Técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se encargaron de desmentir el mito urbano que sugiere que los vacunos de hoy en día están alimentados casi por completo con granos de maíz o soja y que pasan toda su vida hacinados en su corral, llegando incluso a decir que eso provocaría que su carne finalmente “tenga gusto a cerdo”.
En relación a esto, Irene Ceconi, técnica del INTA de General Villegas, resaltó que el 90% de la alimentación de un novillo a lo largo de toda su vida está compuesta por alimentos voluminosos o forrajes, ya sea pastizales naturales, verdeos, pasturas; en forma directa, o como heno o silaje. “Bajo el sistema argentino, solamente en la etapa final, de terminación en el corral entra el grano en la dieta. Y aún en la más concentrada, siempre hay un 20% de forraje”, indicó.
Al mismo tiempo destacó que el maíz no es malo para la dieta del bovino, pero en caso de usarse debe ser en forma estratégica. “Tampoco hay que caer en el abuso desde jóvenes, como se hacía con los terneros bolita, que eran engordados antes de su desarrollo final de crecimiento”, amplió en diálogo con Bichos de Campo.
El bovino es un rumiante y necesita un alto porcentaje de fibra para su correcta nutrición. Es por eso que siempre en su dieta existen forrajes (pasturas nativas o implantadas), hasta en su última etapa, de terminación, en donde bajo los modelos actuales de producción aparece el grano en el comedero.
Por su parte, Daniel Méndez, otro técnico ganadero de INTA General Villegas, destacó que un animal en toda su vida, desde que nace hasta que es faenado luego de tres años, consume cerca de 10 mil kilos de materia seca, que es la unidad de medida que se utiliza para hablar del pasto sin humedad. Además informó que solamente el 10% de la dieta total de la vida del animal corresponde a granos en la etapa de terminación.
Sistema de pastoreo
Es de vital importancia que cada productor conozca el comportamiento de sus pastizales, tanto en la época lluviosa como en el verano, ya que de ello depende la mejor utilización del principal recurso que tiene.
La maduración y la floración de las diferentes gramíneas utilizadas como principal recurso para la alimentación del ganado, varían según la cantidad de luz solar, temperatura y humedad ambiental.
En otras palabras, dependen de las condiciones ambientales y la topografía del terreno. Así, el óptimo aprovechamiento de los pastos depende mucho de la observación que cada productor haga en su propiedad y del conocimiento que genere al respecto.
El pasto consumido directamente por los animales es el alimento fundamental en la gran mayoría de fincas ganaderas. Su valor nutritivo es elevado cuando los pastos están en sus épocas óptimas de aprovechamiento. El pasto maduro, en cambio, es tosco, fibroso, de menor valor nutricional y, por tanto, menos aprovechable por el ganado.
La buena alimentación mejora la producción de las vacas, por lo que es aconsejable pastorear en potreros cercanos al establo o al sitio de ordeño; así la vaca no tendrá que caminar demasiado y así evitará una pérdida de energía que podrá destinarse a la producción de leche, aparte de que se evitarán problemas de cojera.
El alimento que se proporcione al ganado debe ser equilibrado en proteínas, vitaminas, minerales y carbohidratos, tomando en cuenta los requerimientos de cada animal (edad, sexo y producción). Las vacas consumen diariamente cerca del 10% de pasto fresco con relación a su peso vivo.
Modificaciones del modelo de alimentación ganadera
El modelo ganadero ha ido cambiando: intensificándose y profesionalizándose. Hace 20 años era poco habitual que los productores realicen reservas forrajeras.
Es decir, era muy extraño que recolectaran el pasto que sobraba en la primavera para dárselo a los animales en el invierno, cuando escasea de forma natural.
Allá por la década del 80 empezaron a aparecer las maquinarias forrajeras para henificar las pasturas. Mientras que por los años 90 ya se habían establecido entre los productores de punta, junto al silo de planta entera de maíz que también se empezaba a utilizar. De allí salía un alimento que combinaba la fibra y el grano en un solo bocado.
En primera instancia, y siempre a la vanguardia, estuvieron los productores lecheros. Ellos notaban de forma lineal cómo impactaba la calidad alimenticia en el rinde diario de leche. Tenían grandes baches productivos y estabilizar los rindes a lo largo del año resultaba muy beneficioso para sus márgenes. Atrás de los lecheros, siempre copiaron los productores de carne.
Es así que hoy muchos criadores e invernadores henifican sus pasturas y en todo plan de los engordadores entra el silo de maíz como fija en el patio de comidas.