Cuando el calor aprieta y el verano se asoma, muchos misioneros miran hacia el norte en busca de mar. A poco más de 800 kilómetros de Posadas, cruzando la frontera por Santo Tomé o Bernardo de Irigoyen, aparece Torres, una ciudad costera del estado de Río Grande del Sur que combina playas amplias, acantilados imponentes y una atmósfera tranquila, muy distinta a la de los grandes centros turísticos de Brasil.
Considerada la playa de Brasil más cercana a la Argentina, Torres se impone como un destino accesible para quienes prefieren viajar por tierra y disfrutar del Atlántico sin recorrer miles de kilómetros. El viaje puede hacerse en auto en unas diez horas, atravesando el sur brasileño hasta llegar a esta localidad que mantiene el espíritu de un pueblo costero, con calles de bicicletas, heladerías abiertas hasta tarde y un ritmo de vida pausado.
El nombre de la ciudad proviene de las torres de piedra que se elevan sobre el mar, una formación natural que le da su perfil característico y la distingue de cualquier otro punto del litoral brasileño. Desde lo alto de esos morros, el paisaje combina arena dorada, mar verde esmeralda y un horizonte donde los surfistas, pescadores y familias comparten espacio sin apuro.

Torres cuenta con seis playas principales. Praia Grande es la más extensa y concurrida, con tres kilómetros ideales para nadar o practicar surf. A su lado, Praia dos Molhes atrae a los fanáticos de los deportes náuticos, mientras que Prainha, en pleno centro, es la preferida de las familias. Más alejadas, Praia da Cal ofrece vistas al Morro do Farol y olas intensas; Guarita, dentro del parque estatal, sorprende con sus acantilados y arenas blancas; y Itapeva, de seis kilómetros, invita a caminar entre médanos y brisa marina.
Además del atractivo natural, la ciudad ofrece miradores con vistas panorámicas, vuelos en parapente, paseos en barco hacia la Ilha dos Lobos —única reserva marina del sur de Brasil— y una gastronomía marcada por los sabores del mar: pescados frescos, moquecas y caipirinhas bajo la sombra de los morros.
El mejor momento para visitarla es entre diciembre y marzo, cuando el agua alcanza temperaturas similares a las de la Costa Atlántica argentina, pero con un clima tropical que garantiza días soleados y noches cálidas. En otoño, el viento sopla más fuerte, las playas se vacían y Torres recupera su calma de pueblo pesquero.
Cómo llegar desde Misiones
Desde Posadas, el trayecto más directo es cruzar a Brasil por Santo Tomé o Bernardo de Irigoyen, tomar la BR-392 hasta Porto Alegre y luego continuar por las rutas 290 y 101 hacia el norte. El viaje es completamente asfaltado y permite disfrutar del paisaje rural del sur brasileño antes de llegar al mar.
Por su cercanía, su tranquilidad y su belleza natural, Torres se convirtió en los últimos años en una de las escapadas favoritas de los misioneros, que cada verano cambian la selva o las sierras por este rincón del Atlántico. Entre acantilados y playas de arena dorada, el destino invita a vivir un verano distinto, sin necesidad de volar ni alejarse demasiado.







