Por Pamela [email protected] POSADAS. Como si Ñandejára (Dios) le susurrara al oído, el curita dice los más lindos versos que vuelan y anidan en el corazón de la gente. Julián Zini es el nombre de ese humilde peregrino que anda los pueblos bendiciendo a los paisanos, con un avío del alma hecho de palabras, de amor y de chamamé. Esta noche, el cura poeta regresará a esta tierra que siempre lo recibe con los brazos abiertos, acompañado del conjunto Neike Chamigo, para compartir sus versos en la última jornada del 43º Festival Nacional de la Música del Litoral, en el Anfiteatro Manuel Antonio Ramírez. Antes de su nueva visita a Posadas, desde la capital correntina, donde se encontraba para la celebración de los 40 años de la Orquesta Folklórica de Corrientes, el padre Julián Zini compartió una profunda charla telefónica con PRIMERA EDICIÓN, en la que hizo un repaso de su vida dedicada a Dios, a la gente y a esa “trinchera cultural” que es el chamamé. Correntino de las Misiones“Nací en Centinela, entre San Carlos y San José, fui anotado y bautizado en San José, mi mamá es de allí y mis abuelos correntinos, así que soy correntino de las Misiones”, contó el paí Zini sobre sus orígenes y recordó que se crió en Monte Caseros (Corrientes), hasta los diez años cuando lo enviaron a un seminario. “Hasta los 24 estuve en el seminario de Corrientes y después en el Seminario de La Plata”, agregó.En ese tiempo y de tan niño no le habrán permitido elegir…No, me mandaron al seminario, me vieron que era un buen chico y Dios hizo que a pesar de todo haya terminado en el sacerdocio. Cuando me hice la pregunta, lo elegí. Siempre en el seminario tenes una dirección espiritual de un sacerdote que es como tu padre que te acompaña, como tu padrino y te va ayudando a buscar tu vida.¿Cuántos años lleva como sacerdote?El año que viene cumpliré cincuenta años como sacerdote si Dios quiere.¿Cómo se cruzan en su vida religiosa la poesía y el chamamé y esto de llevarlos juntos por los pueblos?La poesía empieza de chico a los trece o catorce años en el seminario estudiando literatura, para nosotros era un juego, una diversión el escribir en versos, y las lecturas de los poetas españoles, eso nos permitió manejar el castellano y manejar el verso. Siempre escribí para las fiestas hasta que llega un momento en que llego de cura a Mercedes (Corrientes), mi primer destino (donde vive actualmente), ahí estuve un año y medio, de allí me llevan cinco años a Curuzú Cuatiá a una experiencia nueva de tipo sacerdotal. Gracias a nuestro obispo santo Alberto Devoto, que realmente fue un profeta y uno de los hombres que vivió el Concilio Vaticano II más a fondo, nos dio una visión de diversidad de imagen sacerdotal de acuerdo a las necesidades del pueblo y se pasó a tener sacerdotes en el campo, en la universidad, en el mundo del trabajo, en el mundo del arte. El reúne a los artistas, a los poetas, a los músicos y así nace la misa correntina, con Ramona Galarza, Romero Maciel y se empieza a cantar en el culto con la música del pueblo de Dios, de la región y entonces es el chamamé del pueblo. Es empujado y animado por eso que cuando llego a mi parroquia, en 1970, ya como párroco de Mercedes me doy cuenta que nuestro pueblo tiene un modo de decir, un modo de ser con mucha riqueza de la primera evangelización, y con un equipo de gente empezamos a buscar las raíces de nuestro modo de ser que se expresa en el chamamé, en una serie de costumbres y nos fuimos para atrás y gracias a Dios descubrimos todo el mundo de las Misiones Jesuíticas que estaba tapado para nosotros, que no se enseñaba ni se enseña todavía en las escuelas, pero fueron 150 años de catequesis que nos marcaron y nos dieron un modo de ser propio que todavía dura.Y usted fue designado párroco en un lugar donde es muy fuerte la creencia en el Gaucho Antonio Gil…Desde la parroquia nuestra, años 70 y 71, escribimos el primer chamamé a Antonio Gil y pusimos por escrito lo que descubrimos, juntamos en el campo las tradiciones populares que quedaban oralmente y eso se llevó al Festival Folklórico de Santo Tomé y de allí a Cosquín (Córdoba) en 1971. En ese momento no había nada fuera de la pequeña cruz y el lugar y lo demás fue creciendo. Padre, más allá de que para la iglesia no sea considerado santo aún ¿Usted cree en el Gauchito Gil?Claro, es mi hermano que está en el cielo, creemos que las personas, y así nos enseñó la Iglesia con su catesismo, que las personas que son matadas injustamente, violentamente se parecen a Jesús y entonces alcanzan el cielo, alcanzan la gloria, la presencia de Dios y desde allí rezan por nosotros. Entonces, a los difuntos le pedimos que nos ayuden. El es un difunto querido, matado injustamente, que el pueblo afirma que le ayuda, acá es muy importante el testimonio de la gente. ¿Cuándo empieza a componer las letras de canciones que luego cantaron Reencuentro, Imaguaré, entre tantos otros?En el año 70 empezamos a trabajar con jóvenes y aparece el Gringo Shéridan (fallecido en la tragedia de Bella Vista cuando un colectivo desbarrancó y cayó en el río Paraná) con 17 años, Tito Gómez, Julio Cáceres, todos chicos que han nacido en distintos lugares y se criaron allí en Mercedes. A partir de la amistad, empiezo a escribir cosas que ellos le ponen música, hicimos un grupo que le llamaba ‘Los hijos del Paiubre’, empezamos a salir y a ganar premios, en el Cosquín, en Paso de los Libres, porque teníamos letra nueva y tocando una temática fuerte que es lo que vive la gente, los valores de nuestro pueblo, las historias. Y junto con eso llega el problema de la represión.¿Cómo vivió esos años de la última dictadura militar?En mi parroquia, mi pueblo fue el que me cuidó frente a las amenazas de muerte que tuvimos. ¿Tuvo que ocultarse, padre?Para ellos yo era el ‘problema’, porque era el que hablaba y escribía, era el ideólogo en todo caso para los muchachos. Lo nuestro era nuevo y era querido por la gente, además conocían nuestro testimonio, cómo vivíamos y qué hacíamos. Tuve que desaparecer un tiempo, estuve escondido quince días pero volví a mi parroquia, no quise salir del país, mis obispos me ofrecieron como a otros hermanos sacerdotes que estáb
amos marcados. Volví, me quedé y Santa Catalina y la Virgen de las Mercedes, nuestra patrona, me cuidaron a través de mucha gente que se jugó por nosotros. Mientras tanto, escribimos muchas cosas, sobre todo de la familia, el amor, cosas que se podían decir en ese tiempo y fuimos armando cosas hasta que se pudo salir. En estos tiempos donde hay tantos avances tecnológicos y tanta influencia cultural externa ¿Cuál es el valor del chamamé?Actualmente, en Corrientes le llamamos nuestra trinchera cultural, donde el pueblo se guarece, se defiende de las invasiones que le llegan su alma y a su cuerpo. Con la globalización, lo que nos viene de afuera, nos entra por todos los sentidos y el pueblo siente que se impone y desde el chamamé decimos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que nos gusta, lo que nos emociona, lo que nos alegra, lo que nos entristece, lo que recordamos, lo que rezamos, el chamamé nos permite todas las expresiones de nuestro corazón, de nuestro espíritu y por eso le llamamos nuestra trinchera cultural.En sus peregrinar, el paí Zini fue aplicando a su vida lo que le fue ofreciendo la historia, a modo de continuar con el legado del pueblo guaraní- misionero- criollo. “Descubrimos que el pueblo de las Misiones era el pueblo guaranítico, que se fue haciendo después guaraní misionero, ese pueblo tenía y tiene como expresión máxima la palabra, pero vestida de música y exige la danza y volvemos a los que nuestros guaraníes todavía tienen para comunicarse con Dios, se habla con música bailando, se junta música, danza y palabra y nosotros tratamos de seguir con ese trío que nos expresa y entonces creímos que cuando nacen Imaguaré pensamos que Gringo Shéridan era la música, Julio Cáceres era la palabra”.Desde su parroquia en Mercedes, el sacerdote chamamecero seguía gestando versos que, hecho canción, recorrieron el país y el mundo también y fue en 1998 que comenzó a subir a los escenarios junto a Neike Chamigo.En esta misión de llegar a la gente con la fe y el chamamé, ¿Qué cosas le dan felicidad?Cosas lindas me pasan, cuando salía de viaje hoy (por el jueves) voy a la orilla de un barrio y encuentro a unas viejas amigas, mujeres que cuando yo era cura párroco tenían sus pequeñas comunidades y las siguen teniendo y querían que les bendiga la capilla de Santa Catalina y la puerta de la capilla tenía una bandera roja de todo el tamaño de la puerta y ahí estaba el verso que decía: “Vaya con cuidado, que Dios y la Virgen le han de acompañar, para los peligros sepa ser creyente, Santa Catalina no le va a fallar”, y dijimos ‘fijate Avío del alma donde va a quedar, en un lugar santo, como en el corazón del barrio’. El poder representar a tu provincia y decir delante de tu pueblo, tus versos, es un privilegio, no tengo con qué pagarlo, se lo agradezco a Dios, se lo agradezco a Santa Cecilia. “El chamamé es como mi piel, mi ropa, es la ropa del alma con la que uno se viste, siempre digo que mis versos sin música, parecen una estatua”, expresó con emoción el padre Zini para cerrar esta fascinante charla, a la vez que destacó que regresar al Festival del Litoral es como “volver a la casa, porque considero a la región como una gran casa”. Entonces… bienvenido a casa ¡Chamamecero de Dios!





Discussion about this post