POSADAS. Una vez más, como ocurre cada 7 de agosto, una multitud proveniente de todos los barrios capitalinos llegó en procesión hasta la parroquia de San Cayetano para ponerse bajo la protección del santo del pan y el trabajo.Emocionados y con una fe sencilla y profunda, ondeando la bandera Papal, la Argentina y la imagen del Patrono, los fieles católicos volvieron a vestir de fiesta el templo situado en el barrio Yacyretá, chacra 103. En la jornada plena de sol -y por tratarse de un día entre semana- cada persona eligió el horario más conveniente para realizar la procesión. En total fueron trece caminatas alrededor de la manzana en distintos horarios y cerraron con la misa de las 22.30 que estaba celebrándose al cierre de esta edición. Entre los testimonios recogidos por PRIMERA EDICIÓN, primaron los sentimientos de gratitud por el trabajo y de agradecimiento por los milagros recibidos, como por ejemplo el caso de Clementina Gleo, quien adjudicó a San Cayetano la sanidad recibida tras un terrible accidente que la obligó a vivir con prótesis en el hombro izquierdo.“Estuve postrada tres años rezándole a San Cayetano, siguiendo la procesión por la radio. Ahora ya puedo venir por mis medios porque tengo salud, trabajo y familia”, sostuvo. Asimismo, muchas fueron las familias que se dieron cita directamente en la sede de la iglesia para esperar las palabras del obispo.Vale decir que la misa central, durante la cual el obispo de la diócesis de Posadas, Rubén Martínez, brindó su homilía, tuvo lugar desde las 16.30 en el patio del complejo de la parroquia, donde también se hallaban diseminados los folklóricos puestitos ambulantes en los que se podían conseguir las estampitas del Santo y artículos afines. Los más de veinte minutos que duró su sermón Martínez los dedicó a hacer hincapié en “honrar al noble y piadoso Santo”, siempre velando por la necesidad de los más pobres para “brindarles la asistencia del la Divina Providencia”.Cuestionó asimismo la “fe sin compromiso” y puntualizó que “el trabajo es primero y el pan viene después. No hay nada más dignificante para la persona que tener un trabajo, bien pago”.En contra del asistencialismo El obispo de Posadas refirió: “Especialmente en Argentina pedimos por el pan y el trabajo, dos cosas tan básicas, tan obvias… y yo diría: trabajo y pan porque en realidad lo bueno es que el pan que comemos cada día sea fruto de nuestro trabajo digno, bien pago. Esta es una clave de la vida. El trabajo es lo que nos edifica, nos dignifica. Y no cualquier trabajo, sino uno digno, porque actualmente hay muchas formas de trabajo que son pan para hoy, sin saber si mañana va a haber. Hay muchísimos trabajos que no terminan de ser dignos y por eso queremos pedir trabajo. No asistencialismo. La caridad debería existir en situaciones extraordinarias, por un incendio o una enfermedad. Pero no acostumbrar a la gente a darle cosas, sino a promover la dignidad de las personas. No hay que dar sólo el pescado, sino la caña de pescar para que la gente se gane el pan de cada día”. “San Cayetano no vivió pensando en sus logros personales, sino que donó su vida. Ahora el contexto no nos ayuda a vivir de la misma manera, por el individualismo reinante”, puntualizó.





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