Un equipo de científicos los monitorea mensualmente en Misiones. Creen que no quedan más de 55 carayá rojos en toda la provincia. Piden que se los preserve, no contagian el virus a las personas. El ingreso del virus de la fiebre amarilla al país a través de Misiones es una posibilidad muy cercana con el actual brote en Brasil. Las alertas no solo están dirigidas a los posibles casos importados entre los que regresen de visitar ese país sino también en la circulación del virus en el ámbito selvático. Es que, antes de llegar a las poblaciones humanas, la fiebre amarilla ataca primero al mono carayá o aullador. Y el virus para los monos es mortal: los fulmina en pocos días.
Los monos no son un peligro para las personas. No transmiten la fiebre amarilla, sino que son como una suerte de alarma epidemiológica pues con su muerte, lamentablemente, nos avisan que el virus está circulando, remarcó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN la doctora en Ciencias Ecológicas, Ilaria Agostini, quien encabeza el equipo de control y monitoreo de la población de monos carayás en Misiones, tarea que realiza en el marco del proyecto Carayá Rojo del Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeIBA), con sede en Puerto Iguazú, con apoyo de los Ministerios de Salud y Ambiente de la Nación y el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Dr. Julio I. Maiztegui de Pergamino. Trabaja además en el Instituto de Biología Subtropical (IBS), nodo Iguazú.
Desde Italia, su país de origen donde fue a visitar unos días a su familia, Agostini precisó a PRIMERA EDICIÓN que en los relevamientos de noviembre, diciembre y enero no detectaron monos enfermos o muertos en Misiones pero admitió que el peligro es muy grande para esta especie en extinción. Los últimos carayá rojos que quedan en Argentina son los que habitan en Misiones.
Misiones y Corrientes son las provincias con mayor riesgo de que ingrese el virus de la fiebre amarilla que hace ya varias semanas desencadena un brote epidémico en Brasil. Ante esta amenaza real, las autoridades sanitarias nacionales y provinciales reforzaron la vacunación de las personas que tienen previsto vacacionar en Brasil y continúan las tareas de combate del vector que es el mismo que el del dengue: el Aedes aegypti. Además, se reforzaron los monitoreos de la población de los monos carayás o aulladores que actúan como centinelas de la fiebre amarilla pues contraen el virus antes que los humanos y se mueren a los pocos días.
El brote del 2008
Agostini vino a Misiones en 2005 para investigar a estos primates para su tesis de doctorado junto a su colega Ingrid Holzmann. Su interés estaba centrado en el Parque Provincial El Piñalito (San Pedro), uno de los pocos lugares en el mundo donde coexistían por ese entonces los monos carayá rojos y los negros. Después de casi un año de búsqueda de los grupos y que éstos se habitúen a su presencia, Agostini y Holzmann dedicaron otros dos años para monitorear el comportamiento de los carayá. Agostini estudiaba su dieta, uso del espacio y del tiempo; y la diferencia entre las dos especies de aulladores. Holzmann las vocalizaciones de ambas especies.
A principio de 2008 volví a Piñalito para tomar unos datos que me faltaban para mi tesis cuando encontré los cuerpos muertos de los integrantes de los cuatro grupos que estudiábamos. A partir de eso, dimos la alerta de la fiebre amarilla que generó la campaña de vacunación para las personas. Fue un golpe terrible para nosotros, el virus arrasó en una semana con los 44 monos bajo nuestro monitoreo. Luego comprobamos la muerte de los carayá que vivían en los otros parques de Misiones: Moconá, Cruce Caballero. También se dejaron de ver y oír a los aulladores rojos en otras áreas donde antes estaban, como al oeste de la Reserva de Yabotí, el Parque Provincial Caa Yarí y Papel Misionero, recordó la científica.
Casi seis años sin avistaje de los carayá
Después de 2008, Agostini y Holzmann realizaron varios relevamientos en Misiones en búsqueda de los aulladores y recién en 2014 volvieron a hacer un avistaje. En 2008, durante el brote de fiebre amarilla, todavía quedaban registros de aulladores rojos y negros en varias áreas. Pero en los siguientes relevamientos los aulladores, particularmente los rojos, habían desaparecido. En 2014, por primera vez, volvimos a ver aulladores rojos en Piñalito. Poco a poco, tuvimos algunos pocos registros en Moconá. En mayo de 2017 empezamos a monitorear con mayor frecuencia en el Parque Piñalito para poder determinar la población de los carayá rojo y, hasta el momento, creemos que hay dos grupos del aullador rojo y una pareja de aulladores negros. En el marco del brote de fiebre amarilla que ocurre en Brasil, en noviembre, diciembre y enero reforzamos los monitoreos de estos dos grupos gracias a los fondos de la Dirección de Fauna y Conservación de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente de la Nación. El objetivo es detectar cualquier ausencia de registro repentina o detección de monos muertos que indiquen la presencia de la fiebre amarilla en nuestro país. Por suerte, hasta ahora en Piñalito no hemos detectado ningún cambio. En el Parque Moconá, lamentablemente, no logramos encontrar a los monos y los guardaparques nos dicen que no los ven ni escuchan hace más de un año. Una buena noticia que tuvimos en octubre del año pasado es que se volvieron a ver a aulladores rojos en el Parque Cruce Caballero, después de diez años de ausencia de registro de la especie en esa área protegida, indicó.
Centinelas epidemiológicos
Agostini destacó el apoyo que comenzó a recibir el proyecto de monitoreo de los carayá en Misiones desde mediados de 2017 por parte de los Ministerios de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Están próximos a su extinción y por eso es tan importante que la población entienda que los monos aulladores no son los culpables que el virus de la fiebre amarilla circule en el ambiente porque se mueren poco después de contraer la enfermedad. En cambio, los monos funcionan como centinelas epidemiológicos porque la muerte de varios ejemplares de estos primates en una determinada zona nos da una alerta temprana de que el virus está presente y lo podemos detectar antes que enferme a los humanos, remarcó.
En este sentido, la científica aseguró que podemos sentirnos a salvo de la fiebre amarilla mientras tengamos cerca a los monos aulladores. Lamentablemente, por ignorancia del ciclo de la enfermedad y el rol de los monos, se están dando casos en Brasil de campesinos que salen a matar a estos primates por temor al contagio. Para protegerse de la enfermedad, simplemente hay que vacunarse.
Necesitamos un mayor apoyo del Ministerio de Ecología
Agostini señaló que cuentan con el permiso del Ministerio de Ecología de Misiones para llevar a cabo el monitorio en los parques provinciales pero destacó que no cuentan todavía con un apoyo más fuerte por parte de esta dependencia. Para nosotros sería muy importante y bueno contar con un mayor compromiso de Ecología porque son los que administran las áreas protegidas de la provincia donde habitan estos pocos monos quedan, por lo que sería muy importante que se integren los esfuerzos, una sinergia, porque la situación de la especie es muy crítica: me animo a decir que quedan menos de 50 aulladores rojos en Misiones.
En este contexto, en pos de la preservación de la especie, advirtió la necesidad de que no se sume al peligro de la fiebre amarilla el ataque de las personas a los aulladores. Esta especie fue declarada en peligro de extinción por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM) y Monumento Natural Provincial para Misiones.
Cámaras trampas
Dada la baja densidad de la población de monos carayá en Misiones, el avistaje en la selva ya no es el método más adecuado para monitorearlos. Por ello, según contó Ilaria Agostini, comenzarían a utilizar métodos alternativos a partir de 2018.
Si el Ministerio de Ecología nos autoriza, arrancaremos en las próximas semanas. En noviembre pasado recibimos fondos de dos organizaciones para poder empezar el proyecto de colocación de cámaras trampas en las ramas de los árboles y también otros equipos como grabadores digitales automáticos que permiten grabar sonidos de la naturaleza como las vocalizaciones de larga distancia como los aullidos. Queremos testear además el uso de drones con termocámaras para identificar a los monos en los árboles.
A corto plazo planean crear una red de colaboradores que incluya a los guardaparques de Misiones y otros actores que pueden ser claves en el registro de los aulladores y su reporte. Los interesados pueden contactarse vía Facebook a proyecto carayá rojo.
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