Quienes defienden la figura de Gala -cuyo verdadero nombre era Elena Ivanovna Diakonova– aseguran que Salvador Dalí nunca habría sido el genio que fue sin ella.
Mucho de cierto habrá, pues él la sumó con su nombre a sus mejores obras y puestas.
Estuvieron juntos 53 años en los que él hizo de Gala como un juguete para las creaciones y ella se sumó a ese juego creando con él excéntricas escenas y escenarios.
Cuando Gala murió, Dalí se dejó morir.

Extravagante, extrema, liberal y sincera, la inmigrante rusa era diez años mayor que Dalí y estaba casada con el poeta Paul Eluard, del que luego se divorció.
Gala y Dalí se conocieron durante unas vacaciones en Cadaqués y la chispa del amor se encendió de inmediato, tanto que ella dejó a su esposo e hija y se fue con Salvador.
“Gala fue una mujer extraordinaria en todos los sentidos, sin ella Dalí no hubiera sido quien fue, pero era misteriosa y compleja y eso no gusta a una sociedad machista que la tachó de arpía”. Así se expresó Monika Zgustova, quien publicó el libro “La intrusa”, un retrato íntimo de esta mujer decisiva.
“Era misteriosa y a la gente parece que no le gusta el misterio, le gusta más lo transparente y ella encima era rusa y hablaba poco, porque estaba en sus pensamientos, pero lo más importante, no le importaba nada lo que pensaran de ella y eso crea recelo”, explicaba a la agenciaEFE hace unos años.
Gala Dalí, más allá de ser la musa y esposa de Salvador Dalí y haber estado casada con Paul Éluard y haber sido amante de Max Ernst –tres grandes figuras de la poesía y el arte universal-, fue mucho más que una mujer que sujetó y elevó a estos genios.
Dalí la llamaba amorosamente Gala, pero también en su ingeniosa inspiración, otras veces la llamaba Galuchka, Gradiva, Oliva, Lionette…
“Ella es mi gradiva, mi vida secreta, mi esposa, a quien quiero más que a mi padre, más que a mi madre, más que a mi dinero”, confesó Dalí en más de una ocasión.
Por Rosanna Toraglio. Fuentes: www.thedaliuniverse.com, Vice, www.salvador-dali.org y steemit








