KABUL, Afganistán (AFP-NA). El ataque de los talibanes contra la base de la OTAN en la que se encuentra el príncipe Harry y la muerte de seis militares extranjeros a manos de policías afganos marcan un fin de semana negro para la coalición.Por otro lado, la ISAF, la fuerza armada de la OTAN en Afganistán, admitió ser responsable de un bombardeo en Laghman (este de Kabul), que dejó según ella “entre cinco y ocho” víctimas civiles, cuando las autoridades locales hablan de “ocho mujeres muertas” y entre siete y ocho heridos.La coalición afirma haber matado a “un gran número de insurgentes” en este ataque aéreo, pero los habitantes del remoto distrito de Alingar aseguran que las víctimas civiles habían salido a recoger madera antes del amanecer. Decenas de ellas desfilaron ayer a gritos de “muerte a Estados Unidos, muerte a los judíos” ante el Gobierno provincial.En la guerra de comunicación entre la ISAF y los rebeldes, estos últimos han ganado con diferencia la última batalla. Su ataque al acantonamiento provisional del tercer heredero en la línea de sucesión al trono británico, además de un golpe mediático, se ha transformado en un triunfo militar.El domingo, la fuerzas internacionales de la ISAF informaron de la destrucción de seis aviones de combate estadounidenses, “daños significativos” en otros dos aparatos, tres puestos de abastecimiento destruidos y seis hangares de aviones alcanzados.





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