POSADAS. Poco más de quince días pasaron desde la apertura del nuevo comedor de la Universidad Nacional de Misiones en el barrio El Palomar de esta ciudad. Diariamente asisten a almorzar en forma gratuita cerca de 850 estudiantes de las facultades de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS), de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales (FCEQyN), incluida la Escuela de Enfermería. PRIMERA EDICIÓN realizó una recorrida para conocer el tan esperado espacio universitario ubicado en Féliz Bogado 2160. Cabe recordar que el mismo -cuya habilitación se dilató algunos meses más de lo previsto- vino a reemplazar al viejo comedor ubicado en avenida Corrientes casi Alvear y mejoró las condiciones de atención y preparación de los alimentos para lo estudiantes. El mismo ritual, nuevo escenario “Apenas salimos de clase, venimos para acá. Hacemos la fila y nos registramos. Después retiramos la bandeja y nos sirven el menú”, señaló Débora (21) estudiante de primer año de Trabajo Social, quien ya a las 11.30 esperaba junto a algunas compañeras para poder almorzar. El método de registro para los estudiantes de Humanidades es por medio de la tarjeta con código de barras que utilizan en todos sus trámites estudiantiles, la cual deben pasar por el lector conectado a una computadora, el cual les extiende un comprobante. A partir del 3 de septiembre, los estudiantes de la Facultad de Exactas también contarán con este sistema, ya que hasta el momento deben solicitar el vale a Moisés Hassán, encargado del comedor, quien muy amablemente recibe a los estudiantes en una de las mesas, les entrega un numerito y va registrando la cantidad de porciones solicitadas. “Hasta ahora son cerca de 850 cada mediodía, pero estimamos que llegaremos a mil”, indicó Hassan. A la cifra hay que sumarle un número semejante de raciones que se preparan cada noche y que los estudiantes concurren a retirar o a comer en el lugar.Hassan destacó que el salón comedor, donde se ubican las largas mesas y bancos, es cuatro veces más grande que el anterior ya que tiene capacidad para 340 comensales, cuando en aquel otro solo podían comer 80 personas en simultáneo.“Mucho mejor”Los estudiantes consultados en la recorrida coincidieron en que el tiempo que pasa entre que se ubican en la fila, se registran y llegan al mostrador para retirar su bandeja con la comida, es mucho más breve, comparando con el otro comedor. “Antes teníamos que esperar media hora, cuarenta minutos, en el sol o bajo la lluvia”, destacó Fernanda (21) estudiante de 3º de licenciatura en Comunicación Social, y señaló que “eso también nos obligaba a comer mucho más rápido porque mientras estábamos sentados veíamos a nuestros otros compañeros esperando, entonces tratábamos de terminar rápido para dejarles el lugar”, agregó, cuando el aroma del plato del día, albóndigas con salsa y polenta -que se completa con el pan y una fruta- impregnaban todo el salón. Otro joven señaló que “ahora comemos más tranquilos, no estamos amontonados y hasta podemos hacer sobremesa porque hay mucho más espacio, estamos más cómodos”. El corazón del comedor“Lo único que no cambió es la calidad de la comida, que desde que asisto al comedor, hace cuatro años, es siempre de primera, muy rica”, señaló un joven de Exactas.La opinión es compartida por la gran mayoría de los que asiste a comer allí. Uno de los grandes responsables de esta producción es Miguel Méndez, jefe de la cocina, quien trabaja hace 27 años cocinando en la UNaM. El espacio en que trabajan él y otras siete personas, desde las seis de la mañana para hacer el almuerzo y desde las 18 para preparar la cena es también, unas cuentas veces más amplio y cómodo que el anterior, donde durante años se vieron obligados a hacer maravillas para poder cocinar.“Todo el equipamiento es nuevo, la verdad estamos muy contentos y mucho más cómodos para trabajar”, destacó Méndez. En relación a este espacio, Hassan señaló que está compuesto por tres estancos, separados por ventanales vidriados: uno de ellos es para la limpieza de las verduras, otro para procesarlas y otro para cocinar.Cabe destacar que en entre instalaciones, remodelación, mobiliario y batería de cocina nuevos, el nuevo comedor, que se ubica en el mismo predio que la Editorial Universitaria, significó una inversión cercana a los cuatro millones de pesos.





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