Observar animales de todo tipo es un pasatiempo fácil de disfrutar en familia. También convoca a especialistas, ecologistas, fotógrafos y conservacionistas, y cada uno a su manera aborda a la naturaleza, que en el Parque Nacional El Palmar, de Entre Ríos, es verde y pura.Los senderos del Parque Nacional proponen recorridos entre la vegetación densa cruzada por arroyos y lagunas. Los viajeros se conectan con el ecosistema en silencio y los sonidos provienen sólo de la brisa meciendo los palmares, la fauna que pasa correteando o los pájaros que cantan como si dieran pistas para que se los vea.Entre los secretos a descubrir hay más de 250 especies de aves, cada una con sus características. Los visitantes consultan sus guías y discuten en voz baja si aquel es un corbatita o un tordo, fotografían cardenales y se embelesan ante los canasteros, las lechuzas y los pájaros carpinteros que trabajan sin parar regando su característico sonido. La selva se luce como una galería de arte y hay diversas formas de recorrerla. Algunos eligen una cabalgata para un paseo tranquilo, otros practican canotaje en el agua cristalina y otros caminan junto a los guardaparques, siempre dispuestos a compartir sus conocimientos.La última reserva de palmeras buttia yatay del mundo sorprende a los viajeros con sus atardeceres impecables de tonos rojizos sobre las playas del río Uruguay. Una mateada admirando el paisaje corona la jornada antes de volver a Colón para hospedarse y cenar, con la alegría de saber que al día siguiente el Parque Nacional seguirá allí. Las vacaciones recién empiezan y hay un mundo de maravillas naturales que espera.
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