El Vaticano siempre ha sido un lugar prácticamente exclusivo para varones. Salvo contadísimas excepciones, la Historia de aquel santo lugar ha sido escrita en su mayoría por hombres, aunque no podemos obviar (tal y como os he explicado en otras ocasiones en este blog) algunos relatos muy concretos en los que han estado muy relacionadas algunas mujeres y la Santa Sede.Historias como el poder que ejercieron una madre e hija durante el período conocido como ‘pornocracia’ o el relato sobre la leyenda de la papisa Juana fueron publicados tiempo atrás en este Cuaderno de Historias, pero son relatos muy aislados en un mundo (el de la Curia Romana) que ha estado protagonizado y controlado por una inmensa mayoría de hombres.Un gran número de estos han recibido sepultura en la propia Basílica de San Pedro, pero, curiosamente, entre todos esos insignes hombres de la iglesia podemos encontrarnos a cuatro mujeres que, sin haber pertenecido a ninguna orden religiosa, sus restos mortales descansan allí. Se trata de las reinas Carlota de Chipre y Cristina de Suecia, la noble Matilde de Canossa y la princesa María Clementina Sobieska.Cuatro mujeres muy diferentes entre sí y que vivieron en épocas muy distintas, pero que consiguieron el privilegio de ser enterradas en un lugar majestuoso y junto a los más distinguidos papas.Hasta el día de hoy, al último pontífice al que se le ha dado sepultura dentro de la Basílica de San Pedro ha sido Juan Pablo II, en el año 2008. Los restos mortales del carismático papa Wojty?a, que estuvo al frente de la Iglesia Católica a lo largo de 27 años, descansan entre las tumbas de las reinas Carlota de Chipre y Cristina de Suecia.En el siglo XV, Carlota se ganó ese privilegiado puesto después de haber sido expulsada del trono de su país por su propio hermanastro y llegar a Roma, donde entabló una excelente relación con Sixto IV y su sucesor Inocencio VIII, siendo éste último el que pagó el fastuoso funeral de la que había sido reina de Chipre.Posiblemente, de las cuatro mujeres cuyas sepulturas se encuentran en el Vaticano, la reina Cristina de Suecia es la más conocida. Muchos sabrán de ella a través de los libros de Historia, pero, sin lugar a dudas, la mayoría de personas la conocerán gracias a la magnífica interpretación que hizo de su vida, en 1933, la actriz Greta Garbo.La reina Cristina de Suecia destacó por su gran intelectualidad y su interés por la cultura, en una época (siglo XVII) en la que ésta no estaba al alcance de todo el mundo y ella trató de fomentarla al máximo entre los súbditos de su reinado. Nacida como protestante (la religión heredada por su saga familiar) se convirtió al catolicismo tras una serie de profundos cambios personales, que pasaron por la abdicación a la corona.Tras su cambio de fe se trasladó a vivir a Roma y, como nota anecdótica, cabe destacar las múltiples donaciones de joyas, oro y dinero que fue realizando a las diferentes iglesias que fue encontrándose por el camino hasta su llegada a la ‘Ciudad eterna’. Su magnífica relación con los diferentes papas que fueron ocupando el Trono de San Pedro a lo largo de los siguientes 40 años de su vida y su más que formidable y leal amistad con el cardenal Azzolino, la llevaron a ser poseedora del privilegio de ser sepultada en San Pedro del Vaticano.Otra de las privilegiadas allí enterradas es María Clementina Sobieska, princesa polaca y una de las más ricas herederas europeas del siglo XVIII. Sus generosas aportaciones económicas a la iglesia y el incondicional apoyo al papa Clemente XII, fue lo que le otorgó el exclusivo derecho de recibir un entierro de Estado y tener una sepultura en tan insigne lugar.Por Alfred LópezCuaderno de Historias26 de junio de 2013es.noticias.yahoo.com





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