POSADAS. Un “bebé” yacaré de unos dos meses de vida fue encontrado por vecinos en la desembocadura de un arroyo de esta ciudad, y pese a los esfuerzos del especialista en herpetología Amado Martínez, murió por causas del aparente maltrato al que lo habrían sometido sus captores. El pequeñito no es un habitante común en nuestras costas y habría sido arrastrado por la corriente desde Candelaria, que es el último hábitat de la especie encontrado al sur de Misiones. El dato interesante es que el bebé yacaré no sería el único que debe andar rondando la zona aledaña al final de la avenida Jaureche y el río Paraná, donde fue encontrado. Según el especialista en reptiles, “es casi imposible que haya venido solito, así que tiene que haber más individuos de su camada o incluso sus padres” en las inmediaciones, por lo que recomendó a los vecinos no molestarlos, ni golpearlos y menos aún matarlos. El pequeño espécimen habría nacido en enero o febrero y fue capturado hace más de diez días, según calculó Martínez. Aparentemente le dieron un palazo para poder agarrarlo, y sólo lo entregaron cuando vieron que casi no respondía a ningún estímulo. “Cuando lo fui a buscar porque nos dieron aviso, ya casi ni se movía, y eso que suele ser agresivo pese a ser muy chiquito”, contó Martínez. Murió dos días después. “Antes aparecían en la época en la que existía el viejo balneario El Brete, y calculamos que venían y vienen flotando aguas abajo de la zona de la penitenciaría de Candelaria sobre la costa, donde había anidadas”, recordó. Cuando el especialista le realizó la taxidermia, le llamó la atención que dentro del organismo tenía restos de material oscuro. “Me hizo pensar en la contaminación de esa zona, que es alta”, reflexionó. “Cambá”, el precursor En junio del año pasado, un yacaré negro de casi dos metros de largo se convirtió en el “atractivo turístico” de la costanera de Posadas a la altura del monumento a Andresito. Durante varios días, y tras una campaña de concientización para que los paseantes no lo molestaran, el caimán lució su elegante porte frente a los visitantes tomando sol sobre las piedras y camalotes y posando para las fotos. “No tuvimos más noticias del yacaré pero esperamos que haya podido irse en forma natural como llegó después de la crecida, y haya podido sortear todos los obstáculos que tenía de acá hasta Corrientes”, dijo. Siempre en peligroEl cambio abrupto del hábitat costero con las obras complementarias de Yacyretá modificó el ecosistema de los animales autóctonos y no tanto. Por eso algunos de ellos aparecen en los lugares menos pensados y otros, por el contrario, desaparecen, se extinguen, como el caso de la víbora Ñacaniná de agua, que sólo existe -o existía- al sur de Misiones. Y entre los “visitantes” se cuentan la decena de víboras curiyú (boas constrictoras) que logró salvar Martínez gracias a los vecinos conscientes que no las matan, y dan inmediato aviso. En los últimos tiempos el herpetólogo también rescató monos carayá, y todo tipo de serpientes, algunas muy venenosas como la yarará crucera. Todos son reubicados en zonas de campo o de monte sin población humana, aunque no todos los animales rescatados logran sobrevivir “por el estrés que soportan y la intervención en un área desconocida donde puede haber más especies contrapuestas.”, explicó Martínez.Mientras los efectos de la transformación por Yacyretá siguen mostrándose, la conclusión no es alentadora: “Lamentablemente el impacto ambiental existe y aunque se intente recuperar las especies afectadas, es claro que se toman como pérdidas porque las poblaciones ya no se pueden recuperar”. Comadrejas muy urbanasEn las últimas semanas, Amado Martínez también fue requerido por vecinos de los coquetos barrios Villa Sarita y Aguacates para rescatar un tipo de marsupial que no todos conocen: son comadrejas que perdieron su hábitat natural en la zona de El Laurel, debajo del anfiteatro Manuel Antonio Ramírez o en las islas que quedaron bajo agua, y buscan refugio en los cielorrasos de las casas. El especialista, siempre convocado por los vecinos, ya rescató unas ocho y las reubicó en zonas de monte y campo cercanas a Posadas, en un esfuerzo titánico por evitar que las maten. Es que hay quienes las tienen por plagas por su fama de comer huevos y pichones en zonas rurales y semi rurales y las matan sin miramientos, mientras que otros, especialmente los más jóvenes que no se criaron en casas con “gallinero”, creen que son animales exóticos. “Ahora tengo que ir a buscar una jaula de la casa de una señora en donde la comadreja estaba siempre, pero ahora no apareció más”, contó Amado. Si bien el aspecto de la comadreja es desagradable y tiene “mala fama”, puede tener un papel benéfico al controlar otros mamíferos que sí son realmente dañinos, como las ratas y los ratones.




Discussion about this post