POSADAS. Un relevamiento fotográfico de PRIMERA EDICIÓN en el tramo recientemente inaugurado del Acceso Sur, desde su intersección con López Torres y Bustamante hasta el trayecto que llega detrás del jardín botánico capitalino e inclusive al ingreso al barrio Santa Rosa, dejó en evidencia el constante accionar de los vándalos. Basureros de cementos (hechos con ese material justamente para evitar que los rompan), lámparas del alumbrado, las barandas de metal y los carteles han sido el blanco constante de personas destructivas que, cuando no rompen los trabajos recién hechos, entonces se roban los elementos de ornamentación colocados para embellecer los espacios. Se trata de acciones que no son conocidas y, lo que es peor, la conducta no hace más que repetirse y multiplicarse como una broma de mal gusto que más tarde o más temprano se replica en algún paseo público de la ciudad. “¿Cómo puede entenderse que apenas se pone una hamaca en una plaza, los mismos destinatarios de la acción sean los encargados de sacarla o romperla? ¿Quién o quiénes y con qué motivación destruyen un bien público? ¿Nadie ve cuando estos inadaptados cometen sus ataques?”, se preguntó un frentista, Felipe Ayala, quien, si bien comentó su “alegría por contar con un paseo tan lindo a la vuelta de casa y que nos posibilita a los vecinos contar con un lugar para hacer caminatas, no puedo entender a la gente que sólo piensa en destruir, yo pienso que están drogados”, opinó. No trascienden públicamenteSi no es por la denuncia de los vecinos a los medios de comunicación para alertar sobre estas y otras situaciones, de características similares que en todos los casos tienen un denominador común: la inseguridad, no salen a la luz pública. Salvo que se trate de casos que sean de una realidad imposible de “tapar con un dedo”, como por ejemplo lo ocurrido recientemente y que tuvo como blanco al automóvil de una pareja que eligió a esta costanera como destino para tomar mate y tener un momento de relax contemplativo, pero que cuando quisieron regresar, se encontraron con el shock de que había sido robado. Es por ello que lo único que pudo “filtrar” este diario sobre lo que se dice en los pasillos de la comisaría Tercera, que tiene jurisdicción sobre la vigilancia, es que “nos bajan la línea de que no conviene sacar a la luz la “imagen negativa” de estos paseos informando sobre estas situaciones, porque se crea temor entre la población, que más tarde o más temprano simplemente elige no volver a pisar estos espacios”.Tal así que la semana pasada, cuando este diario se encontraba realizando la recorrida en imágenes de lo que nuevamente habían destruido, la Policía también se hallaba en el lugar relevando los daños que entre otras cosas llaman a la reflexión para poder interpretar cómo se para la barbarie. Sobre ello, en diálogo con los paseantes, la mayoría se mostró de acuerdo con la colocación de “cámaras de seguridad, porque ahora son unos focos que se roban o unos basureros que se rompen, pero hay que actuar antes de que la cosa se ponga fea y ya no podamos siquiera venir a caminar”, lamentó Celia Benítez, quien graficó que “de todas formas la gente nunca se queda tan tarde por acá con los chicos, menos ahora que rompieron tantas lámparas del alumbrado”, explicó. “Si se colocaran cámaras de seguridad, se podría tener certeza de quien o quienes rompen y actuar en consecuencia, porque estas cosas suceden en un momento donde no hay testigos, y hasta ahora sólo se ha podido denunciar una vez que ya todo fue roto”, agregó un jubilado, quien todas las tardes sale a caminar con su esposa, pero confiesa que cada vez siente más temor ya que para él “el paseo es inseguro”.Una caseta de vigilanciaEntre los vecinos también se habla de que es necesario que -al igual que la costanera del centro- en la zona “exista vigilancia de bici policías o de quien sea, porque si llegara a pasar algo verdaderamente grave, hasta que se llame a los números de emergencia, se pierde un tiempo valiosísimo”, fue el ejemplo de Marta Centurión, vecina del barrio Villa Flor, situado en cercanías de donde inicia el paseo.“A cierta hora este lugar se transforma en tierra de nadie y cuando los vecinos queremos disfrutar de las obras que se pagan con nuestros impuestos, nos encontramos que los inadaptados de siempre ya dejaron su marca de destrucción”, cuestionó la mujer. Estigma y marginalidadA lo largo del recorrido del paseo se encuentran dos asentamientos de emergencia (o al menos la porción de familias que no fueron relocalizadas por la Entidad Binacional Yacyretá cuando se proyectaron las obras), Parque Adam y el viejo caserío que se levantaba en donde alguna vez estuvo situado el Club Rowing. Justamente son algunas personas de esas familias a las que explícita o implícitamente se las culpa de la destrucción. Nada más fuerte que un estigma de pobreza y marginación que ha marcado y seguirá marcando a los habitantes del caserío precario que no pudo ser “borrado” por la EBY, pues quedaron fuera de su jurisdicción. Sea como fuere, si no se implementa un sistema eficaz de vigilancia, será bastante difícil detener a los responsables o bien tomar medidas acordes a la situación para que en lo posible, el paseo siga siendo un lugar de esparcimiento para la familia y no un lugar al que nadie quiera ir por temor a ser robados. Recuperación y construcciónA mediados de marzo, la Municipalidad comenzó la recuperación y construcción de plazas ubicadas en distintos barrios de la ciudad. Las obras contemplaban en algunos casos la recuperación y en otros el equipamiento. Lo cierto es que muchas todavía faltan terminar ya que “todos los días los obreros se encuentran con que han roto algo”, se destacó en un informe municipal, donde se habla de “destrucciones de todo tipo”.Desde Obras Públicas informaron que, por ejemplo, en la reparación de algunas plazoletas de las cuatro avenidas, la obra se demoró más de dos meses porque se rompieron los bancos y la empresa tuvo que reconstruirlos. Lo mismo sucedió en la plaza del barrio Poujade. Allí el vandalismo llegó a tanto que con una masa rompieron las puntas de los bancos, ya que están hecho con concreto. También rompieron los carteles de obra en muchas de las plazas y en la del Acceso Sur, de un día para el otro se destruyeron los mensajes para cambiarles el sentido, com
o “Si bebe, no conduzca”, al sentido opuesto.En todos los casos en que se encaran obras públicas, las empresas que construyeron las plazas o paseos dieron una garantía de doce meses por el trabajo realizado, pero esa garantía no cubre los gastos a que obliga el vandalismo, con lo cual es difícil estimar quien va a correr con los gastos de la reparación. Casi siempre termina siendo la Municipalidad la que tiene que salir a responder, de ahí que los funcionarios siempre deban pedir la colaboración de los vecinos para que denuncien los hechos.Los paseos públicos son símbolos de reuniones familiares y espacio elegido para la vida recreativa de chicos y grandes. Son punto emblemático, unido a la historia de un barrio o de cualquier otro lugar, donde aunque pasen los años y aunque la pelota de trapo haya sido desplazada por Internet, no es raro ver a los más jóvenes reunidos alguna tarde compartiendo mates y momentos…





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