Luego de que a fines de julio la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) oficializó la vuelta del envío a domicilio para las compras al exterior a través de páginas web, la vuelta del régimen “puerta a puerta” se hará realidad este viernes.Con el tiempo, el objetivo del Gobierno es que se terminen las largas colas en el edificio de la Aduana en Retiro, y así dejar atrás años de restricciones que se impusieron de forma paulatina con el cepo cambiario en 2011.Si bien el formulario 4550 no se usará más, el consumidor deberá comunicar en la web del organismo que recibió el producto dentro de los treinta días corridos luego de su llegada al domicilio, y para eso, se pondrá en marcha un micrositio que facilite el acceso.En primer lugar, sucederá algo esperado por los viejos compradores en tiempos de restricción: los productos varados en la aduana serán entregados con el sistema “puerta a puerta” de forma directa sin trámite alguno, siempre y cuando cumplan con las nuevas condiciones.Los productos que llegan al país pueden entrar a través del correo oficial o los couriers, como DHL, UPS y Fedex. Cada caso comparte características en común, aunque las diferencias saltan a la luz con los límites de peso e importe, entre otras cuestiones:A continuación, un repaso de las principales claves a tener en cuenta antes de hacer el primer click y que el producto llegue al domicilio:1. Límite de peso e importe: para Correo Argentino, es de hasta 2 kilos y USD 200. Para los couriers, es de hasta 50 kilos y 1.000 dólares. El límite de precio siempre se calcula sobre el valor total del producto, sin incluir impuestos ni costo de envío.2. Cantidad de productos: el Correo oficial no tiene límite de envíos en cantidad. Para el correo privado, existe un tope de cinco envíos por persona y año calendario. Un dato a tener en cuenta: el free shipping (envío gratis) se realiza mayormente través del correo oficial. Y si el envío se realiza desde el correo oficial de un país fuera de la Argentina, aquí llegará siempre a través del Correo Argentino. Esta situación se suele dar en las compras a través de sitios chinos, como Ali Express.3. Franquicia de u$s25: este beneficio aplica sólo para el correo oficial, no para el servicio privado. La franquicia está disponible en la primera compra y aplica para el cálculo impositivo sobre el producto.4. Volante Electrónico de Pago (VEP): es tarea del comprador generar este comprobante sólo si el producto se compró vía correo oficial. Cuando la mercadería llega al país, el correo le avisa al destinatario y ahí deberá generar el VEP en la web de la Afip. Si la mercadería se compró por couriers, estas empresas generan el VEP.5. Impuestos: el gravamen es del 50% del valor de la mercadería si el producto llega por Correo Oficial. Los productos de hasta 25 dólares no pagan impuestos a la importación, y los que superen los 3.000 -que ya no llegan a domicilio- siguen el tratamiento de envío comercial. Para los couriers no aplica el 50%, ya que el tributo a cobrar dependerá de la posición arancelaria del bien, que contempla el origen y las características.6. Aviso a Afip: no importe por qué vía llega el producto al país, el consumidor deberá comunicar en la web que recibió el producto dentro de los treinta días corridos luego de su llegada al domicilio. Se debe tener un Cuit/Cuil y la clave fiscal con un nivel de seguridad 3.Pérdida de competitividadHay estrategias de defensas tan arriesgadas que pueden volverse una autoincriminación. Sobre todo cuando quien esgrime esos argumentos es un industrial argentino tratando de justificar la necesidad de protección estatal.Eso es lo que está ocurriendo por estas horas, cuando en su afán de concientizar sobre el peligro de las microimportaciones individuales con servicio “puerta a puerta”, los industriales realizaron una campaña que deja al desnudo su dramática pérdida de competitividad.Algunos creen que el “efecto boomerang” ya empezó, porque la difusión del cuadro comparativo de precios entre productos argentinos y los potenciales competidores chinos es de tal magnitud que mucha gente que no había considerado la posibilidad de sumarse al “puerta a puerta” ahora lo está pensando seriamente.En todo caso, el tema disparó una nueva edición para un debate clásico: de quién es la culpa la falta de competitividad de los productos argentinos, cómo se puede corregir y, sobre todo, hasta dónde se justifica el subsidio estatal o el sobreprecio de los consumidores.Por detrás de esta pulseada entre la industria nacional y las importaciones está el macrismo, que continúa intentando normalizar las relaciones con el mundo, desandando el camino de trabas y restricciones heredadas de la época K. “Es una medida que apunta a facilitar la vida cotidiana de los ciudadanos. Recordemos que algo tan sencillo como comprar un libro se había transformado en una verdadera odisea”, enfatizó el titular de la Afip, Alberto Abad, durante la conferencia en la que comunicaron el reanudamiento del servicio “puerta a puerta”. “El nuevo sistema de envío es un ejemplo cercano a los ciudadanos de la integración inteligente con el mundo, que es uno de los ejes para el desarrollo que promueve este Gobierno”, señaló el secretario de Comercio, Miguel Braun. Agregó que “el Estado recauda casi la mitad de lo que se importa, se introduce competencia de manera muy medida y sostenida en el tiempo que favorece al consumidor y no descuida a la producción nacional”, resumió, a su turno, el secretario de Comercio, Miguel Braun.Sin embargo, “puerta a puerta” y “cuidado de la producción nacional” no son conceptos que para los industriales vayan de la mano. Por el contrario, desde un amplio abanico de cámaras sectoriales salieron a pegarle al Gobierno, advirtiendo que se le estaba abriendo la puerta a la competencia desleal. “Si se masifica este servicio, el aparato productivo va a sufrir”, resumió Vicente Lourenzo, vocero de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came). En tanto, el presidente de la Asociación de Importadores y Exportadores (Aiera), Juan Carlos Pereyra, señaló que si bien se trata de una “herramienta que puede ser útil”, resulta “excesivo” el tope permitido de u$s1.000 por cada una de las cinco operaciones anuales permitidas, argumentando que el límite debería haber sido de un tercio.A su turno, el presidente de la Cámara de Manufacturas del Cuero (Cima), Ariel Aguilar, alertó que “la medida apunta al corazón de la producción y el empleo”. Mariano Kestelboim, reconocido consultor de la industria textil y electrónico, afirmó a este medio que el nuevo régimen podrá convertirse en una competencia que “dañará al entramado productivo, especialmente a los fabricantes de indumentaria y calzado”. “En la Argentina hay casi 35 millones de tarjetas de crédito, con que 1 millón de titulares, es decir, menos del 3%, realice
compras por cerca de la mitad del tope máximo permitido, estamos hablando de importaciones por casi u$s3.000 millones anuales. Esto equivale a un cuarto de las compras totales que realiza la Argentina en concepto de bienes de consumo”, graficó. ¿No alcanzó la devaluación? La competitividad de un país y de su entramado productivo no puede reducirse al valor del dólar. Pero está claro que cuando las importaciones comienzan a presionar, es uno de los argumentos que esgrimen desde el arco industrial. En este sentido, queda de manifiesto que, aun a pesar de una devaluación del 55% de por medio, el sector productivo está muy lejos de estar cómodo con el actual nivel del billete verde. Lo llamativo es que, aun con ese salto del dólar e incluso sumándole un impuesto del 50% a todos los productos que entran del exterior y que superen los u$s25, los bienes argentinos casi no tienen chances de competir contra artículos similares procedentes de China. Así quedó de manifiesto en un informe elaborado por la Came. Un vestido casual confeccionado en la Argentina hoy puede conseguirse a razón de $700. Sin embargo, una prenda de similar calidad, aun tributando el arancel, llegaría directamente desde el gigante asiático a la puerta del comprador por menos de $300. Es decir que el producto nacional resultaría 140% más caro.En el caso de las carteras, el gap puede ser del 120%; en calzados, de casi 65%; en lo que respecta a tecnología, como celulares, la diferencia se acerca al 60%. A lo poco efectiva que puede ser la barrera del dólar alto como única estrategia industrial, se suma un hecho no menor: gran parte de la devaluación que propició el macrismo, se terminó “esfumando” por la suba de precios. Al respecto, Gabriel Caamaño Gómez, analista de la Consultora Ledesma lo graficó de la siguiente manera: al salto del dólar del 54% se le debe restar la inflación local. Según sus cálculos, el tipo de cambio, en términos reales, sólo mejoró un 14%. “Esto significa que la inflación ya consumió dos tercios de la mejora real tras el ajuste nominal del billete verde”, agregó el experto. Diego Coatz, economista de la Unión Industrial Argentina, advirtió que “en dólares empezamos a ser relativamente caros ya que lo que ganamos en competitividad en diciembre lo estamos perdiendo porque el tipo de cambio no acompaña la suba de la inflación. Esto implica que estamos perdiendo competitividad”. Fuente: iProfesional
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