La aparición de un nuevo ejemplar de yaguareté (Panthera onca) registrado la semana pasada mediante cámaras trampa en una chacra de la zona norte de Misiones, donde se denunció la depredación de un ternero, reactivó un protocolo interinstitucional que busca equilibrar la protección de esta especie en peligro crítico de extinción con la necesidad de resguardar la producción ganadera.
El técnico del Ministerio del Agro y referente en políticas de coexistencia con grandes felinos, Guido Solowinski explicó a PRIMERA EDICIÓN los alcances del procedimiento y aclaró algunas confusiones que generó el caso.
“Cada vez que un productor denuncia un ataque o incluso una sospecha de depredación -porque a veces el animal simplemente desaparece y no se puede comprobar fehacientemente qué pasó- se activa un protocolo provincial que no se limita al seguro, como algunos creen. El seguro es solo una herramienta dentro de la Ley de Protección de Felinos y hoy funciona como prueba piloto únicamente en el municipio de Comandante Andresito”, precisó Solowinski.
Fuera del área cubierta por el seguro, la intervención sigue un procedimiento definido cuando ocurren ataques: técnicos del Ministerio de Ecología se encargan de constatar el hecho, con el apoyo de técnicos del Agro, IMiBio, investigadores del CONICET y organizaciones civiles como Fundación Vida Silvestre y el Proyecto Yaguareté.
“Mientras más rápido se informa el hecho, mayor es la probabilidad de constatarlo. Si se demora, ya intervinieron carroñeros u otros animales y es imposible saber si fue un yaguareté, un puma, un perro o si el animal murió por otra causa. Además, cuando se trata de perros atacando animales menores, que también es frecuente, lamentablemente no hay cobertura”, explicó el técnico.
En este caso particular, las cámaras trampa permitieron confirmar no solo que se trató de uno sino que fueron captados dos ejemplares: una hembra y un subadulto.
“Creemos que puede tratarse de una madre con su cría, lo que además aporta información científica valiosa porque se trata de un individuo nuevo registrado en la zona. Actualmente tenemos más de la mitad de la población estimada en Misiones identificada individualmente”, destacó.

“No lo capturan, lo monitorean”
Solowinski también desmintió versiones que sugerían que el animal sería atrapado o retirado del lugar. “No es así. Solo en casos extremos se considera colocarle un collar GPS, que es una herramienta carísima, de miles de dólares. Por ahora no es necesario porque fue un ataque aislado. Además, mover a un yaguareté no tiene sentido: recorren hasta 200 kilómetros por día. Aunque lo lleves a otro lugar, va a volver. Y si no vuelve, ese espacio será ocupado por otro felino”.
El objetivo de fondo no es capturar al animal, sino lograr que la producción y la fauna silvestre puedan convivir en un mismo territorio. El protocolo incluye asistencia técnica al productor para prevenir nuevos ataques: se lo asesora para cerrar mejor los alambrados y en el uso de tecnología, como sensores con luces, para disuadirlo.










