POSADAS. La Policía detectó a bandas juveniles integradas en su mayoría por menores que asaltan en la modalidad “piraña” en uno de los principales accesos al populoso barrio A-4, en la zona sur de la capital provincial. Si bien este tipo de atraco callejero no es nuevo para la jerga de los uniformados y mucho menos en el ambiente delictivo, no deja de ser preocupante para la sociedad que en Posadas surjan este tipo de “pandillas”. En base a las numerosas denuncias radicadas en las comisarías, fuentes oficiales confirmaron que es cada vez más frecuente este tipo de robo en la vía pública. En algunos de los casos los investigadores lograron capturar a sospechosos, de muy corta edad, que van desde los 12 a los 16 años, quienes tenían en su poder distintos tipos de drogas. A este flagelo se debe agregar que los menores responden a líderes o cabecillas adultos, quienes con distintos artilugios (como la promesa de “protección” ante otras gavillas existentes en la zona) se aprovechan para obtener una parte o tajada del dinero o de los elementos que sustraen. “Cacería nocturna”Fuentes policiales indicaron que estas bandas de menores asaltantes operan desde la zona comprendida entre la intersección de la ruta nacional 12 y la avenida Cabo de Horno hasta el puente sobre el arroyo El Zaimán, en el principal acceso al citado complejo habitacional. Ese tramo de ingreso tiene varios kilómetros y es donde se produce lo que algunos consideran como una verdadera “cacería nocturna”. Incautos y desprevenidos peatones, ciclistas o motociclistas son interceptados en ese lugar por las gavillas, siempre en horarios comprendidos entre las 21 y las 5 (optan por la noche y la madrugada). Para ello los precoces delincuentes desarrollaron un sistema o modus operandi que consiste en sorprender primero a la víctima entre uno o dos, para luego atacarla entre diez y hasta quince individuos. Lo curioso es que los primeros en acercarse a la “presa” casi siempre son los más chicos del grupo, para no despertar sospechas. Suelen preguntarle a quien eligieron para robar la hora o alguna dirección (para despistar). Cuando la desafortunada persona que cae en manos de estos malandras se percata de lo que está sucediendo ya es demasiado tarde. Se ve rodeada y superada en número por los cómplices de los primeros (quienes suelen ocultarse en los costados de la avenida), siendo intimidado con armas -blancas o de fuego- y despojado de dinero, teléfonos celulares, relojes, cadenitas y hasta prendas de vestir. Se convierte así en una de las tantas víctima de las “pirañas”. “El peaje o la vida”Los informantes policiales agregaron que esta modalidad no surgió en forma espontánea. “Es producto del ‘desgaste’ de otras formas de robar, como el tristemente célebre cobro de ‘peaje’. Antes los denunciantes contaban que los menores los interceptaban en ese tramo de la avenida Cabo de Horno y pedían moneditas o dinero. Sin embargo esto hartó a los habitantes del lugar, en su mayoría trabajadores, quienes circulan en bicicletas o caminando. Ante el fracaso de esta maniobra de ‘apriete’, comenzaron a traspasar los límites y ahora roban como ‘pirañas o lobos’, armados con cuchillos y hasta armas de fuego”. Los portavoces de la fuerza que revelaron estas maniobras delictivas aclararon que la intervención policial es constante, con patrullajes y recorridas para prevenir y en varios operativos capturan a los presuntos asaltantes. “Estos chicos, adolescentes y casi niños son conocidos en la zona, son demorados y posteriormente puestos a disposición de sus familiares por orden judicial. Es inexplicable cómo reinciden pese a que sus padres están al tanto de que integran ‘pandillas’. Hace falta mayor compromiso por parte de los núcleos familiares, algo que lamentablemente no vemos”, comentó uno de los informantes. “Sabemos que estos menores responden a cabecillas adultos, al parecer están amenazados y no revelan sus identidades. Son individuos sin escrúpulos que envían a chicos a robar porque saben que la ley impide que vayan presos. A su vez, los ponen en situación de riesgo extremo, a veces expuestos al consumo de drogas, que posiblemente ellos mismos le proveen a cambio de parte de lo robado a las víctimas. En ese sentido hemos incautado en varias ocasiones no solamente marihuana, también ‘paco’, que es residuo de la cocaína”, confió la misma fuente. Protección mafiosaPara los investigadores es innegable que los adultos que lideran las bandas integradas por menores los mantienen bajo amenazas para que no los delaten. Parte de lo robado es entregado a estos cabecillas, quienes se presume le dan a los chicos en canje drogas, pero residuales, casi mortales al momento de ser consumidas, como el conocido ‘paco’.Otros adolescentes son utilizados como mulas para llevar desde un punto a otro las “entregas” de estupefacientes, aseguraron las fuentes. También les ofrecen cierta “protección” ante otras bandas integradas por adultos. Es sabido que estas “guerras” entre pandillas por cuestiones territoriales ya se cobraron una vida.





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