
Entre la sorpresa, la confusión y un dolor que golpea en lo más profundo, Rosa María Goretti (54) saca fuerzas para superar la pesadilla en la que de repente quedó inmersa la familia.
Mientras espera por un milagro para su hijo, sigue con angustia los avances de la investigación, que tienen a su nieto como el presunto autor involuntario del disparo.
“Pongo las manos en el fuego por mi nieto y espero un milagro para mi hijo. Ahora sólo me preocupo por su salud. Y mi nietito, mi nieto querido, soy capaz de dar mi vida para defenderlo”, le dice a PRIMERA EDICIÓN desde la explanada del Hospital Escuela Ramón Madariaga, donde Federico Manuel Segovia (20) permanecía internado anoche en estado desesperante.

La causa tiene varios demorados, aunque el principal sospechoso es justamente el sobrino de la víctima, nieto de Rosa. La principal teoría apunta a que en medio del pleito callejero, el joven que también tiene 20 años abrió fuego contra otras personas y accidentalmente alcanzó a su tío. Una tragedia familiar.
“Si hay una gota de esperanza, espero que se pueda recuperar. Se dijo que tenía muerte cerebral, pero hasta hoy está vivo mi hijito. No puede ser lo de mi nieto. Son amigos entre ellos, iban a tomar tereré en casa, él me venía a buscar los domingos para que vayamos todos a almorzar a lo de mi hija. No puede ser”, se lamenta Rosa, quien ayer al mediodía recibió la noticia -por parte de los investigadores- de la detención de su nieto. “Pongo las manos en el fuego por él”, repite.
Al igual que todos en Eldorado, la mujer también se pregunta qué fue lo que pasó. “No puedo decir, no lo sé, fueron cosas entre chicos. Es una desgracia, estamos todos golpeados, muy tristes”, dice la madre de Federico, anteúltimo de seis hermanos -tres varones y tres mujeres- y estudiante del quinto año de la Escuela Agrotécnica de Eldorado.
El joven vivía junto a su familia en el kilómetro 6, cerca de rotonda de acceso a la localidad del Alto Paraná. “Estudia y trabaja desde que tenía 12 años”, cuenta Rosa.
Sucede que el padre murió hace una década y a los chicos no les quedó otra. “Es un chico sano, sin problemas. Trabaja en una carnicería junto a su hermana. Así se gana su platita y tiene sus cosas”, resume la madre, quien vende ropa para sumarle a la pensión que todos los meses cobra por su marido y con la que trata de salir adelante dignamente.
Desde que se enteró de lo sucedido, Rosa no quiso separarse del joven. “Viajé a Posadas en la ambulancia y estoy acá desde el viernes”, dice. Junto a sus hijos espera por novedades de Federico.
Entre lágrimas, la mujer se resiste a pensar en lo peor. “Ninguna doctora salió a decirme que falleció. Él está respirando un poquito todavía. Tiene que haber una esperanza. Tiene que haber”, cierra, a la espera de que un milagro transforme la pesadilla que vive toda la familia.
Todo apunta a que el joven detenido abrió fuego contra dos motociclistas
El hecho en el cual Segovia sufrió lesiones graves tuvo lugar alrededor de las 4.15 del último viernes, aunque todo comenzó varias horas antes en un maxikiosco céntrico, según la reconstrucción que hasta anoche tenían por cierta los investigadores de la Unidad Regional III de la Policía.
Para los detectives, la secuencia comenzó alrededor de las 2.15 en un local de avenida San Martín y Saavedra, en el kilómetro 9. Allí un joven que sería amigo de Segovia se trenzó con otro que aparentemente compartía bebidas con quien hasta hace pocos días había sido su novia.
Ese otro muchacho sufrió lesiones y fue trasladado por un amigo al Hospital SAMIC. Alrededor de las 2.40, cuando regresaban del centro sanitario, se cruzaron con el VW Gol Trend que sería de Segovia en San Martín y Gaona. Resolvieron vengarse y golpearon el auto con un hierro.
Se presume que entonces Segovia y otros dos jóvenes cambiaron de vehículo y se subieron a una camioneta Ford Ecosport, aparentemente conducida por el sobrino del joven ahora internado. La Policía intenta establecer si, entonces, ese grupo dañó a golpes una camioneta VW Saveiro que sería de quienes los enfrentaban.
Para los detectives, un tercer y último pleito entre ambos bandos se registró cerca de las 4.15 sobre calle Vilcapugio del kilómetro 10, a pocos metros del barrio Eldorado V. En el lugar, dos jóvenes circulaban en una Honda de 125 cc, aparentemente en busca del VW Gol de Segovia, con el fin de dañarlo, cuando se cruzaron con la Ecosport.
Se produjo un encontronazo, los motociclistas atacaron con una madera la camioneta y entonces el conductor, sobrino de Segovia, se habría bajado con un revólver calibre 22 milímetros con el que disparó a los dos “motoqueros”, pero uno de esos proyectiles impactó en la nuca de su propio tío, quien se tomó la cabeza con las manos y cayó desvanecido.
El arma de fuego fue entregada ayer por un amigo del detenido a la Policía.





