CONCEPCIÓN DE LA SIERRA. Ana Saravia tiene 45 años. Vive en un ranchito sobre un camino vecinal -la calle Urquiza-, una picada empinada donde existe un pequeño asentamiento de familias humildes. Este año, murió uno de sus hijos, Néstor Saravia, de seis años. Tenía meningitis. Desde hace cuatro años viven sin servicios básicos: no tiene agua ni energía eléctrica. Las condiciones habitacionales y carencias que deben soportar imponen un alto riesgo sanitario para los niños. Siete menores están a cargo de Ana, entre hijos y una nieta de un año y medio. Esta última, Micaela, tiene bajo peso y está inscripta en el programa provincial Hambre Cero. Pero el programa, le aporta apenas 100 pesos por mes y cuatro kilos de leche. Consciente de la necesidad imperiosa de mejorar el ambiente en el que viven, para preservar la salud de sus chicos, Ana solicitó en varias oportunidades al municipio, que le brindaran una solución habitacional definitiva. Nunca obtuvo respuestas positivas en la práctica. Esta semana PRIMERA EDICIÓN acudió a su pedido de ayuda, y dialogó con ella acerca de la desesperante situación que aqueja a su familia, contexto que se reitera en otras tantas familias de ese y otros puntos de la localidad. Este caso, al igual que el de María Ovando, desnuda un contexto social extremo, donde el riesgo constante y la ausencia del Estado aparecen como denominadores comunes. El dolor más hondoEl 25 de junio de este año, en el hospital Madariaga de la capital misionera, falleció el niño Néstor Saravia, de seis años. “Dos meses estuvo internado en Posadas, y no pudieron salvarle. Es una tristeza de la cual no me recupero, un dolor muy grande. Mi hijo estaba enfermo y no podía darle la atención que necesitaba, si acá vivimos de esta forma, ni siquiera luz tenemos”, expresa Ana, acerca del lamentable desenlace que cobró la enfermedad de su hijo. La casilla donde vive Ana y su familia se encuentra a pocos metros de la Escuela 136, una obra recientemente inaugurada. Está construida en madera y chapa de cartón. El baño es una letrina ubicada a varios metros de la casilla. “Cuando el Gobernador de la provincia vino a inaugurar esta escuela pudo ver bien las condiciones en las que vivimos”, señala Ana. “Los hijos y nietos que tengo a cargo tiene un año, dos años, cuatro años, siete, ocho, catorce, son de varias edades. Todos en este momento se encuentran bien de salud, salvo mi nieta Micaela, que tiene bajo peso”, contó. MicaelaIdentificada con bajo peso por los promotores de salud locales, desde hace dos meses Micaela, de un año y siete meses -hija de Tamara, una de las hijas mayores de Ana Saravia- fue incluida en el programa provincial Hambre Cero, cuyo objetivo teórico plantea “la atención integral” de personas desnutridas o con bajo peso, especialmente pediátricos. Pero en la práctica, a Micaela este programa le aporta nada más que 100 pesos por mes y cuatro kilos de leche. Ni siquiera se le está entregando, la chequera para la feria franca -habilitante para comprar cinco kilos de verduras al mes- que le corresponde a cada beneficiario del plan (este diario ya ha detectado numerosos casos en los que las madres no están recibiendo estas chequeras), y nada se ha hecho para subsanar las condiciones habitaciones y la falta de servicios básicos en la vivienda. “La ayuda del Hambre Cero no alcanza, no es la solución al problema, lo que necesitamos es poder salir de acá, vivir en un lugar mejor. Acá nos arreglamos todos los días con algún guiso o reviro, tratamos con mis hijas mayores de darles a los chicos la mejor alimentación que podemos, pero se hace difícil con tantos chicos y sin recursos”, sostuvo Ana. Tamara, la madre de Micaela, recibe por su hija la asignación universal por hijo, pero sostiene que “no se porqué me hacen ir a cobrar al correo de Posadas, y entonces cada mes tengo que gastar en pasajes a Posadas, llegar hasta el centro, y con todo ese gasto se va una buena parte del salario, ya pedí para cobrar acá pero me dijeron que por un año no pueden hacer nada”. Pedido de asistenciaAnte la muerte de su hijo, el estado de su nieta y la responsabilidad que implica el cuidado de siete menores, Ana Saravia pidió que “se tenga en cuenta mi pedido, solamente queremos poder estar en un lugar donde no hay tantas necesidades para los chicos, donde puedan estar limpios, estudiar con luz, yo soy una madre que lucha para mantenerlos, pero se nos hace muy duro de esta forma, y ya vengo pidiendo ayuda desde hace tiempo”. Números que no cierran para un plan “estrella”POSADAS. Según se anunció días atrás desde el Ministerio de Derechos Humanos, el programa Hambre Cero contará en 2013 con un presupuesto anual de 4.680.000 pesos. Y en recientes declaraciones, el titular de ese organismo, Edmundo Soria Vieta, informó que existen unos 9 mil inscriptos en el plan, orientado a combatir la desnutrición infantil y el bajo peso tanto de pediátricos como adultos. A partir del simple cruzamiento de estos datos, se desprende que a cada uno de los 9 mil beneficiarios, el programa le destinará el año próximo apenas 1,40 pesos por día. Estos significa que el Estado dispone para invertir en estas patologías extremas -que vienen en muchos acarreadas de otros graves problemas sanitarios, habitacionales y sociales, que afectan a todo el núcleo familiar- apenas 511 pesos por año por cada caso de desnutrición y/o bajo peso. Es decir, cerca de 42 pesos por mes para cada “beneficiario”. Los números, son elocuentes en relación a la absoluta insuficiencia de recursos destinados a un programa que en el discurso aparece como uno de los más ambiciosos, pero al cual se le destina, por ejemplo, solo un 10% de lo que se le destinaría a la construcción de un extravagante mega faro en la turística Puerto Iguazú, de acuerdo a los anuncios extra oficiales que se hicieron acerca de esa mega obra. ¿Varita mágica?Esta semana, tras conocerse el fallo que determinó la absolución de María Ovando, el ministro Soria Vieta -quien había bregado indirecta y públicamente para que el fallo fuera condenatorio- salió a hacer nuevamente declaraciones al respecto: “Espero que María Ovando forme parte ahora de las más de 9 mil mamás que luchan por salir de la pobreza de la mano del Estado, en la medida que se le pueda exigir. No hay un Estado omnipresente que puede resolver con una varita mágica todas las problemáticas. A los que nos toca circunstancialmente ejercer una responsabilidad, hay que poner todo el compromiso y hacer todo lo que se pueda pero no se le puede exigir al Estado que resuelva los mil y un problemas d
e un segundo para otro, este es un proceso”.Sin embargo, las críticas que se le hacen al Hambre Cero- por la evidente austeridad de los recursos destinados en contraposición a las fuertes sumas que se destinan a otras áreas mucho menos sensibles – no apuntan a “soluciones mágicas”, sino a que el Estado a través de este programa, destine todos los recursos necesarios para que cada familia identificada pueda acceder a condiciones dignas en materia habitacional, y a una mejora sustancial de su contexto socio ambiental. Y esto es lo que no se está haciendo, justamente porque los recursos son escasos para tal cruzada. Así, la panacea que el programa ofrece queda reducido en la práctica a cuatro kilos de leche y entre 100 y 180 pesos por mes para cada inscripto.En innumerables informes y casos relevados por este diario – como el de Ana Saravia que acompaña a este artículo o el de Mariela de Eldorado, publicado días atrás- se da cuenta de madres con hijos desnutridos, que viven en condiciones insalubres y sin los servicios elementales, y sin embargo el programa Hambre Cero las identifica pero no actúa en consecuencia para modificar de inmediato esos entornos en pos de resguardar la vida de los pequeños. Todo se limita a los cuatro kilos de leche y 100 pesos.Otra duda que surge, tiene que ver con las chequeras que deberían entregarse a cada madre para la compra de cinco kilos de verduras en las ferias francas. PRIMERA EDICIÓN viene detectando una gran cantidad de casos en distintos municipios en que directamente no se está otorgando la chequera. Sobre esto, el Ministerio de Derechos Humanos no ha efectuado ninguna explicación.





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