo se acerca a su maestro y le dice: – Maestro, me han contado una cosa muy fea sobre ti y el maestro le responde: – Antes que me lo digas, ¿la pasaste por los tres filtros? – ¿Qué tres filtros? – Primero el filtro de la verdad ¿es verdad lo que me vas a decir? – No, me lo contó alguien que lo escuchó de otra persona. – Segundo: ¿lo que me vas a contar es contributivo?, ¿me puede servir para mejorar algo de mi vida? – No, al contrario. – Tercero: ¿Es necesario que me lo digas? -Creo que no maestro. – Entonces si no es verdad, no es contributivo y tampoco es necesario que me lo digas sepultémoslo en el olvido…Colabora: Natalia de las Nieves Terapeuta MotivacionalEn Facebook: Rincon de Luz y Bienestar154366593




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