Uno de los aspectos negativos de la civilización moderna es haber reducido a la comida y a la cocina a su aspecto netamente material y concreto, donde los alimentos son vistos sólo como calorías, vitaminas, hidratos de carbono, etc, todos aspectos medibles y cuantificables. Lo que no está mal en sí mismo, por el contrario es útil, pero olvida que desde el punto de vista inmaterial todo es energía vibrando en un mar cuántico.Esa energía también alimenta nuestros cuerpos, y si está bien calificada, por provenir de alimentos vivos, puede ayudar a desarrollar formas de vivir y maneras de ser que ayuden a la evolución del alma.La cocina, en aras de la liberación femenina, se convirtió en un lugar poco importante puesto que la mujer debía realizarse en otros ámbitos: laboral y profesional. Al mismo tiempo se desarrolló la poderosa industria de los alimentos procesados, siempre en expansión y con mucho éxito. Al mismo ritmo aumentaron las enfermedades de origen.Sin embargo, en espacios silenciosos y apartados como los conventos de distintos signos religiosos permaneció vivo el conocimiento de que la cocina puede ser un lugar donde se puede trabajar la conexión con el aspecto trascendente. Por eso tendremos un taller con la finalidad de rescatar esos saberes y cambiar el enfoque puramente material de los alimentos y convertir el lugar donde se cocina en un espacio de perfeccionamiento espiritual.Pensemos en la hermosa frase del Maestro Aivanov cuando dice que toda fruta o verdura es una carta de amor del Creador que nos toca descifrar.El sábado 7 de noviembre dictaré el taller: “La alimentación como camino espiritual”, para que los asistentes logren comprender la relación entre la alimentación vegetariana y la práctica espiritual, y que puedan descubrir que la cocina es el lugar donde es posible practicar la conexión con la vida trascendente. La cita es de 9 a 11.30, en “Casaverde”, ubicada en Francia 3085 esquina Trípoli.Colabora: Hilda GonzálezExperta en Cocina [email protected]





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