ISLAMABAD, Pakistán (El Mundo). Las principales ciudades de Pakistán vivieron ayer protestas violentas, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por reconducir la ira de los islamistas y convertir la jornada en un Día de Amor al Profeta. Al menos quince personas han muerto en enfrentamientos con la policía en Karachi y Peshawar. En la capital, Islamabad, centenares de insurrectos aún se empeñaban en la noche del viernes en llegar hasta la Embajada de EEUU, cuyo acceso estaba bloqueado desde la víspera. El video que ridiculiza a Mahoma se ha convertido en la excusa perfecta para que los partidos religiosos ataquen a un Gobierno impopular al que acusan de “vendido a Washington” y que en los próximos meses afronta elecciones generales. La actual legislatura expira el próximo mes de febrero.“La naturaleza de las protestas es la misma que en otras partes. Es una afrenta, es rabia, está dirigido contra EEUU y Occidente en general, no contra la persona que ha hizo la película”, interpretaba Moeed Yusuf, asesor para el sureste asiático del Instituto de la Paz, citado por la revista Foreign Policy.Aunque alguno de los manifestantes mostrados por las cadenas de televisión expresaba su deseo de “cortar en trocitos” al autor, el eslogan más repetido pedía la expulsión de los diplomáticos estadounidenses de Pakistán. Influenciados El sentimiento antiamericano ha crecido desde la guerra de Afganistán, alimentado por los asesinatos selectivos de los controvertidos drones o la violación de soberanía que supuso la operación que acabó con Osama bin Laden el año pasado.Así que los islamistas quieren capitalizar el video para movilizar a sus simpatizantes. Hace una semana, cuando pocos paquistaníes habían oído hablar de él, las primeras manifestaciones fueron poco numerosas y tranquilas. En los días siguientes, los partidos religiosos han puesto anuncios en televisión pidiendo a los musulmanes que sacrifiquen sus vidas en honor del profeta y han aparecido carteles solicitando que se mate al director de la película.Día de amor a MahomaEn un intento de controlar ese malestar, el Gobierno declaró Día del Amor al Profeta, a la vez que animaba a manifestarse de forma pacífica. Aunque los centros oficiales y la mayoría de los negocios cierran los viernes, el festivo nacional significaba que no hubiera transporte urbano ni interurbano. También se interrumpió durante la mañana el servicio de telefonía móvil en las principales ciudades para dificultar la coordinación de los alborotadores.Haciendo caso omiso a los llamamientos a la calma, los manifestantes quemaron cines, oficinas bancarias y vehículos privados, además de asaltar algunos comercios. Según el recuento de la agencia Reuters, diez personas, incluido un policía, murieron en los enfrentamientos de Karachi, la ciudad más populosa del país, y cuatro manifestantes y el conductor de una unidad móvil de televisión perdieron la vida en Peshawar. Los heridos rondan los dos centenares, de acuerdo con fuentes hospitalarias. Para calmar los ánimosLa Embajada de EEUU en Islamabad (Pakistán) ha recurrido a la inusual medida de contratar anuncios en siete cadenas de televisión paquistaníes para transmitir la condena de su Gobierno a la película antiislámica que ha puesto en pie de guerra a decenas de miles de musulmanes, buena parte de ellos en Pakistán. “Desde nuestra fundación, Estados Unidos ha sido un país que respeta todas las religiones. Rechazamos cualquier esfuerzo para denigrar las creencias religiosas de otros”, afirma el presidente Barack Obama en el video. “Déjenme decirlo muy claro y esperaba que esto fuera obvio: El Gobierno de Estados Unidos no tiene absolutamente nada que ver con este desagradable video y rechazamos absolutamente su contenido y su mensaje”, insiste la secretaria de Estado, Hillary Clinton.“Es demasiado tarde; el daño ya está hecho”, señala sin embargo a EL PAÍS el periodista Shabbir Imam. Como otros observadores, opina que después de dos décadas de desencuentro entre EEUU y Pakistán, resulta muy fácil para los políticos manipular el extendido antiamericanismo que existe entre los paquistaníes.





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