El salto se forma a partir de un desnivel del arroyo Anselmo, tiene una caída de agua de alrededor de tres metros de altura y está ubicado en cercanías del barrio homónimo, cerca del centro de la ciudad.
Durante muchos años este espacio estuvo librado al abandono y se temió su desaparición cuando Yacyretá subió la cota, pero felizmente su nombre resurgió en la agenda y se busca su puesta en valor para regalar, tanto al turista como al lugareño, un momento de verdadero contacto con la naturaleza.
Este “oasis” además posee un gran valor histórico, pues se comprobó que en sus inmediaciones se asentó, alrededor del 1700, la reducción jesuítica San Cosme y Damián, radicada en Paraguay, y que vivió 102 años en nuestra provincia de los 134 años de su existencia. Según la distribución de los 30 pueblos indígenas a principios del siglo XVIII, quince están en Argentina (Misiones y Corrientes); ocho en Paraguay y siete en Brasil.
La Capital histórica alberga además las Ruinas de Candelaria, que se levantan a sólo 300 metros de las orillas del Paraná, con un sugerente contexto paisajístico, donde los restos en elevación que sortearon el paso del tiempo corresponden a la sede del Superior y a los talleres, una edificación que presentaba una planta alta y, probablemente, un subsuelo.
En una altura de entre seis y siete metros se aprecian muros, columnas y pisos, además, algunas tiras de viviendas, partes del templo y de la huerta.
Los vestigios más notorios de la antigua reducción, cuyo emplazamiento definitivo se dio aquí, en 1665, y fue sede del Provincial de las Misiones de Guaraníes y su centro administrativo, se encuentran en terrenos de la actual Unidad Penitenciaria de Candelaria.
Y, si se visita Candelaria, no puede dejar de recorrerse su costanera, disfrutar de un mate o, simplemente, un momento, frente al río que, junto a la costa paraguaya, regala vistas increíbles, verdaderos relaxs y muy cerquita de la ciudad.