Viktor Frankl un judío vienés, psiquiatra y neurólogo, estuvo en campos de concentración nazis desde 1942 al 1945, entre ellos el temido campo de Auschwitz, donde sus padres, hermano y esposa murieron; luego del calvario sosegó su terrible experiencia.Frankl concluyó que los seres humanos, aún en condiciones extremas de deshumanización y sufrimiento, como en estos campos de exterminio nazis, pueden encontrar una razón para vivir, basada en su “espiritualidad”, ayudando a encontrar un sentido al sufrimiento, siendo un logro, convirtiendo la tragedia en un triunfo; pero debes saber para qué. Si no podemos encontrar ningún sentido a nuestras vidas, “tal vez tengamos algo con qué vivir, pero no tendremos nada por lo que vivir”.Muchos prisioneros de esos campos de concentración se suicidaron, otros enloquecieron, otros sucumbieron por los castigos y la hambruna; pero aquellos que tenían esperanzas de reunirse con sus seres queridos o que profesaban una fe, tuvieron mejores oportunidades.Es por eso que nosotros debemos preguntarnos dónde está puesta nuestra esperanza, explorar dentro nuestro por qué sufrimos, olvidarlo aunque sea parcialmente, curar las heridas y reaparecer victoriosos en la vida, a esto se llama “ser dignos de nuestro sufrimiento”.Viktor Frankl, tomó la terrible experiencia que sufrió y la transformó en algo positivo, y eso debemos aprender. El hombre maduro, en lucha constante, puede transformar el sufrimiento del pasado haciendo una lectura positiva del mismo para reconciliarse con él, pudiendo superarlo con paciencia y reflexión, transformando sus aspectos negativos y dolorosos.Hay muchos que luchan, sufren y lloran más que nosotros, sin embargo no retroceden ni se encierran, ellos entienden la bendición de influenciar a otros, aún con gestos y pequeños detalles que cambian el rumbo de sus vidas.Cuando sentimos un “dolor” físico o mental, significa que nos defendemos de un posible daño, pero “sufrir psicológicamente” por estos dolores es distinto, suele manifestarse con pánico, depresión, ansiedad, desesperación y tortura interior, a veces sin límites hasta pensar en morir como única salida.El sufrimiento inmoviliza y desconcentra, siendo a veces una adicción que atrae nuevos sufrimientos prolongando la agonía, donde cualquier motivo suele amargarnos. Morir es un paso donde nos transformamos, tememos más a la expectativa de la muerte cercana, donde el proceso que nos lleva a morir es “difícil”, porque sufrimos nosotros y vemos sufrir a otros, por esto tememos más el sufrimiento que desemboca en ella.Toda experiencia terrible que vivamos en nuestra infancia o juventud, debemos evitar seguir lamentándola durante toda la vida, y convencernos de que ya pasó, para transformarla en un nuevo enfoque en nuestro vivir.Ser maduro es vivir instalado en el presente, habiendo digerido el pasado y estando abierto hacia un nuevo futuro. A todos en algún momento nos puede alcanzar el sufrimiento, por lo que aceptarlo bien es la principal vía de aprendizaje, y la que conduce rápidamente a nuestro mejoramiento. Además, siempre que se pueda, debemos reparar el daño que hicimos para parar el sufrimiento propio y ajeno. En el año 1492, un edicto de los Reyes de España expulsó a más de 150.000 judíos, luego de soportar persecución, tormento físico, degradación moral y extorsión económica. El Fraile T. de Torquemada del Santo Oficio, primer inquisidor general, quemó dos mil judíos en la plaza pública entre 1480 y 1492, y como esto no aleccionó a la comunidad judía, “que según él” persistía viviendo “empecinada en el mal”, aconsejó su expulsión a los reyes españoles. Una leyenda antigua cuenta que estos judíos echados de España, tras habitar su suelo durante más de mil años, llevaron con ellos la lengua ladina o sefaradí o española, y una copia de las llaves de sus hogares, conservándolas de generación en generación como sostén simbólico, con la esperanza de regresar algún día a su añorada Sefarad (España). Finalmente la posibilidad del retorno se hizo realidad, en junio del 2015 el gobierno español de M. Rajoy, otorgó nacionalidad española a los descendientes de los judíos expulsados en el siglo XV, animándolos a retornar a su casa.Esta tardía reparación moral saldó una cuenta pendiente de la memoria política de España, rectificando un error histórico y se hizo justicia. Los daños a terceros quedan grabados en cada conciencia particular y grupal, al final, el análisis necesario determinará el saldo de lo adeudado.No debemos perder el hilo conductor de nuestra existencia entre pasado, presente y futuro, conviviendo con un afán de superación permanente. Debemos tener claros los objetivos, no derrumbarnos ante las contrariedades, ni ante los imprevistos, viviendo con ilusiones y siempre fuertes ante la adversidad.Sufriremos menos si encontramos el “sentido a nuestra vida o razón de ser y existir”, siendo el hilo conductor primordial que se mantiene en nuestra existencia a pesar de los cambios, haciéndonos seleccionar el camino fundamental y alejarnos de las rutas accesorias, por ejemplo evitaremos inundarnos de diversión o entretenimientos para pasar el tiempo.Esta “razón o sentido de la vida” es producto de una decisión personal y comunitaria, unidas ambas indefectiblemente, que es servir, amar sin prejuicios, no perder la esperanza de una vida mejor y la creencia de formar parte de un plan universal guiado.El “sentido de la vida” para Moisés, fue obedecer a Dios, liberar al pueblo judío de la opresión egipcia, y guiarlo en su peregrinaje por el desierto; para Mahatma Ghandi fue conducir la liberación pacífica del pueblo indio de la colonización inglesa; para Martin Luther King fue guiar a la minoría negra estadounidense en su liberación de la opresión por la mayoría blanca; para la Madre Teresa de Calcuta fue ayudar a los moribundos, sufrientes y necesitados a recobrar su dignidad y la del doctor Favaloro fue trabajar e investigaren el campo de la Cardiología para aliviar la dolencia de sus pares.En todos aparece el sentido de restablecer la justicia, mantener la dignidad humana, cuidar a los disminuidos, discapacitados y oprimidos, para darles un mejor pasar en esta vida.Nosotros quizás no estemos a la altura de los ejemplos anteriores, pero con nuestro trabajo humilde diario, con nuestra convivencia responsable, con nuestra defensa de la familia, con nuestro cuidado amoroso de nuestros enfermos y ancianos, con nuestro servicio, podremos encontrar “nuestro sentido de vivir”.Cuanto más cerca estemos de descubrir el sentido de nuestra vida, menor será nuestro sufrimiento.por Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]
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