“Hoy cumplimos un año más. Han pasado muchos pero a mí me parece que fue ayer. Este acontecimiento me trae recuerdos de mi niñez, allá en mi barrio “El Chaquito” donde mi papá, como buen descendiente de sirio-libaneses, ya se dedicaba al negocio”. Son palabras textuales con las que José María Manzur comenzó a desgranar en un escrito la historia de la Panadería Tacuarí, su propia historia, que hoy cumple 30 años elaborando productos de calidad, brindando excelencia en la atención y compromiso con el cliente. Aseguró que con su hermano Carlos “Yoyi” “no podían ser menos y “en mi adolescencia me incorporé a trabajar con él en la venta de pan y productos panificados por todo el barrio, donde tomé conciencia del trato y la vinculación con los clientes y la importancia de la actividad. Después me convencí que tenía que seguir ese camino y me largué solo. Alquilé una panadería y no solamente repartía sino que elaboraba el producto”, continuó. Más adelante, Manzur formó su familia junto a Teresa Antonia Barrientos con quien tuvo tres hijos varones: José María, Cristian René y Carlos Antonio, que hasta este momento le dieron cinco nietos. Posteriormente con una indemnización recibida por vivir en la zona costera adquirió las propiedades sobre la avenida Libertador San Martín y Tambor de Tacuarí donde comenzó a construir su propia panadería, “cumpliendo así uno de los sueños de multiplicar mi actividad. En la planta alta construí mi casa familiar y comenzamos a trabajar con la participación de toda la familia”.Manzur destacó el apoyo incondicional de su hermano “Yoyi” que ya tenía instalada su propia panadería en la capital de Corrientes. “Fue el quien me envió las máquinas imprescindibles para comenzar. Y así empezamos. Y hoy puedo decir que las máquinas se han multiplicado con la incorporación de muchas otras, además de las nuevas tecnologías que facilitan el trabajo. Se mejoró el despacho con muebles buscando siempre la atención cada vez mejor de los clientes que ya se hicieron amigos de la casa”, expresó.También puso de manifiesto que desde el principio se incorporó como socio del Centro de Industriales Panaderos de Misiones, pasando más adelante a integrar la Comisión Directiva que presidía su “gran amigo” Valentín Balmaceda. “Participé con él no solamente de las reuniones de la Federación Argentina en la Capital, sino además en los distintos congresos que se realizan cada dos años en distintas provincias de la Argentina. Y hoy soy miembro del Tribunal de Honor de la Federación Argentina de la Industria del Pan (FAIPA)”, acotó orgulloso el empresario.Ademas, con la Federación participaron en varios congresos internacionales desarrollados tanto en Brasil, como en Venezuela y la ciudad de México, “que nos dieron la posibilidad de evaluar y asimilar otras facetas de la actividad”. Viajaron también a la isla Margarita, Aruba y Miami. Posteriormente, y ante el alejamiento de su amigo por razones de salud, ante el Congreso Provincial y por absoluta mayoría “asumí la presidencia del Centro por muchos años”.Dejó en claro que su tarea fundamental “fue la unión de todos los que se dedican a esta actividad y luchar siempre para que se nos reconozca un precio justo y un trato igualitario. Siempre tuvimos que luchar con las panaderías clandestinas, buscando siempre la dignificación de esta actividad tan importante en la cadena de consumo y la economía familiar”. Pero consideró que “el tiempo marca nuestro destino. Han pasado 30 años y pareciera que fue ayer. Nos dejaron muchos pioneros de la industria como don Rubén Darío Márquez, los Brumowski, Larraburu, los Álvarez, principalmente don Ricardo Edmundo Alvarez, además de otros colegas del interior de la provincia”.Admitió que “seguimos en la lucha, comenzando un año más, y creo que con la Misericordia de Dios, continuaremos siempre al servicio de la comunidad”. Manzur agradeció también a los amigos “que siempre estuvieron a mi lado, a los distintos proveedores por la atención que siempre me brindaron, a mi personal, que trata permanentemente de superarse para brindar la calidad que nos caracteriza.También a las autoridades provinciales y municipales que siempre nos apoyaron”. “Esto es un poco el resumen de 30 años de actividad. Cuando deje la posta estoy seguro que la llama encendida continuará con otro Manzur como estandarte”, aseveró emocionado el comerciante.Buscando la preferenciaDesde la oficina que ocupa, que inevitablemente en segundos se impregna de aroma a pan recién horneado, el empresario puede observar buena parte del proceso. En uno de los paréntesis, Manzur recordó que a los seis meses de haber comenzado a trabajar en el predio actual, los obreros de la empresa que inició la construcción de la avenida Tambor de Tacuarí excavaron una zanja profunda que permaneció a cielo abierto por el lapso de dos años mientras se avanzaba con el asfalto y se construía el barrio Los Pinos. Los vecinos tenían que hacer caminitos sobre los montículos de tierra para llegar a la panadería porque “le gustaba mucho el producto hecho en el horno a leña, que seguimos haciendo”.Cuando eligió este barrio para afincarse, no había panaderías. “Hoy esto creció de manera inconmensurable y hay varias alrededor. A Dios gracias siempre tuvimos trabajo. Hubo momentos difíciles como los que vivió el país en general pero supimos sobrellevar”. Reiteró el agradecimiento y el apoyo de la familia y manifestó su “orgullo” porque sus hijos “siguieran este camino y estén haciéndose cargo. Recientemente inauguramos una panadería en el Paraje Itaembé Miní porque el crecimiento del barrio requería un emprendimiento de esa naturaleza”. Según Manzur, “acá para mi no todo fue color de rosa. Tuvimos inconvenientes que supimos sobrellevar pero también tuvimos muchas felicidades”. Si bien destacó el trabajo de todos sus empleados, puso de manifiesto la labor que desarrollan Marcelo Galarza, Sergio Cardozo, León Flores, Ricardo Eusebio Verón y Claudia Leites (encargada), que están prácticamente desde los inicios del negocio.





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