La habilitación del centro terapéutico de recuperación de adicciones, que aquí se llamará Fazenda de la Esperanza “María Auxiliadora” o bien “María Auxilio de los Cristianos”, está cada vez más cerca y, de acuerdo al avance de los trabajos, la inauguración podría concretarse a mediados del año venidero. Días atrás, llegaron a Oberá una decena de voluntarios provenientes de otras Fazendas del país y de Paraguay para contribuir con las tareas necesarias para avanzar con la restauración de la ex Escuela Provincial 173 en Picada Vieja, Paraje Fontana, que fuera cedida a la Diócesis de Oberá por el Gobierno provincial.
El sacerdote Ariel Manavella, párroco de la Catedral San Antonio de Padua, manifestó que “estamos muy contentos por los misioneros que llegaron de seis Fazendas distintas y por el grupo de voluntarios que se generó en esta ciudad, que a lo largo de este año y medio vinieron trabajando silenciosamente para preparar la estructura para que lo que fue la Escuela pueda convertirse en una casa de esperanza”.
Dijo que lo más lindo “es sentir el carisma de la esperanza que se hace posible ante un flagelo tan difícil como las drogas. Es muy triste escuchar cuando alguien dice: ‘no hay salida’, ‘qué pena, ya no tiene oportunidad’. Desde este lugar decimos que hay esperanza. Si en lo material nos alegramos, cuanto más cuando veamos vidas restauradas o cuando podamos tener contacto con los protagonistas de la obra que son las personas”.
Insistió con que “es una alegría muy grande. No se llega a dimensionar del todo la intensidad espiritual y humana que vivimos en este tiempo, lo que sí estamos convencidos que queremos seguir adelante y agradecidos a Dios por todo lo que nos da”.

Al referirse a los adelantos registrados, Manavella comentó que el año pasado, de septiembre a diciembre, se trabajó “en una de las casitas, sin entrar a la escuela. Recién lo hicimos en marzo. Faltaba color, orden, limpieza. En estos meses realmente se trabajó mucho y con la presencia de estos misioneros se dio un gran paso. Se hicieron 75 ventanas nuevas. Eso permitió que ahora se pudieran pintar y trabajar sobre cuatro puertas doble hoja. Hay diez puertas nuevas. La carpintería se hizo en la Unidad Penitenciaria y es una alegría por como el trabajo transforma vidas”.
Darío De Olivera es pintor profesional y se acercó como voluntario tras leer una nota publicada en PRIMERA EDICIÓN. Comentó que “vi la entrevista al padre Ariel, me acerqué y me sumé porque me interesó el proyecto. Al principio hacía voluntariado de rugby en la cárcel y después me sumé a la pintura en un par de aulas y ahora, en la parte de techos y paredes”.
Sostuvo que una vez que terminen las tareas, “trataré de buscar un nexo desde el rugby, una apertura, acercar la disciplina como una herramienta de transformación. Me parece que les va a servir, les va a venir muy bien”.
Desde 2019 a 2023 estuvo en la Unidad Penitenciaria 2 de Oberá con el proyecto “Tacleando Muros” y sigue el voluntariado con la Fundación Espartanos. “Fue una experiencia enriquecedora porque a veces uno cree que lleva un aporte desde afuera y termina recibiendo muchas cosas a través de las historias de vida que hacen que uno abra la cabeza y los ojos. Los testimonios hacen que uno abra la mente y empiece a pensar de otra manera”, aseguró De Olivera, durante una pausa en la labor.









