BUENOS AIRES (La Nación). Desensillar hasta que aclare. Después del cacerolazo que hace diez días sacudió los principales centros urbanos del país en protesta contra el Gobierno, el kirchnerismo congeló, por ahora, el proyecto de reforma constitucional para habilitar una segunda reelección de la presidenta Cristina Kirchner. El oficialismo no sólo retrocedió tácticamente, sino que puertas adentro circulan críticas y pases de facturas por la actuación en público del “cristinismo puro”, antes y después del cacerolazo.Los mayores cuestionamientos parten de los sectores más peronistas del kirchnerismo y tienen como blanco predilecto al vicepresidente Amado Boudou y al jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, autor de la polémica frase “a esta gente (por los caceroleros) le importa más lo que ocurre en Miami que en San Juan”.“Se desubicó. Una manifestación masiva como aquélla (por el cacerolazo) tiene que ser respetada. Fue un error total de estrategia salir a contraatacar. Menos mal que todavía tenemos gente racional que desactivó lo de la contramarcha kirchnerista”, bufó un legislador más peronista que kirchnerista.La cancelación de una contramarcha que se había evaluado para la última semana promovida por la juventud más militante, sumado al llamado a silencio de los más empinados dirigentes oficialistas sobre una nueva reelección, fue evidencia clara de este freno táctico.También ha sido perceptible el tono más tranquilo que adoptó la Presidenta en sus últimas alocuciones públicas y el hecho de que pasó una semana sin utilizar la cadena nacional después de una seguidilla. Éstas son las consecuencias más evidentes de un cambio de humor interno. En este clima, hablar de la reelección presidencial suena fuera de lugar.





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