POSADAS. Crispín Benítez (33), oriundo de la comunidad mbya guaraní El Pocito, ubicada a tres kilómetros de Capioví, está a días de obtener su título de Profesor en Educación Primaria en el Instituto Superior de Formación Docente de la Normal Mixta de esta localidad. Además, junto a su compañera Hilaria Villalba (30), recibió a su quinto hijo el viernes, y dialogó con PRIMERA EDICIÓN acerca de este logro y de la intención de poder devolver lo aprendido a su comunidad. ¿Cómo te decidiste a empezar a estudiar este profesorado?Terminé la secundaria en Posadas y en 2006 me inscribí para cursar Trabajo Social en la UNaM. A los cuatro meses me di cuenta de que el perfil de la carrera no era el que yo esperaba, no se adecuaba a la idea que yo tenía en base a las necesidades de mi comunidad. Entonces me decidí a estudiar Formación Docente (carrera que comenzó en 2007). Hace un par de semanas presenté el trabajo final sobre mi experiencia como docente en la Escuela 43 de Posadas. Somos 16 estudiantes en nuestra cohorte, a algunos les falta entregar su trabajo final, tienen plazo hasta el 31. Después de esa fecha ya podremos abrir el legajo en el Consejo General de Educación (CGE) para aspirar a un cargo docente y tengo muchas expectativas de poder trabajar en mi comunidad, porque hay una demanda muy grande de maestros mbya en las comunidades.¿Y en el ISFD sos el único estudiante de una comunidad originaria?Sí. Y ahora que me voy a recibir, sería el segundo maestro de una comunidad mbya egresado de un profesorado. El primero fue Danilo Chamorro, que está trabajando en Brasil.¿Cómo viviste este desafío de viajar a Posadas para estudiar, teniendo que alejarte de tu familia?No fue fácil para mí ni para mi familia, pero siempre le hablaba a mi señora -Hilaria Villalba (30)- y a mis chicos. Yo siempre les decía que esto lo hago sólo por ellos, por nuestro futuro como familia y de la comunidad. La verdad que mi señora y mis chicos (son una niña de dos años, y cuatro varones: de nueve, seis y cuatro años, y un bebé) me re bancaron y este título se lo quisiera dedicar a Hilaria. ¿Y ahora que podrás volver a la comunidad, te gustaría que ella estudie una carrera?Esa es la idea. Va a hacer unos cursos y talleres de oficio en Capioví, que hay muchas opciones. Me gustaría que ella pueda estudiar algo.¿Cómo vieron este mérito tuyo en la comunidad?Mi abuelo, Bonifacio Ferreira (87) está muy orgulloso de mí. Recibirme es el regalo más lindo que le pude dar. También mis hermanos están contentos.¿Porqué estuviste tan convencido de hacer este esfuerzo de alejarte de tu comunidad?Adquirí estos conocimiento de otras culturas para poder fortalecer mi cultura mbya guaraní. Hay muchos materiales importantes sobre pedagogía que uno puede leer y a través de la lectura uno fortalece su cultura, puede crear estrategias de enseñanza para la comunidad y preservar nuestras tradiciones. Además, el contexto en que vivimos no es como antes. No tenemos más monte, solo tenemos veinte hectáreas de tierra con plantaciones. Antes podíamos cazar o pescar y ya no, entonces tenemos que buscar otras formas de vida y una de esas alternativas es seguir estudiando. Yo veo muy positivo poder integrarnos con la comunidad de Capioví y eso es algo que antes no pasaba. Gracias a eso hay muchos padres de familia -de la comunidad- que empezaron a trabajar en la Municipalidad, en obras de construcción, se nota esa integración.¿A la hora de elegir qué estudiar lo hiciste pensando en las necesidades de tu comunidad? Sí. Cada vez que voy a mi comunidad, cuando tengo tiempo visito la escuela (ver recuadro) , charlo con los docentes. Y veo que actualmente a los chicos les falta un docente que sea de la misma comunidad para avanzar y que ellos aprendan igual que un chico del pueblo. ¿En qué encontrás esa diferencia?Un docente blanco, cuando va a una comunidad a dar clases se encuentra con una barrera que es la lengua. Se hace muy difícil entenderse entre alumnos y maestros. Ese es uno de los factores que hace muy difícil nuestra formación en el nivel primario.¿Considerás que el maestro debería conocer un poco más la cultura mbya guaraní para poder enseñar?Sí, y conocer nuestra forma de aprender. En la comunidad los docentes tienen que buscar una estrategia diferente de enseñanza, porque no es fácil para nosotros. ¿El acceso a la educación para los niños de la aldea está muy limitado todavía?La verdad que sí, porque muy pocos pueden continuar la secundaria. Muchos empiezan y dejan en segundo o tercer año, porque muchos de ellos por ahí tienen otras inquietudes, quieren formar una familia, pero también dejan porque no tienen medios para trasladarse todos los días a la escuela o por dificultades de aprendizaje.Y ni hablar la universidad, que muy pocos llegan a cursar. A mí me gustaría que mis hijos vayan a estudiar al pueblo, para que se desarrollen e integren un poco más, porque creo que eso les favorece a ellos también.¿Cómo viviste la etapa de la secundaria?La secundaria la hice en una EFA (Escuela de la Familia Agrícola) de Capiovicito, que me queda a siete kilómetros de la comunidad. Me adapté re bien con ellos, porque el contexto sigue siendo vinculado con la naturaleza.¿Cómo fue adaptarte a Posadas para estudiar?A mí no me costó adaptarme, porque yo terminé la secundaria en Posadas. Conocí a otros chicos de las comunidades, nos inscribimos juntos.¿Conocés otros integrantes de las comunidades mbya que hayan empezado la universidad?Tengo dos amigos de la aldea Perutí que estudian en Humanidades, son Martín y Aníbal González. Con ellos organizamos los encuentros de estudiantes de las comunidades mbya -se realizaron a fines de 2011 y en abril de 2012, con el fin de revisar las dificultades que atraviesan los estudiantes para elegir una carrera y luego poder insertarse en la universidad, con todos los obstáculos -económicos, educativos y de desarraigo, entre otros- que ello les implica. Aldea El PocitoLa comunidad mbya guaraní El Pocito se ubica a tres kilómetros de la localidad de Capioví. Cuenta con veinte hectáreas de extensión, y prácticamente no posee áreas de monte. Actualmente en esas tierras residen cerca de cincuenta familias mbya y las tierras se destinan a cultivos. En la aldea funciona la Escuela primaria 766, que fue creada alrededor de 1988. En principio funcionaba en una casita de madera, pero más tarde, por intermedio de un cura párroco, se logró fundar un edificio de mate
rial. La institución tiene desde nivel inicial hasta sexto grado y en total asisten unos sesenta alumnos.Al culminar este trayecto educativo, muy pocos de los jóvenes de la aldea van a cursar la secundaria a la EPET 14 de Capioví (actualmente sólo dos están cursando ese nivel educativo).Según señaló Benítez, de los pocos que empiezan a cursar la secundaria, gran parte abandona en tercer año, ya que da prioridad a formar su familia. En consecuencia -y esto se repite en casi todas las comunidades de Misiones- son muy pocos los que alcanzan el nivel terciario o universitario.





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