La combinación de un mercado interno estancado, costos operativos en alza y un tipo de cambio desfavorable profundiza la crisis que atraviesan las PyMEs de la forestoindustria en la región.
Muchas de estas empresas están recurriendo a préstamos con tasas de interés altísimas para cubrir gastos operativos básicos, como el pago de salarios, en un esfuerzo desesperado por evitar cierres.
“Nos estamos endeudando en préstamos para poder sostenernos, sabiendo que hoy tomar un préstamo es difícil, las tasas de interés están altísimas”, afirmó la presidente de la Federación Argentina de la Industria de la Madera y Afines (FAIMA), Mercedes Omeñuka, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
Para muchas PyMEs, el endeudamiento se ha convertido en la única vía para mantener las operaciones y, sobre todo, para pagar salarios.
Este escenario se agrava por los plazos de cobro extendidos en el mercado interno, que llegan a 90 o incluso 120 días. Para obtener efectivo, las empresas recurren al descuento de cheques en los bancos, una práctica que, aunque les proporciona liquidez inmediata, implica un costo financiero elevado.
“Tomás un préstamo, solucionás el problema inmediato, pero después, si tu rentabilidad no mejora, ¿cómo haces para cancelar el préstamo?”, cuestionó Omeñuka. Los costos de producción, que incluyen mano de obra, materia prima y energía, representan una carga insostenible para muchas empresas, especialmente cuando los márgenes de ganancia son mínimos o inexistentes.
El problema es que los préstamos, lejos de ser una solución a largo plazo, son un paliativo que agrava la situación futura.
Combo de dificultades
Según Omeñuka, “el mercado interno está detenido” y los costos en dólares, especialmente para las PyME exportadoras, “siguen estando altos con un tipo de cambio que ahora, con la liberación del CEPO, está más cerca del piso”.
Esta situación, combinada con la paralización de la obra pública, ha golpeado especialmente a las empresas dedicadas a la producción de bienes finales, como los muebles, y a las de transformación primaria.
El tipo de cambio, que fluctúa cerca del mínimo de la brecha cambiaria, complica aún más la competitividad de las PyME exportadoras.
“Un valor del dólar óptimo sería siempre más sobre el techo de la brecha que sobre el piso”, explicó Omeñuka, subrayando que la falta de rentabilidad es el núcleo del problema.
Sin márgenes suficientes, las empresas no pueden absorber los costos operativos ni competir en el mercado internacional, lo que las lleva a una encrucijada: endeudarse para sobrevivir o cerrar sus puertas.
Impacto en el empleo
La crisis no solo afecta las finanzas de las empresas, sino también el empleo. En la región, al menos cuatro empresas del sector están en una situación crítica.
Dos de ellas, ubicadas en Santo Tomé, con alrededor de 60 empleados, han iniciado procedimientos preventivos de crisis, un paso previo al posible cierre.
En Misiones, otra empresa con aproximadamente 40 operarios también enfrenta dificultades, aunque aún no ha formalizado un procedimiento. “Hoy por hoy, todos están tratando de sobrellevar la situación”, señala Omeñuka, quien advierte que, si no hay cambios en el corto plazo, el cierre de estas compañías es una posibilidad real.
El procedimiento preventivo de crisis, regulado por la legislación argentina, permite a las empresas negociar con los trabajadores y el Gobierno para evitar despidos masivos. Sin embargo, para Omeñuka es claro que si en ese período de tiempo no hay un cambio, el paso que sigue sería el cierre.
Medidas insuficientes
El Gobierno nacional anunció algunas medidas, como la reducción de aranceles para la importación de maquinaria, con el objetivo de facilitar la modernización tecnológica.
Sin embargo, la titular de FAIMA cuestionó su efectividad. “Compras la máquina, pero si después no tenés dónde ubicar tu producto, ¿qué haces?”.
La falta de demanda en el mercado interno, sumada a la competencia de productos importados, especialmente muebles de placa provenientes de Brasil, limita las posibilidades de recuperación.
Competencia externa
El sector de muebles planos, que utiliza placas de madera, enfrenta una dura competencia con Brasil, donde los mismos productos se ofrecen a precios significativamente más bajos.
“El mismo mueble que se fabrica acá en Argentina, de muy buena calidad, se consigue en Brasil a mucho menor precio”, explicó Omeñuka.
Esta situación afecta especialmente a las PyME que no tienen la escala para absorber los costos de exportación o competir con los precios internacionales.
Por otro lado, las empresas que producen muebles premium para un segmento de alto poder adquisitivo han logrado mantenerse a flote. Sin embargo, este nicho representa una minoría dentro del sector.





