Comenzó 2017. Cada cierre de año y comienzo del nuevo es una buena oportunidad para recapacitar acerca de lo que hicimos, lo que prometimos hacer y lo que nos faltó cumplir de esas promesas.En el sector agrario, cuando se fue el ministro Néstor Ortega (echado porque ya no tenía diálogo con casi ningún sector, salvo los de su interés), la renovación sufrió una enorme baja en el caudal de votos en la siguiente elección legislativa. Allí aparecieron todos los balances habidos y por haber, enfocando en que se había cometido un error en la gestión. Ese error, se supone, era haberse alejado del sector productivo, donde el oficialismo tenía poder territorial hasta que no pudo responder a los reclamos del sector agrario. Imposible no citar la aparición del Pays, con un grupo de legisladores cercanos a la producción, especialmente del tabaco, donde llegaron a conformar una Asociación de Campesinos como es la Actim.Con competencia política, la renovación pensó en articular áreas con el fin de incrementar su presencia.En el Agro, asumió el exintendente de Dos de Mayo, el clossista José Garay, con el compromiso de lograr esa tan mentada cercanía. Rodeado de funcionarios afines al exgobernador, es decir, casi sin cambios respecto de lo que Ortega tenía.Como todo nuevo mandato, al principio, se le da un tiempo para acomodarse, para que se informe de la situación al máximo posible y luego ofrezca las estrategias destinadas a mejorar. Porque de eso trata: de mejorar lo existente. Pero termina 2016 y los problemas siguen siendo los mismos en el campo productivo:?bajos precios, mercados con problemas, inflación, mayores costos que no se llegan a cubrir, entre otros. Que el inicio de 2017 ayude a definir mejor las acciones para los miles de productores que esperan una salida a tanto esfuerzo.
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