Señora Directora: Otra vez los posadeños estamos sufriendo de la prepotencia de una empresa de transportes que nos tiene de rehenes de su voracidad y sus caprichos. Cada año parece calcado el proceder para lograr que la gente, amenazada por la posibilidad de un incremento exagerado de tarifas, acepte un mal menor y, resignada, pague el nuevo precio que también será excesivo, pero inferior al que se barajó en principio.Una jugada que puede ser eficiente dos o tres años, pero cuando se la reitera repite la fábula del pastorcito mentiroso, nadie termina escuchándolo y descree de lo que plantea. Aunque para ello y buscando, quizás, mayor efecto, expone a sus choferes con un reclamo laboral, al que todos seremos más sensibles; aunque en realidad solo sea un paro empresarial –”lock-out”, creo es el término en inglés– para forzar un nuevo aporte dinerario, ya sea a través de un incremento de tarifas o de los subsidios millonarios que hoy recibe.Para más, para disimular, cuando consigue ese “beneficio” se compromete a una infinidad de acciones que luego serán olvidadas por ellos y las autoridades que deben hacerlas respetar. Ignoran incluso disposiciones municipales como ocurre, por ejemplo, con las unidades especiales para minusválidos que existen, pero están muy lejos de cubrir el cupo establecido por la Municipalidad. A ellas sumo los cientos de refugios para las paradas como lo denuncia ese Diario, siendo una carencia que padezco cada día con sol, lluvia o larguísimas esperas, sin tener donde protegerme.Me parece que dentro de cierta regulación sobre itinerarios, habría que flexibilizar el servicio permitiendo una competencia que redunde en un mejor servicio, con mayores frecuencias, precios más bajos y recorridos más generosos.
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