En medio de un escenario signado por la incertidumbre económica y política, el dólar oficial alcanzó este martes los $1.300 en las pantallas del Banco Nación, lo que representa una suba de cinco pesos en apenas un día y marca un nuevo máximo histórico. Al mismo tiempo, el dólar blue se disparó a $1.350, consolidándose como la opción más cara del mercado cambiario.
El salto no se dio de forma aislada: en el segmento mayorista, la cotización avanzó hasta los $1.285, mientras que en los mercados financieros el contado con liquidación (CCL) se ubicó en $1.296 y el dólar MEP en $1.295. La tendencia ascendente confirma lo que el mercado ya venía descontando: el dólar se está desplazando hacia el techo informal de la banda cambiaria, sin intervención directa del Banco Central.
Qué hay detrás del nuevo salto
De acuerdo con el análisis de la consultora Invecq, la reciente dinámica del tipo de cambio responde a varios factores simultáneos. En primer lugar, el esquema de flotación administrada dejó expuesto al dólar a shocks estacionales. “La finalización de la cosecha gruesa redujo la oferta de divisas, mientras que la demanda subió por el pago de aguinaldos y el inicio de las vacaciones de invierno”, detallaron.
A eso se suman elementos estructurales, como la escasa acumulación de reservas, el déficit de cuenta corriente y la falta de desembolsos de organismos internacionales. El resultado es una presión cambiaria creciente, en un contexto de menor anclaje monetario tras la eliminación de las Letras de Financiamiento (LeFi).
“El dólar mayorista pasó de $1.150 en junio a más de $1.280 en julio, lo que implica una suba de más del 11% en apenas seis semanas”, señaló un informe de la misma consultora. “La tendencia es clara y estaba anticipada por la política monetaria adoptada”.

¿Intervendrá el Gobierno?
Mientras los ahorristas se preguntan si es momento de dolarizarse o esperar una corrección, el Gobierno sigue sin intervenir de manera directa. Algunos economistas creen que podrían aplicarse medidas puntuales —como cambios en los encajes bancarios o ventas limitadas en el mercado financiero—, pero no esperan un giro drástico en el enfoque.
“La política actual apuesta a la disciplina fiscal y a dejar que el mercado señale precios”, apuntaron desde la sociedad de bolsa Mega QM. En ese marco, el Banco Central dejó de absorber sistemáticamente pesos del sistema financiero, lo que incrementó la liquidez y presionó sobre el tipo de cambio.
El fin de las LeFi, vigente desde el 10 de julio, profundizó este proceso. La tasa de caución a un día cayó del 33,5% al 21,4% en menos de un mes, y los bancos quedaron con más pesos disponibles y menos incentivos para mantener posiciones en moneda local. Esto aumentó la volatilidad cambiaria.
¿Habrá impacto en precios?
A pesar del salto del dólar, por ahora el traslado a precios sigue siendo acotado. Según Invecq, la inflación de junio fue del 2% y actualmente se desacelera a un ritmo del 1,5% mensual. Esa baja nominalidad le da margen al Gobierno para sostener el actual esquema sin disparar la inflación de manera inmediata.
“El tipo de cambio real subió un 5,5% en julio y más de un 10% desde abril, lo que mejora la competitividad externa sin afectar de lleno el poder de compra interno”, explicaron desde la misma consultora. Sin embargo, advirtieron que este equilibrio es frágil y que nuevos shocks podrían acelerar el pass-through si se erosiona la confianza.
Qué pasará con las tasas y el crédito
El nuevo esquema monetario se basa en tasas endógenas y control de agregados. Sin una referencia clara como las LeFi, ahora son los bancos los que deben gestionar la liquidez. La mayor disponibilidad de pesos y la caída de tasas podrían alentar el crédito, pero también alimentar la demanda de dólares si no hay señales claras.
En promedio, las LeFi absorbían el 40% de la base monetaria. Su eliminación dejó ese volumen en circulación, sin un instrumento que lo redirija automáticamente. “Si el dinero no se canaliza hacia el consumo o la inversión, puede presionar más al dólar”, advirtieron desde Mega QM.






