POSADAS. Entre los móviles de cada una de las comisarías y de los tres Comandos Radioeléctricos que funcionan en la capital provincial, suman 25 los patrulleros a disposición de la seguridad pública. El número revela una vez más las limitaciones de la Policía de Misiones para brindar seguridad a los 324.756 habitantes de Posadas.El dato surge de una investigación exclusiva de PRIMERA EDICIÓN en base al testimonio de numerosos integrantes de la fuerza provincial, quienes consideran que, puertas para adentro, todos saben de esa situación y los propios efectivos denotan que el parque automotor es preocupantemente escaso para llevar a cabo el trabajo diario.La alarmante situación desnuda, además, una de las principales razones que afecta la presencia policial en los barrios posadeños, donde muchas veces resulta difícil cruzarse con los guardianes de la seguridad pública.En ese sentido, pese a que en noviembre del año pasado se realizó una publicitada entrega masiva de automóviles para la Policía, la falta de planificación y mantenimiento junto a la burocracia interna desembocan de nuevo en una realidad que se repite todos los años: otra vez, las patrullas no alcanzan.Lejos de lo idealLa situación explotó el pasado martes 17 de julio, cuando este medio publicó que la comisaría seccional Séptima se había quedado sin móvil por cuatro días, dejando desprotegida a una de las jurisdicciones más grandes de la capital.“Muchas veces los oficiales tienen que salir de comisión en sus vehículos. Además, si hay un accidente y se debe secuestrar una moto, hay que traerla andando. Si no arranca, no queda más que traerla caminando hasta la comisaría”, contó una fuente de confianza.Días después de esa publicación, desde la Jefatura se ordenó el “préstamo” de un Chevrolet Corsa del Comando Oeste, que fue a parar a manos de la seccional.Con el correr del tiempo, trascendió que la situación de la Séptima era límite, pero no la peor. Esa calificación le podría haber valido hasta hace horas a la comisaría seccional Sexta, que estuvo sin móvil casi tres meses hasta el último miércoles, cuando la dependencia volvió a “andar sobre ruedas” con el arribo de la patrulla 3-921.Con esa “adquisición”, actualmente las quince comisarías emplazadas en Posadas cuentan cada una con un móvil. Los que saben dicen que, por lo menos, cada seccional debería tener tres móviles.“Si se tiene en cuenta que un automóvil es utilizado por el jefe de cada comisaría, debería haber otro patrullero para las labores administrativas y un tercero, preferentemente una camioneta, para los operativos”, explicó un alto mando con varios años en la fuerza.Claro está, la realidad se aleja demasiado de lo ideal. Y no sólo en cuanto a lo cuantitativo. Si no, basta con observar el estado de la camioneta Toyota con la que trabajan en la comisaría seccional Segunda. En más de una oportunidad, oficiales y suboficiales igualaron el rango empujando para que el móvil arranque de una vez por todas.Préstamos perpetuosMás allá del casi nulo parque automotor de algunas comisarías, es cierto que a la hora de intervenir en algún ilícito las seccionales cuentan con el apoyo de los distintos Comandos Radioeléctricos. Sin embargo, esas unidades operativas terminan sobrecargadas de trabajo y, además de perder móviles por el trajinar diario, también sufren con cada “préstamo” para tapar los baches de las jurisdiccionales.Una voz consultada reveló, por ejemplo, que el Comando Radioeléctrico de la Unidad Regiona I -sobre avenida Uruguay- debía contar en teoría con doce móviles desde la entrega de vehículos de fines del año pasado: uno sería para uso del jefe, otro estaría en la base como “muletto” y los otros diez deberían estar en la calle.Lamentablemente, en este caso la teoría dista demasiado de la práctica. En poco más de siete meses, el Comando de la UR-I se quedó con apenas seis patrulleros, entre “préstamo y préstamo”. Uno fue a parar a la Tercera -que también estuvo sin móvil algunos días tras un accidente sobre la Uruguay-, otro a otra comisaría y varios al Comando Radioeléctrico Oeste que a su vez, como se explicó antes, debió prestar uno de sus vehículos a la Séptima. Se trata de un círculo vicioso en el que los únicos perjudicados somos todos.Autos descartablesComo si el escaso parque automotor no fuera suficiente, la falta de presencia policial en las calles se incrementa aún más ante la ausencia de cualquier tipo de planificación en cuanto al mantenimiento de los vehículos.“Los patrulleros nuevos generalmente están en la calle las 24 horas y requieren de atención especial. Muchos ya pasaron los 10 mil kilómetros y necesitan de un cambio de aceite y filtros, pero eso nunca se va a hacer”, añade una fuente que, como todas, prefiere mantener su identidad en reserva. La voz es concluyente: “No se hace. Cuando lo pedís a Jefatura, te dicen que no se compró o que no vino el aceite, pero la realidad es que no hacen las cosas como se tienen que hacer”.Al respecto, un ex policía retirado que fue consultado por este medio asegura que “les resulta más fácil tener los móviles en la calle y que nadie se queje a realizarles un mantenimiento como corresponde para que duren mucho más. Los consideran ‘autos descartables’”.La experiencia indica que el promedio de vida útil de una patrulla en la fuerza provincial va de entre dos a tres años. Después, por la falta de manutención, los vehículos comienzan a sufrir las consecuencias hasta que quedan inutilizados. Entonces, pasan a retiro junto a otros tantos que, por cuestiones burocráticas, jamás fueron arreglados y quedaron abandonados en el predio del ex Aeroclub posadeño. Total, dentro de cuatro años, el gobernante de turno se encargará otra vez de montar un circo similar al de noviembre pasado.El promedio, puramente estadístico, indica que en Posadas hay un patrullero para resguardar la seguridad cada 13 mil habitantes, siempre y cuando todos permanezcan activos. Los números dicen mucho acerca del real interés que las autoridades gubernamentales tienen sobre la seguridad pública. Ganaron pocos, perdimos todosSobre el mantenimiento de los patrulleros, una anécdota tristemente particular fue relatada por las fuentes a este medio.En constante movimiento por las calles, los patrulleros son proclives a sufrir numero
sos pinchazos en el día a día. Cada dependencia suele contar con una “gomería amiga” que comúnmente parcha el neumático y lo deja listo para volver al patrullaje, con descuento incluído. No obstante, el chofer del móvil se debe hacer cargo del monto restante a pagar.Un principio de solución al respecto se llevó a cabo hasta 2011, cuando la Policía firmó un especie de convenio con una gomería del centro posadeño. El gomero trabajaba con un talonario y después pasaba a cobrar por la Jefatura.¿Por qué la Policía perdió ese vínculo? La fuente contó que patrullas de todas las comisarías acudían a la gomería. Sin embargo, también comenzaron a llegar al lugar altos mandos de la fuerza con sus automóviles particulares. Como el presupuesto alcanzó las nubes por esta última cuestión, finalmente la relación se terminó y los uniformados actualmente deben recurrir de vuelta a su “gomería amiga”.




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