Te fuiste hace poquito al cielo, pero algo me dice que no te fuiste del todo, una parte tuya se quedó conmigo. A veces siento tu aroma, o recuerdo cosas que me decías. Es raro pensar sentarme a la mesa en nuestro día y que no estés en la cabecera, y si bien eso me hace sentir tu ausencia, al segundo te recuerdo activa, haciendo mil cosas, llenándolo todo con tu presencia.
Te fuiste y no, porque las personas como vos que dejan huella, nunca se van del todo. Se fue la posibilidad de verte, de abrazarte o de escucharte, pero me dejaste una nueva forma de hacerlo. Ya no es a través de los sentidos, te veo, te abrazo y te escucho desde adentro, desde mi alma. Y esta sensación que te fuiste y no, es rara, es un poco nostálgica y también es un poco mágica, porque te encuentro de formas impensadas.
Aunque no te fuiste del todo, igual te extraño. Te ingeniaste para irte dejando en el corazón de todos los que te conocimos, una huella de vida, no de muerte. Dejaste tu “marca registrada” esa que dice “VIVE a tu 100%” nos enseñaste a amar dándolo todo, a dejar nuestro máximo en cada cosa que pase por nuestras manos.
Nos enseñaste que los pequeños detalles hacen la gran diferencia, que las cosas simples y sinceras son los tesoros más preciados. Que las risas, las charlas de madrugada, las palabras justas dichas a tiempo, aunque no fueran agradables; todo era amor expresado en mil formas diferentes. Te fuiste y no, porque tu ejemplo de hacer foco en lo que hay y no en lo que falta, de ser feliz con las pequeñas cosas, de seguir creciendo continuamente, te trae a mí permanentemente. Por eso, te fuiste y no.
Natalia Moyano
Contadora con corazón de escritora
IG: @marianataliamoyano








