Posadas. Doña Luly como todos la conocen tiene más de sesenta años y casi veinte al frente del comedor que de lunes a viernes sirve alrededor de 200 raciones. El 1 de febrero hará tres meses que la mujer con su equipo de cocineras se mudaron al patio de su casa donde adecuaron de a poco las instalaciones, mejoraron un techo y sin interrumpir el servicio siguen atendiendo, hasta tanto logren la construcción de una sede propia. Doña Luly en marzo del año pasado había salido por todos los medios pidiendo ayuda, en busca de un lugar, ya que no podía seguir en el espacio que cedía la viceparroquia Santa Rita. Entonces el Centro de Desarrollo Integral, ubicado a metros de la iglesia brindó parte de sus instalaciones, donde estuvieron hasta hace casi tres meses. Pero finalmente, por cuestiones de funcionamiento, todo el equipamiento decidieron mudar al patio de la casa de doña Luly, en la zona de Bustamante y calle 100. Los comensales, la mayoría de la zona de Santa Rita, siguen concurriendo. “Vienen igual de todos lados, en bicicleta muchos se acercan a retirar sus recipientes, porque las necesidades son muchas”, manifestó doña Luly, mientras seguía de cerca la preparación de pizetas, que ayer sería servida además con polenta. Rosa controlaba la olla, Bety preparó ayer las pizetas y Analía estaba a cargo del horno de barro, donde también preparan pan casero. Doña Luly comentó que ya presentaron todos los papeles, ante las autoridades provinciales, para la construcción de un comedor y esperan la adquisición de un predio en la chacra 117. Mediante fondos de Naciones Unidas, a través de Desarrollo Social de la Nación, reciben los fondos que se administran para servir la comida diariamente y una asociación civil colabora en el pago de los servicios. Retiran para sus familias En una larga mesa, frente a la casa de Luly, numerosos recipientes (algunos con nombres) ya estaban preparados temprano para ser servidos. “Generalmente la gente tiene dos, entonces nosotros servimos cuando está lista la comida, así llegan y retiran el cargado y dejan otro limpio para el día siguiente”, comentó Bety. Alrededor de las 11.30 la gente comienza a llegar para llevar el almuerzo y compartir en familia. “Todos los días son distintos y varía la cantidad de gente, algunos vienen siempre, pero por ahí hay otros que consiguen changas y dejan, después vuelven”, comentó la cocinera. Por otra parte, las integrantes del comedor planean este año continuar con el proyecto de una panadería, el equipamiento necesario para la elaboración de panificados ya tienen, pero todavía les falta un lugar adecuado.Por el momento preparan pan casero todos los días en el horno de barro, que se encuentra al aire libre, donde los días de sol no hay problemas, pero sí se complica cuando llueve.





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