Costa llegó al poder inesperadamente, luego de que la centroderecha del Partido Social Demócrata (PSD) ganara las elecciones pero no consiguiera formar gobierno. El líder socialista sorprendió al país entero y a Europa al crear un acuerdo programático con el histórico Partido Comunista y el Bloque de Izquierda, un partido anti austeridad.
Pocos creían que el gobierno en minoría y sustentado en dos fuerzas de izquierda fuera estable y mucho menos exitoso.
Pero mientras Europa y el mundo miraban con atención el equilibrio imposible que intentaba hacer el entonces premier griego, Alexis Tsipras, para mantener sus promesas progresistas y su compromiso con el plan de ajuste y austeridad de la Unión Europea y el Fondo Internacional Monetario (FMI), Costa sacó a su país de la bancarrota, al mismo tiempo que mantuvo un clima político relativamente estable.
A fines del año pasado terminó de pagar la última parte de la deuda que quedaba con el FMI: 4.700 millones de euros del total de 26.300 millones entregados en 2011. Lo hizo con un crecimiento anual de un poco más de 2% del PBI, una cifra similar al promedio de los países de la UE.
Ayudado por la estabilidad que permite la moneda única del euro, Portugal cerró 2017 con un 2,8% de aumento -muy por encima de la media europea- y los anuncios trimestrales de este año también le otorgaron cifras positivas, aunque más moderadas.
En paralelo, el desempleo cayó hasta el 6,2% en agosto pasado, el país recuperó el acceso al crédito internacional y las inversiones extranjeras crecieron sustancialmente.
Costa es el único que cosechó estos logros el domingo pasado en las urnas con 106 bancas, 20 más que en 2015. De sus aliados, en cambio, uno se mantuvo igual -el Bloque de Izquierda con 19 escaños- y el otro retrocedió -los comunistas con 12 bancas.
El premier socialista ya no necesita dos socios y, ante la fragmentación de la oposición, su potencial aliado en el gobierno tampoco tiene tanto poder de negociación como en 2015, cuando asumió en clara minoría.
Esta semana, Costa incluso coqueteó con la idea de gobernar solo, si sus hasta ahora aliados no aceptan su programa político y económico, descartó que esta opción lo ate a un Ejecutivo frágil y, como argumento, recordó su gestión como ministro de Asuntos Parlamentarios del gobierno en minoría de António Guterres, hoy el secretario general de la ONU.
Pero Costa tendrá un gran desafío por delante porque el margen garantizado por el apoyo popular obtenido en estas últimas elecciones también representará un peso, un mandato urgente para atender las duras consecuencias sociales y económicas que dejó el ajuste.
La deuda nacional sigue siendo mayor del 100% del PBI, la inversión y el gasto público cayeron a niveles que afectaron a sectores centrales como la salud, la educación y el transporte; y el crecimiento del empleo estuvo impulsado por el trabajo informal y temporal.
El riesgo de pobreza ya alcanzó a más de 21% de la sociedad y más de un 10% de la población abandonó el país en la última década, según el Instituto Nacional de Estadística portugués.
El crecimiento estuvo motorizado por el turismo y la entrada masiva de inversiones extranjeras -en gran parte por las reformas impositiva y laboral que bajo los costos laborales y redujo las cargas a los privados- y los efectos negativos de esto se vieron, por ejemplo, en el precio de las propiedades y los alquileres.
En Lisboa, por ejemplo, el promedio del metro cuadrado pasó de 3.000 a 3.500 euros en 2013 a 8.000 ó 8.500 este año. Y mientras hace seis años el sector inmobiliario estaba parado, hoy existe una creciente demanda, según un informe del canal público de televisión France Info.
En paralelo, los alquileres aumentaron un 70% en los últimos cinco años, un incremento difícil de afrentar para el cada vez mayor número de trabajadores que cobran el salario mínimo, que creció en este período, pero a un nivel mucho menor.
Son muchas las deudas que dejó el ajuste implementado por Costa. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en Grecia, donde la mayoría de los votantes condenaron en las urnas el giro político de Tsipras, la mayoría de los portugueses dieron un voto de confianza a Costa para continuar la recuperación y que, ahora sí, alcance a todos.
Fuente: Agencia de Noticias AFP/NA