A lo largo de su vida cosechó numerosos reconocimientos profesionales por su entrega desinteresada al cuidado del paciente y los miles de misioneros que trajo al mundo. Fue distinguido por el Colegio de Médicos de Misiones y nombrado como ciudadano ilustre por la Municipalidad de Santo Pipó.
Los premios más grandes los recibió en el amor de su compañera de toda la vida Irma Storti y madre de sus hijos Dante, Alan y Heno; y de sus doce nietos que hoy lo despedirán en el salón velatorio de Santo Pipó.
Seguramente, se acercarán a dar su último adiós los integrantes de la comunidad y del Club Atlético Tigre de Santo Pipó. Sus restos serán velados desde las 16 horas en el salón velatorio de Santo Pipó y serán inhumados a las 19.
Don Otto nunca supo de impedimentos para atender a los pacientes que llegaban a su -primero, modesta, y luego, moderna- clínica emplazada sobre la ruta nacional 12, tuvieran o no dinero. Los inicios no fueron fáciles pero el galeno afrontó la realidad con un “tremendo optimismo”.
Sus méritos le valieron la declaración de “Ciudadano Ilustre” del pueblo, y numerosos reconocimientos por su “trayectoria”. Pero los más valorados son, sin dudas, los que recibió constantemente de quienes trajo al mundo en su tarea como partero, en la que era acompañado por su esposa, Irma Storti, que se quedaba al cuidado de la parturienta, y si se presentaba algún problema, no dudaba en subir al Ford Failane y llevarla a Posadas por la ruta 12, aún de tierra.