POSADAS. Un nuevo hecho de vandalismo y robo fue perpetrado ayer a la madrugada en una distribuidora ubicada sobre avenida Cabo de Hornos casi Cocomarola de esta capital. El caso fue denunciado a las 5 por el propietario del comercio, quien dio cuenta ante las autoridades policiales que autores ignorados violentaron un puerta trasera del depósito y tras apoderarse de una gran cantidad de mercaderías, valuadas en unos 50 mil pesos, prendieron fuego el lugar. Para tal fin habrían encendido improvisadas “antorchas” que armaron con papel higiénico. Las pérdidas económicas por la acción del fuego se incrementaron, teniendo en cuenta que las llamas destruyeron elementos de limpieza, balanzas, heladeras, sistemas eléctricos, parte de la estructura del edificio, entre otros objetos por un valor estimado en 30 mil pesos. De acuerdo a los damnificados, el dueño sufrió quemaduras en sus manos al intentar apagar el fuego, aunque no serían lesiones de gravedad. Hasta el momento y pese a la intervención de la comisaría Décimoprimera (por jurisdicción), no hay sospechosos detenidos. Se debe destacar que numerosos pobladores se acercaron al lugar del siniestro y colaboraron para extinguir las llamas, ya que de acuerdo a algunos testigos los bomberos tardaron varios minutos en llegar a la escena. Sello mafioso, moneda corrienteFuentes del caso confiaron que desde la Justicia se investiga un presunto “ajuste de cuentas”, ya que es muy llamativo que él o los autores del hecho decidieran causar daños en el comercio antes de darse a la fuga. “Acá hubo un sello mafioso, algo que es moneda corriente en esta zona, donde las denuncias por robos se pagan caro, como ser que te quemen tu casa o negocio. Probablemente quienes denuncian el hecho van a terminar siendo víctimas de los delincuentes. A veces si uno denuncia el robo de un celular termina perdiendo su propiedad a manos de estos vándalos”, confió un informante vinculado a la investigación. Por el momento personal de la Dirección Criminalística y de Bomberos investiga las causas que originaron el siniestro, como así también buscan pistas o datos que permitan capturar a los autores del hecho. Tal como ya se publicó, desde que fue inaugurada la mencionada distribuidora, hace casi nueve años, fue asaltada y apedreada en numerosas ocasiones. La última vez fue el domingo 25 de diciembre del año pasado, cuando le sustrajeron 90 mil pesos. Al día siguiente de la detención de un sospechoso, el comercio fue apedreado en “represalia” por la denuncia que radicó su dueño. En su momento le dijo a PRIMERA EDICIÓN que “temía por su familia”. Drogas, alcohol y patotasLa problemática no es nueva en la zona. Incluso en el complejo habitacional A-4 y tras el reciente homicidio de un jovencito la Justicia ordenó la intervención de Gendarmería Nacional. Droga, alcohol y patotas conforman un lamentable contexto que perjudica a la gran mayoría de los pobladores de esta humilde y popular barriada de la capital posadeña. Algunos vecinos contaron a este Diario que desde la policía les suelen decir que no cuentan con móviles policiales suficientes para patrullar o que no hay combustible. En otras ocasiones, desde las comisarías les contestan los llamados telefónicos diciéndoles que no cuentan con suficiente personal para verificar los hechos denunciados. La impotencia y la bronca de la gente crece, y eso se percibe a simple vista cuando suceden casos de gravedad, donde lamentablemente jóvenes terminan heridos o pagan con su vida cuando se cruzan con estas patotas que asolan la zona sur posadeña. La situación es crítica y desde el Estado los pobladores necesitan una respuesta urgente, sin que se produzca una nueva tragedia para que ello ocurra. “Nos vamos a armar, esto es tierra de nadie”POSADAS. Carlos Balguenet es padre del propietario de la distribuidora que fue robada e incendiada ayer a la madrugada. Se siente indignado y manifestó su impotencia por lo sucedido. Tras el lamentable episodio expresó a este Diario que “esto va a volver a suceder. Yo insto a la población a comprar armas de fuego y defenderse, porque la policía no hace nada. Nos vamos a armar, esto es tierra de nadie. Acá no entra ni el colectivo, porque apedrean las unidades. Ni hablar de la venta de drogas. Hay seis o siete kiosquitos que se dedican a comercializar estupefacientes y todos sabemos quienes son, incluso les cuelgan las zapatillas en los cables de electricidad enfrente de sus locales para que la comunidad sepa quienes son los que venden la droga. Pero nadie hace nada, ni la Policía Federal, ni la Gendarmería, porque a ellos supuestamente les toca intervenir en este tipo de delitos. La línea de colectivos ingresa hasta las avenidas Cabo de Hornos y Cocomarola, dejando a miles de vecinos a unos cinco kilómetros de los complejos habitacionales, todos trabajadores o estudiantes. Niños y mujeres que quedan a expensas de los delincuentes, quienes conforman unas diez patotas, de entre diez a cinco integrantes cada una y que les cobran peaje a quienes se atreven a pasar caminando por las avenidas de noche. Son en su mayoría adolescentes, que entran y salen de las comisarías por su condición de menores. Andan armados con destornilladores, cuchillos y armas de fuego. Mujeres y niños a manos de sabandijas, me pregunto si las autoridades no piensan en eso, ya que parece que ellos si tienen seguridad y duermen tranquilos. Parece que el gobernador vive en una nube porque nunca habla de inseguridad”. Seguidamente Balguenet denunció que anoche (momentos antes de esta entrevista) “fui amenazado nuevamente por desconocidos, quienes vinieron hasta mi vivienda (lindante al comercio de su hijo) y me ‘apretaron’ para que no denuncie. Me dijeron que me van a quemar vivo, porque en este barrio así se vengan de los vecinos que nos animamos a denunciar. Muchos tuvieron que vender sus viviendas y mudarse, por temor a las represalias de los delincuentes. Nos vamos a armar para defendernos y esto va ser como el lejano oeste”, aseguró.




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