En todos los edificios se efectuaron trabajos en dos o tres columnas pero son varias versiones sobre la continuidad de las tareas. Fue el ingeniero Juan Carlos Pereira, a cargo del programa “Mejor Vivir”, quien deslizó esta posibilidad en una comunicación con miembros del Consorcio Barrial.“Nos contestó que no podía asegurarnos si van a continuar o no las obras porque dependerá de los fondos que provengan de la Nación. Se nos desinfló un poco el globo porque hay muchísima gente esperanzada. Los propietarios de los departamentos en los que las obras se terminaron están muy contentos porque la obra significó un cambio rotundo en sus vidas. No lo podrían haber hecho si no fuera de esta manera. Y las empresas fueron responsables en su mayoría”, relató Lidia González.“Queremos la continuidad del programa, y que se estudie la posibilidad de contemplar a los propietarios que no tienen los ingresos suficientes para afrontar la obra y a los vecinos con enfermedades terminales”, insistió.Aseguró que hay vecinos que realmente no pueden abonar las cuotas. “Tienen ingresos muy bajos, viven de changas y en espacios insalubres. Hay personas mayores con enfermedades terminales que no pueden afrontar los gastos y perjudican a quienes habitan en su torre. Eso ya lo planteamos pero no hay respuestas de ningún sector, pero vamos a insistir”, dijo, al tiempo que confió que “pensamos que cuando no pueden afrontar estas cuestiones, el Estado tendría que ayudarles para que al menos se hagan los tratamientos de las zonas húmedas del departamentos. Más aún, cuando están enfermas necesitan una casa digna para poder recuperarse. No hay desde el Iprodha un servicio social. Recurrimos a Defensoría del Pueblo pero tampoco hicieron nada. Sabemos que el Iprodha tiene trabajadores sociales que deben hacer un trabajo minucioso con esa gente”. Relató que en el caso que estas personas estén domiciliadas en los últimos departamentos, entorpecen la continuidad de las obras a quienes viven debajo porque generalmente “el tratamiento a los espacios húmedos se comienza desde arriba”.En nombre de los pobladores que aún no pudieron acceder al beneficio solicitó que “no se corte el Mejor Vivir. Esto es una emergencia, es una necesidad, no es un lujo porque hacen arreglos de ventanas, persianas, goteras y renovación total de las cañerías y revestimiento de baño, cocina y lavadero”, que no fueron retocados en sus 30 años de existencia y que se encuentran en estado deplorable.Al principio, algunos se resistían pero de a poco el Consorcio Barrial fue convenciendo a los vecinos y “se fueron plegando. Es un trabajo de hormiga hacer ver a la gente lo que significa vivir en un espacio limpio y seco”. Por estas refacciones cada propietario deberá abonar casi 400 pesos por el término de quince años consecutivos.Contradicción totalLo que no consiguieron en el barrio es el arreglo de los tanques de agua que en buena parte se encuentran sin sus respectivas tapas, prácticamente a cierlo abierto, convirtiéndose en reservorios ideales para la proliferación del Aedes Aegypti. “De todos los políticos que nos vinieron a ver, nadie se hizo cargo, cuando es realmente un tema serio. Todo el mundo se lava las manos porque saben que si sacan muestras aquí, le darán positivo”, dijo González. Desde los distintos entes alegan que el revestimiento para los tanques es muy costoso. “Es una estructura muy cara para refaccionar el espacio para acumular el líquido vital y que el Mejor Vivir no se puede hacer cargo. Nosotros hicimos una limpieza pero buena parte están sin tapa. tratamos de poner plásticos. Hay que comprar agua para tomar, de otra manera no se puede. Se gasta tanto dinero en otras cosas y no se atacan las causas de losproblemas. Es una contradicción total”, agregó.





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