CAMPO GRANDE. Cintia Pintos cumplió trece años hace veinte días, sufre escoliosis grave, una importante desviación de la columna que comenzó a hacerse visible desde 2006, cuando tenía cinco añitos. Desde entonces sus padres procuran por todos los medios a su alcance -que son pocos ya que cuentan con escasos recursos económicos- atender su problema de salud y acceder a un tratamiento que le permita mejorar su calidad de vida.“Hace casi un mes mandamos los papeles al hospital Garrahan (de Capital Federal) para hacer una consulta y ver si es posible operarla, pero todavía no tuvimos novedades”, señaló a PRIMERA EDICIÓN Marlene, la madre de la niña y comentó que hace ya varios años comenzaron a viajar a Posadas para consultar en el Hospital de Pediatría. “Le hicieron una tomografía computada, resonancia magnética, todos los estudios, y le detectaron que del lado izquierdo tiene tres costillas de más, que habría que extraerlas en una cirugía, para después enderezarle la columna”, indicó y comentó que la niña además tiene un solo pulmón, lo que complejiza más el panorama.Por supuesto que al saberse ante la posibilidad de una cirugía, los padres tienen un justificado temor, máxime cuando en el Barreyro les indicaron que era de alto riesgo. “Por eso queremos hacer una consulta en el Garrahan, tiene que ser lo antes posible, porque pasa el tiempo y todo es más difícil”, agregó Marlene.Por una mejor calidad de vidaCintia vive con sus padres, Marlene y Alberto Pintos, en una casa de madera del barrio Municipal de Campo Grande, cerca de la terminal de esta localidad. Es la mayor de cinco hermanos, tres niñas de diez, ocho, seis, y dos varones de tres años y quince meses. Según recordó su mamá, nació prematura, con 1.600 gramos, y “los médicos no dijeron nada del problema que tenía, que recién se manifestó a los cinco años”.La niña cursa quinto grado de la Escuela 868, ubicada a dos cuadras de su casa. Actualmente concurre dos o tres veces por semana, ya que a pesar de que le queda cerca, hacer el trayecto hasta la institución es muy cansador. No obstante, su maestra, que colabora enviándole las tareas a la casa, asegura que pasará de año, ya que está al día con todas las materias. “Le gusta mucho estudiar, es muy inteligente”, destacó su mamá, agregando que “le gusta mucho pintar y dibujar y cuando estuvo internada casi un mes (marzo) en Pediatría (de Posadas), las maestras le llevaban hojas y lápices y ella se pasó dibujando”. El dato fue confirmado por la propia niña, quien destacó que pinta flores y copia los paisajes que rodean su casa y que también le gusta leer, pese a que en su casa hay pocos libros y que en la escuela no hay biblioteca para pedirlos en préstamo.Muchas carenciasMarlene contó que actualmente ella y su marido trabajan en changas esporádicas. Cintia recibe la pensión nacional por discapacidad y sus hermanos la asignación universal por hijo. La casa es bastante precaria y “tengo camas para casi todos”, dijo la mujer, aunque indicó que les faltan sillas y mesa, y que no tienen heladera ni cocina a gas, para preparar las comidas utilizan una cocina a leña “viejita, pero que funciona”. “Tratamos de ir juntando para comprar cosas que faltan en la casa, pero sabemos que la prioridad es la salud de Cintia”, dijo Marlene, muy esperanzada en que pronto les sea asignado el turno para viajar al Garrahan. En ese trámite los están ayudando Nélida Pelinski, de la campaña “Agrotóxicos Niños Envenenados”, de Posadas, y Nélida Márquez, de la Asociación Civil de Padres en Apoyo al Discapacitado de Aristóbulo del Valle.





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