En tiempos de cursos ¿cuántas veces escuchamos frases como esta?: “¡Tengo 89 puntos! Gaste fortunas haciendo capacitación! Nunca antes tuve tantos recursos, nunca hice tantos postítulos y, sin embargo, nunca tuve tantas dificultades como las que tengo ahora para enseñar”.Alguna vez el profesor e investigador de la Universidad Nacional de General San Martín, y exministro de Educación de la Nación Juan Carlos Tedesco, escribió lo siguiente : “Antes, lo que se aprendía servía para mucho tiempo. Hoy hay que educarse para aprender a lo largo de toda la vida y esto afecta al maestro, a la escuela. Todo esto se une al hecho de que no se puede desconocer que la profesión docente ha perdido prestigio y lugar en la sociedad”.Enseñar a aprender, el desafío que se indica como el más complejo para los docentes hoy, es algo “difícil de encontrar”, apunta Guillermina Tiramonti, coordinadora académica y profesora de la Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). “Es difícil encontrar que se enseñe a aprender porque la escuela está estancada en la idea de que el profesor es el único transmisor del saber y entonces repite la misma práctica que hace cincuenta años”, dice.Según Tiramonti, las investigaciones evidencian “que los estudiantes se quejan de que los docentes no les dan clases porque faltan o les hablan de cualquier cosa o les dan ejercicios como para pasar el rato. Y también sale de los estudios de campo que hay pocos profesores que saben sobre lo que exponen y que obtienen el respeto de los chicos”.Según Beech, la dificultad de maestros y profesores para no trasmitir conocimientos sino enseñar habilidades radica en que la mayoría de los docentes son “profesionales que se capacitaron para enseñar de otra forma y está comprobado que la biografía escolar del docente es quizás tan importante como toda su formación académica”.En este contexto, el cambio fundamental, para Beech, es el del estilo pedagógico. “Hasta hace poco se usaban recursos puramente demostrativos. Se leían los datos de un libro de texto y se veían fotos. El niño era un sujeto pasivo. Hoy se ve al niño como un sujeto activo y se espera una pedagogía centrada más en el hacer; es decir, que se plantee que el chico piense, reflexione, vincule. En cambio, hay todavía docentes que usan la computadora sólo para mostrar cosas, como antes se mostraban las fotos en un libro”.Imagino entonces lo que habría sido de nuestro rol, hace tiempo: No había tablets, ni netbooks, ni pizarras magnéticas, ni fotocopiadoras. Había como mucho tizas, pizarrón, el manual, algunos mapas y unos pocos libros en la biblioteca de la escuela. Hoy se valora la interactividad que permiten las nuevas tecnologías. Pero de todas formas, nada puede reemplazar a la persona en la relación con el alumno”.Transcribo los dichos de una docente casi jubilada: “Los niños ahora tienen la concepción de que antes que el maestro está Santa Internet. Si yo lo digo es cuestionable, pero si lo leyó en Wikipedia no lo dudan”.Entonces, ¿qué decir ante este escenario? “Los recursos audiovisuales y tecnológicos son atractivos para los alumnos, pero este atractivo no dura si yo como docente no me transformo en el recurso por excelencia”. Como muchos sabemos -o creemos- enseñar ahora es más difícil que hace cuatro décadas porque hay docentes que pierden el sentido de su profesión y nos encontramos a diario con nuevos escenarios sociales, familiares, que a veces no acompañan nuestro trabajo. Existe, como lo dijo Tedesco, “otro cambio social que modificó también el clima en la escuela. Es el trato, o destrato, que se le da a la autoridad, sea cual fuere. Hoy los chicos no tienen internalizadas desde los hogares pautas de disciplina. En el buen sentido hay más libertad, más participación, más respeto por el otro, y mantener la disciplina es más difícil porque hay que conquistar al alumno. El docente no se impone simplemente por el lugar que ocupa en el aula”.Para Tiramonti, “no hay aprendizaje posible si no se construye con el alumno un vínculo de respeto y generosidad para enseñar. Hay chicos difíciles, pero también hay muchos más que esperan aprender y a un docente con voluntad de enseñarles”.En nuestro país, por lo menos a nivel declarativo, hay interés por “transformar” la educación, con énfasis en la mejora de los aprendizajes de los estudiantes y en el desempeño docente. Supongo que estos aspectos a transformar no son un fin en sí mismos, sino que responden a las grandes transformaciones que suceden en el mundo y que devienen en demandas a la educación de la Argentina . En consecuencia, la escuela debe desarrollar las competencias básicas que permitan a los estudiantes insertarse exitosamente en procesos de educación superior y desde ésta formar el capital humano capaz de dinamizar los aspectos sociales, económicos, tecnológicos, culturales pero sobre todo el desarrollo personal que incidirá en los anteriores. Y ¿cuál es el rol que debe asumir el docente en este contexto educativo?Primero y esencialmente, debe ser consciente de su ubicación como elemento fundamental en esta “transformación” de la educación, de la reflexión de su práctica pedagógica y evaluarse si está preparado para insertarse en dicha transformación. Si esto no sucede, los otros aspectos que se expresan a nivel declarativo, ciertamente necesarios, como ser mediador, guía, facilitador, investigador y evaluador de su propia práctica, entre otros; no impactarán significativamente en el logro de los aprendizajes fundamentales de los estudiantes.Uno de los aspectos clave de esta “transformación” de la educación, dado el agotamiento del modelo tradicional, es la generación de nuevos e innovadores ambientes de aprendizaje que trasciendan la noción de espacio físico y abrirse a una nueva perspectiva desde un espacio de construcción significativa entre diferentes miembros que desean aprender porque se sienten animados, utilizando diversas estrategias para lograr el aprendizaje autónomo y colaborativo tendientes a la resolución de problemas, donde el docente sea activo participante en una comunidad de aprendizaje, un problematizador que provee retroalimentación y orientación permanente.¿Por qué es importante pensar en el rol docente? La importancia recae en que cada una de las palabras y actitudes que realiza el docente, intervienen en la formación del sujeto, repercutiendo de manera negativa o positiva, es por esto que consideramos relevante creer en las capacidades, habilidades, potencialidades del otro y por sobre todo en la valoración de la diversidad, pues el hecho de confiar en el estudiante, promueve su confianza, autonomía y legitimidad, lo que se traduce finalmente en consecuencias positivas en el desarrollo del individuo. Pensamos que para lograr un trabajo óptimo es necesario realizarlo en conjunto con la familia, a la vez, el docen
te debe dar un espacio en donde se genere la confianza por medio de la democracia, diálogo e interacción, es decir, un ambiente físico y emocional óptimo. Es significativo en el rol docente potenciar las capacidades y habilidades del estudiante, tanto las cognitivas como a las directamente relacionadas con la socialización, adaptación, cumplimiento de roles e interacción dentro de su entorno, éstas últimas más importantes aún ya que condicionan un clima afectivo favorable, desembocando en un aprendizaje integral.Como psicopedagoga considero fundamental utilizar una metodología basada en el amor y el diálogo, estableciendo vínculos, empatía y respeto, reconociendo y valorando las emociones individuales y del grupo. Se deben evitar los prejuicios, ya que nos limitan frente a la creación, ya sea de nuevas metodologías como de aprendizajes satisfactorios.Es indispensable observar no tan sólo lo cognitivo, como tareas, dibujos, palabras escritas, sino más bien las actitudes corporales, expresividad y estados anímicos que manifiesta el estudiante para tomar medidas adecuadas frente a posibles consecuencias negativas, que pueden repercutir en el desarrollo y aprendizaje. Se debe apostar al diálogo en la resolución de conflictos, aplicando sanciones cuando esta instancia esté probadamente agotada.El rol del docente actual es el de educar, de formar, no sólo para el trabajo y para ulteriores estudios, sino fundamentalmente para la vida, para lograr ciudadanos respetuosos, solidarios, con espíritu crítico, pero que argumenten desde el diálogo y desde la comprensión de las ideas ajenas, para lo cual el maestro debe dar el ejemplo.Se exige hoy al docente compromiso, con el conocimiento de cada alumno como ser individual, y del grupo en su conjunto. Debe indagar sobre sus intereses, para poder asumir una actitud motivadora y contenedora en esta ardua tarea de enseñar. Los límites deben existir, pero si se desea llamar la atención o reprender a algún alumno por alguna falta grave, debe hablarse con él en privado.En definitiva se debe educar como siempre desde el ejemplo. Un maestro que llega tarde a clase o que no devuelve las tareas a tiempo, no obtendrá de sus alumnos seguramente puntualidad; un maestro que no respeta no conseguirá respeto.¡Feliz Día Docentes!Colaboración: Myrian Mabel BáezLic. en Psicopedagogí[email protected]
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