Posadas. El movimiento nació hace más de cuatro años con un grupo de personas desocupadas que unidas decidieron reclamar al Gobierno un empleo digno. Decididos llevaron adelante varias marchas y hasta se apostaron en la plaza 9 de Julio para exigir una respuesta al reclamo para poder llevar el pan a la mesa de sus hijos. Actualmente el Movimiento de Desocupados Misiones (MDM) y el Movimiento de Revalorización y Participación Comunitaria (MRPC) se unieron en el “Frente Social Esperanza”, que a su vez integra a cooperativas y organizaciones que tienen como único fin trabajar por los más necesitados. El “Frente Social Esperanza” está integrado por cooperativas de San Gerardo, Santa Rita, San Lorenzo, La Nueva Esperanza y organizaciones de San Isidro y San Jorge, entre otros, incluso de Garupá, además cuenta con la participación de vecinos de las zonas más periféricos de la ciudad. La mayoría son jóvenes que no superan los 25 años, también hay muchas mujeres que fueron madres casi adolescentes y quieren luchar para darle a sus hijos un futuro mejor. Hugo Arriola, está al frente de la cooperativa Santa Rita y del MDM, precisó que actualmente mediante convenios que lograron con la Municipalidad y el Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha) unas 250 personas se encuentran trabajando en tareas de barrido y construcción de veredas y cordones cuneta. Actualmente están realizando distintas tareas, hay un grupo de madres y jóvenes que trabajan en barrido y limpieza, otro grupo hace cordones cuneta y empedrado en el barrio San Gerardo, otro grupo está haciendo veredas.“Estos jóvenes son los más castigados por el sistema porque son de los barrios más periféricos de Posadas y de Garupá, lo que principalmente pretendemos es llevar adelante las cooperativas de trabajo y la inclusión de estos jóvenes”, indicó Dani Vargas, integrante del frente. Los referentes del movimiento también hicieron hincapié en que es constante la lucha en contra de las adicciones, la droga y el alcohol que se mete entre los jóvenes, que caen víctimas ante la falta de oportunidades. Una oportunidad“La verdad que gracias a la cooperativa y el frente muchas mujeres, jefas de familia, tienen la oportunidad de tener un trabajo y de llevar el pan a sus casas”, destacó Lorena Vera, quien desde el 2008 comenzó a trabajar con el grupo. “Las mujeres tienen mucha fuerza, son como el motor del movimiento que funciona gracias a los hijos, a quienes incentivan para que sigan luchando para salir adelante”, agregó Lorena. Daniel Vargas recordó que el inicio del movimiento comenzó como vecinos autoconvocados que se unieron y salieron a la calle para pedir trabajo, medida que hace más de un año no se repite porque las instituciones “están cumpliendo” y “a idea no es salir a molestar en la calle, sino trabajar”. Mientras avanzan con los convenios de trabajo, las mismas cooperativas llevan adelante sus proyectos de fábricas: textil y panadería, entre otros, para generar trabajo y capacitación a los integrantes del movimiento que no para de crecer y suma a todas las personas, jóvenes y adultos, que se acercan en busca de contención y alguna salida a la desocupación, a las necesidades. Proyecto cultural César Salinas es el “referente cultural” del movimiento, es del A-4 y avanza con un proyecto para la fabricación de instrumentos de percusión. El hombre destacó que el movimiento se fortalece y que en él muchos jóvenes encuentran una salida, ya que cuando se acercan siempre encuentran alguna respuesta. “Hay muchos jóvenes y grandes que no terminaron el secundario y sería bueno poder terminar de estudiar, además del A-4 hay 35 de la zona más conflictiva que hoy están trabajando”, destacó César, quien anhela que en algún momento cambie la imagen del barrio, reconocido por la violencia y como una “zona roja” que lleva a generar rechazo de otros habitantes de la ciudad. Ariel Giménez (20) es del A-4 y es el orgullo del MRPC, ya que está en segundo año de la carrera de Trabajo Social de la Facultad de Humanidades.El joven reconoce que gracias a la ayuda del grupo puede continuar sus estudios y por ese motivo integra una organización de jóvenes, con el fin de que todos puedan terminar sus estudios secundarios y ayudarle a quienes necesitan trabajar. Ariel subrayó que la violencia y la inseguridad que se registra en el A-4 es producto de la falta de trabajo. “El Gobierno debería implementar fuentes de trabajo, con fútbol u otras actividades no se soluciona el problema, eso no sirve. Todos quieren trabajar, capacitarse, porque sus padres no tienen empleo, viven de changas y así empiezan los problemas”, consideró Ariel. Un gran cambio social“Planeamos un cambio y nos unimos para poder sacarle adelante a los chicos”, comentó Jorge Aguirre, quien lamentó la falta de oportunidades que visualiza en el barrio San Gerardo donde dijo que nunca un funcionario llegó para trabajar en serio por los jóvenes que quieren salir adelante y donde lamentablemente “no ven un futuro”. Los integrantes del MDM destacaron que cada vez más gente se suma y busca una alternativa laboral y por ese motivo lucharán por la apertura de fábricas para lograr empleo genuino. Una esperanza para los jóvenesLos referentes de los barrios San Gerardo y San Jorge, al igual que los demás, no ocultan que en la mayoría de los barrios el problema de las drogas complica aún más la falta de trabajo. Las necesidades abundan en las familias que en general tienen quebrado sus vínculos. Orgulloso, Luis Pereira, comentó la satisfacción que observa en los jóvenes cuando llega la fecha de cobro y pueden percibir sus haberes, producto de su esfuerzo, del trabajo. Además, destacó que los chicos son cumplidores y que entre ellos se contagian las ganas de salir adelante. “Ojalá tuviéramos posibilidades de que todos pudieran trabajar”, anheló.




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