POSADAS. Un 17 de agosto de 1912 nació en una pequeña localidad de Paraguay Pablo Medina Garcete, que el viernes cumplió cien años. El hombre, quien en su actividad laboral en Posadas fue un próspero comerciante, no sólo goza de una salud envidiable y un estado de ánimo único, sino que ademas posee una memoria excelente.En la tranquilidad de su hogar, por la avenida Urquiza casi Corrientes de la Capital provincial, recibió a PRIMERA EDICIÓN para recordar los años vividos, capaz de rememorar con absoluta claridad los tiempos de guerra, en los años 30, cuando prestó servicio para el ejército paraguayo como médico dentista en ocasión de la Guerra del Chaco.“De 1932 a 1935 me desempeñé como dentista sirviendo al ejército de mi país, pero pronto me retiré de la vida militar, porque no me gustaba, me cansé. Quise probar la vida civil y la verdad es que me fue muy bien, mucho mejor que cuando era militar, porque en esa época no había tantos dentistas en Paraguay y mucho menos en los pueblos del interior”, contó. Se lo veía de excelente ánimo, pese a que la entrevista le “cortó la siesta”. “Lo que más grabado lleva en la memoria es la larga batalla de Campo Vía, porque esa fue la primera victoria del Ejército paraguayo en contra de Bolivia, desarrollada en diciembre de 1933, donde cayeron unos 12 mil soldados bolivianos”, describe como si lo estuviera viviendo. “Hubo tres grandes victorias del ejército, esa fue la primera y después le siguieron las victorias de Cañada del Carmen, donde los héroes del Chaco impresionaron al mundo con las victorias en Ballivián, Yrendagüé y Picuiba. El 12 de junio de 1935 se firmó la paz. Después me retiré de la vida militar. Es algo que me tocó hacer durante mi juventud”. De aquellos tiempos el ex militar conserva muchas de las fotos tomadas por él en el frente de batalla, pues era aficionado a la fotografía y siempre llevaba consigo una pequeña camarita con la cual retrató algunos vestigios de esa tremenda época. El amor y un nuevo comienzo Pablo conoció el amor cuando trabajaba “en la campaña en el interior del país y me tocaba ir a los pueblos donde no había profesionales”. Así Dulcelina Noguer se convirtió en su esposa y en el gran amor de su vida, acompañándolo hasta que cumplió los setenta años. Se conocieron en Guarambaré y al tiempo contrajeron enlace en Asunción, en 1938, cuando Pablo tenía 25. “Era una hermosa y excelente mujer, que me acompañó en todo momento, en las buenas y en las malas. De la unión de ambos nació Susana, única hija, a quien adora y la señala como “el motivo por el cual llegué a los cien años” ( ver recuadro). Recuerda de su esposa que lo acompañó en todo: las buenas y las malas. Como por ejemplo cuando tuvieron que escapar juntos, sólo con lo puesto, en 1947, cuando por culpa de la Revolución lo buscaban para matarlo. Vivieron seis meses en Corrientes y después se estableció definitivamente en Posadas, ciudad que ama porque le abrió los brazos y le permitió vivir como un próspero comerciante, ya que después de que se fue de Paraguay dejó la labor de dentista y empezó de cero…Para festejar los 100, toda la familia (argentinos y paraguayos) lo agasajaron con un almuerzo inolvidable y feliz para todos. Su gran luzSusana Noguer Garcete de Hassan es su única hija, fruto de su relación con Dulcelina, la mujer de su vida que lo acompañó hasta los setenta años. Por supuesto que don Pablo la adora y la señala como “el motivo por el cual llegué a los cien años: me cuida muy bien, está pendiente de mí, me hace feliz”, dice con orgullo y se pierde en una mirada de profundo amor fraternal con la mujer que le dio dos nietos, de los cuales nacieron cinco bisnietos. Si uno le pregunta al hombre por cada uno de ellos es capaz de describir con enorme lucidez a qué se dedican y el orgullo llena sus palabras, pues para él han puesto en alto a su pequeña gran familia, que “empezó de cero”, cuando tuvieron que exiliarse de Paraguay.




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