PUERTO IGUAZÚ. Marisol reside en Primero de Mayo, uno de los barrios más carenciados de esta localidad. Es madre de dos adolescentes y junto a su marido viven en condiciones muy precarias. Sin embargo, ella no duda en ayudar a los chicos de la zona y armó un merendero.Es una casa de madera cuyas paredes tienen separaciones de hasta un centímetro entre tabla y tabla, y donde reina la falta de servicios básicos, a pesar de que el marido trabaja en mantenimiento para poder dar a su familia una vida digna.Hace aproximadamente cinco años, Marisol hizo una promesa: si podía tener un techo propio se dedicaría a los niños carenciados, como forma de agradecimiento, a pesar de su propia realidad.En su pequeño terreno y con ayuda de vecinos, construyó un merendero: un techo a dos aguas, sin paredes y con piso alisado. Tiene dos mesas largas con bancos de madera, donde diariamente se le sirve la merienda a 150 niños del barrio.Se acercan grandes y chicos con las tacitas, todos los días a la 5 de la tarde. “La leche” se prepara en la precaria casa de Marisol y su familia. De un quemador con una garrafa, una olla gigante y un palo sale todos los días la chocolatada tan esperada.Hay días que Marisol no tiene galletitas, ni facturas, gentilmente donadas por vecinos. Así que amasa pan y facturas caseras, sin ningún tipo de tecnología, a mano y fuerza bruta. Estas delicias se cocinan en un horno de barro hecho a la intemperie. Pero Marisol necesita ayuda de cualquier tipo para mejorar sus condiciones de vivienda y poder continuar brindado esa tan generosa ayuda los más vulnerables de la sociedad, que son los niños. Así nació el grupo Mar de Soles. “Aprendimos y seguiremos siendo parte de este aprendizaje de amor, gracias al gesto más amable podemos compartir con ellos, sumando una simple cuota de agradecimiento al Universo”, aseguraron sus integrantes.A raíz del pedido de Liliana, integrante de Mar de Soles, comenzó a través de las redes sociales una cadena de ayuda para el merendero después de que la tormenta del viernes 15 de noviembre derrumbara el techo del local. “Realmente es un barrio muy carenciado y muchos chicos dependen de esa merienda”, insisten.La cadena solidaria se trasmitió y muchos vecinos comenzaron a donar leche, sillas y mesas. Además, una empresa constructora se comprometió a reparar los daños en el merendero y mejorarlo.





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