POSADAS. Los responsables de la agencia “Verdagua” siguen sin creer cómo un grupo de “boqueteros” entró al local, abrió la caja fuerte con una amoladora y huyó con 100 mil pesos, todo a treinta metros de la comisaría seccional Primera.El hecho sucedió entre la noche del sábado y la madrugada del domingo en Alberdi casi Moritán, en pleno Villa Sarita, y hasta anoche la Policía seguía buscando a los delincuentes.“Da bronca, es como si hubiesen robado en la comisaría, porque ellos ven nuestra puerta desde allá. Es el colmo”, le contó a PRIMERA EDICIÓN Juan Pablo Paniagua (29), uno de los dueños de la firma, con la lógica impotencia que le genera el hecho.Trabajo de profesionalesLa increíble historia del robo trascendió en la mañana del domingo. Fue la madre de Paniagua, también responsable de “Verdagua”, quien descubrió lo que había pasado.“A eso de las 10.30 ella salió a hacer compras y, cuando volvía, pasó por la agencia a buscar unas cosas. Ahí se dio cuenta de que la puerta estaba violentada. Cuando entró y vio que no estaba nada desordenado, fue directo hasta la caja fuerte y se encontró con todo esto”, relató el joven empresario.Detrás de Paniagua yace la caja fuerte violentada. Es de modelo antiguo, de alrededor de 1.80 metro de alto por 1 de ancho. Está dividida por varios tabiques y, por lo que suponen en la agencia, los delincuentes primero intentaron forzar la cerradura. Como no lo lograron, directamente abrieron un boquete de medio metro de alto y de ancho y dieron con los 100 mil pesos.“Era dinero de viajes pendientes, ni siquiera era nuestro. Estaba destinado a viajes de turismo educativo de varias escuelas primarias”, contó Paniagua, quien pese al mal momento llevó tranquilidad a los padres de los chicos: “Que se queden tranquilos porque el dinero estaba asegurado y los viajes se van a realizar normalmente”.Una vez que conoció la noticia, lo primero que hizo Paniagua fue dirigirse a la comisaría, donde le dijeron que nadie vio nada. “Les pregunté si no había un guardia afuera, como debería ser, pero me dijeron que de noche sólo son dos”, contó.El joven reconoció que la agencia funciona desde hace seis años en el mismo lugar y que nunca había sufrido robos, aunque el episodio cambió para siempre la tranquilidad que sentían en el local. “Nunca nos hubiésemos imaginado que a treinta metros de la Policía nos podían robar. Pensamos que ‘más seguro que frente a la comisaría no hay’, pero queda claro que ya no existe lugar seguro en Posadas”, reflexionó y además cargó contra la empresa de seguridad privada que instaló las alarmas en el lugar, “porque al cortar la conexión telefónica, las alarmas dejaron de funcionar al cien por ciento y, pese a que se encendió un alerta, nadie se acercó a ver que pasaba”.





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