POSADAS. Hablar de Roberto Pettinato es como invocar a la locura personificada, una persona “socialmente inimputable” ante comentarios ácidos y humor fino. “Me quiero portar bien”, el espectáculo stand up que desembarcó en la ciudad para dejar una estela de humor sobre las tablas del auditórium Montoya. En la noche del sábado este capo cómico se ganó a un público que no pudo parar de reir ante las alocadas ocurrencias y frente a un personaje que lo dice todo.“Yo estoy loco, pero en Misiones están todos locosssss. Esto es un flash, la tierra está teñida, es de otro color… y eso que no estoy fumado”, dijo entre risas al iniciar las más de tres horas de espectáculo. Puntualmente, a las 21.30, irrumpió en el escenario con un vestuario que únicamente se le puede ocurrir usar a Pettinato: pantalones negros brillosos, botinetas blancas, camisa con un vistoso corazón y saco gris. Accesorios, todo lo que se pueda imaginar en cadenas y anillos. Es que en su sello personal está el atuendo muy bien puesto, pero sobre todo un rostro que gestualmente incorpora al humor. Iniciando el espectáculo detalló cada momento de su viaje a Misiones, desde el avión y la atención de la azafata, pasando por situaciones que se van dando en el viaje: teniendo en cuenta la comida, la bebida, hasta esas sensaciones al entrar al baño del avión donde se pueden cruzar más de un pensamiento “desquiciado”. Pettinato no titubeó un segundo en reparar que en los aviones hay cuestiones que están de más, como por ejemplo pedir que se apaguen los artefactos electrónicos: “Cómo que un ínfimo iPod pueda hacer caer un avión de millones de dólares. Estamos todos locos”, dijo con sobrada mirada irónica. En primera fila una mujer captó su atención, lo primero que hizo fue mirarla y decirle “tapate las piernas que me desconcentro”. En torno a esa chica y su pareja, Pettinato llevó parte del espectáculo. No se privó de nada y “atendió” a todos de una manera elegante y única. Redobló la apuesta cuando habló de la “señara” Mirtha Legrand, “esa vieja que no hace otra cosa que putearme cada vez que puede. Es esa clásica mujer estirada que tiene solo un lado del rostro para mostrar, porque el otro es un rejunte de todo”. También solicitó al público que sea parte de un petitorio que viene haciendo en todas las provincias: “Formar una asociación en contra de Guido Casca. Ese desgraciado que nació como un tumor de Silvio Soldán. Y es tan desgraciado que usa camisas a cuadrito con remera blanca debajo”, así dio pie a una parte emblemática de la noche al bajar del escenario y subir por el lado izquierdo del auditórium, entre el público. “Hay muchos desgraciados que usan camisas a cuadrito, a ver que se paren todos los que trajeron camisa a cuadro”, dijo mientras subía las escaleras. El público, casi en una comunión de carcajadas, se sumó a la parodia de Pettinato, impulsado por esa energía magnética volvió al escenario fuera de sí, riendo de sus propias ocurrencias. Mostró completo entusiasmo ante la gente que respondía alegremente a sus comentarios, desde la platea le preguntan: “¿Qué estás tomando Petti?”, y sin titubear dijo “whisky con té”.Su carácter espontáneo sumando esa implacable cuota de humor lo llevan a recorrer situaciones insólitas y ser parte en primera persona de situaciones que luego se convertirán en el tema del día, así Misiones para Pettinato es un lugar “de locos”, le brindó esa cuota de sabor. “Esta tarde fui a Encarnación y me encontré con los árabes que estaban más locos que yo, querían venderme de todo. Pero el punto fue el regreso, no lo podía creer, en la Aduana estaban decomisando droga loco, todos esos cuadritos se iban a quemar. Tomé imágenes para mi programa de televisión. Ahí fue donde dije wuouuu esto es un flash”, relató. Pero lo más cómico del caso fue que ese relato real lo impulsó a cambiar parte del monólogo y expresar más fervientemente esa admiración por el lugar, porque para Pettinato la palabra “loco” o “flash” son sinónimo de “muy bueno” o “lindo”. Como sintetizó: “Ir a Cataratas es un viaje, a mi no me gusta el calor, pero con mi primera insitución -su primera mujer, porque así las llama a las ex- fuimos de paseo y me re cagué de calor. No sólo eso me pasó, un coatí me mordió el tobillo. Y esa sensación que te da la Garganta de Diablo de tirarte, te dice ‘tirate, tirate… o tiralo, tiralo’. Es ese momento donde querés empujar a uno de tus hijos, porque si es un familiar directo la sensación es mucho más linda”, dijo riendo. Un espectáculo que también tuvo su momento nostálgico, pero sólo un momento, cuando apareció en pantalla gigante el gato Verdaguer, que regocijado disfrutó su momento de humor, “todo lo que no puedo decir en televisión lo voy a decir acá en el teatro”, dijo mientras la gente aplaudía con mucha satisfacción.Casi perfilando el final, Pettinato volvió al escenario completamente despeinado y con su saxo, regalando un momento de jazz para ponerle el broche final al stand up. Disfrutar del humorEl espectáculo tuvo en cada tramo momentos de mucho humor. Rescatando situaciones cotidianas, como también hablando de la “farándula portañe”. Sobre una mesa de mantel roto un abanico de papeles eran los distapardos, especie de ayuda memoria, que Pettinato utilizó para hilar el monólogo. Pero también situaciones únicas que se dieron en la sala hicieron que improvise sobre la marcha, tal como lo hizo al mirar detrás del telón que había un banco de escuela. “Wuauuu esto no lo veía desde hace años. Pero esta nuevo, seguro es lo que Cristina les compró a ustedes”, dijo mientras incorporaba la silla y el escritorio en escena.





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