DAMASCO (AFP-NA). La misión de observación de la ONU en Siria indicó ayer que el ataque perpetrado el jueves por el ejército sirio en la localidad de Treimsa, calificado por la oposición siria y parte de la comunidad internacional como una “masacre”, “parecía dirigido contra grupos y viviendas específicas, en su mayoría de desertores y militantes”.“Había charcos de sangre y manchas de sangre en las habitaciones de varias viviendas, así como casquillos”, indicó en un comunicado Sausan Ghosheh, portavoz de la misión que inspeccionó Treimsa.“El equipo de la ONU pudo ver una escuela incendiada y viviendas dañadas, con rastros de incendio en cinco de ellas”, agregó, subrayando que “numerosos tipos de armas fueron utilizados, principalmente artillería, morteros y armas ligeras”.Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), más de 150 personas, entre ellas decenas de rebeldes, murieron en bombardeos y combates en Treimsa, pero para la misión de la ONU el balance “sigue siendo incierto”.El régimen, que el viernes explicó que llevó a cabo en Treimsa una operación exitosa contra “terroristas”, parecía en la víspera más que nunca decidido a aplastar los bastiones rebeldes, en particular en la provincia de Deraa (sur), feudo de las protestas que comenzaron hace casi 16 meses.En esta región los helicópteros militares bombardearon Jerbert Ghazale, y luego los tanques y centenares de soldados tomaron la localidad por asalto. Las milicias del régimen allanaron luego e incendiaron las viviendas abandonadas por sus habitantes, según el OSDH y un militante en el lugar.“El ejército ingresó sin que hubiera resistencia ya que los rebeldes del Ejército Sirio Libre (ESL) dejaron la ciudad” antes del asalto, afirmó un militante que se hizo llamar Bayane Ahmad.“El bombardeo dejó decenas de heridos pero no tenemos ayuda médica para curarlos”, agregó.Ayer, en tanto, la violencia dejó 109 muertos, de los cuales 46 civiles, según el OSDH con sede en Gran Bretaña que lleva a cabo sus registros sobre la base de informaciones transmitidas por una red de militantes y testigos en Siria.Reaccionando a la matanza de Treimsa, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, denunció el viernes una “escandalosa escalada” de la violencia y estimó que la incapacidad del Consejo de Seguridad para presionar al presidente Bashar al Asad equivale a otorgarle “una licencia para nuevas masacres”.El bloqueo es total entre las potencias occidentales y Rusia, principal sostén del régimen sirio. Las dos partes se oponen sobre dos proyectos de resolución del Consejo de Seguridad, uno que amenaza a Damasco con sanciones y el otro no.Ban Ki-moon dijo que el Consejo tendría que enviar “un mensaje fuerte a todos de que habrá serias consecuencias” si no se observa el plan de paz del emisario Kofi Annan.Sin embargo, la oposición critica cada vez más a Annan, por considerar que no logra presionar a Asad como debiera. Así, manifestantes instaron el viernes a “retirar a Annan, lacayo de Asad y de Irán”.Por su parte, Teherán reiteró estar dispuesto a “desempeñar su papel” junto a otros países de la región para tratar de entablar un diálogo entre el gobierno y la oposición en Siria.Ban Ki-moon exhortó al ministro de Relaciones Exteriores de China a utilizar su “influencia” para ayudar a presionar al presidente de Siria Bashar al Asad a poner fin al conflicto en ese país, indicó un portavoz.Ban “pidió a China que utilice su influencia para garantizar la aplicación plena e inmediata” del plan de paz de la ONU y la Liga Árabe presentado por el enviado Kofi Annan. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, había dicho el viernes que todo parecía indicar que “el régimen asesinó deliberadamente a civiles inocentes”. Crónica de cómo se vive una guerra sangrientaEl sábado al alba, los altavoces de la mezquita despiertan a los habitantes todavía adormecidos de Atmah, una pequeña ciudad siria cercana a la frontera turca: “¡Un grupo de revolucionarios ha rodeado a las fuerzas del régimen, que todos los que tengan armas vengan a ayudarnos!”.Justo después del llamado, mujeres y niños suben a los techos, con las miradas ansiosas y clavadas en la colina de arena y rocas detrás de la cual se escuchan ráfagas de armas automáticas y explosiones en medio del ronroneo constante de los helicópteros del ejército.Hombres jóvenes, con los fusiles kalachnikov al hombro, se precipitan hacia la zona de la batalla en moto.Durante la noche 25 combatientes del Ejército de Liberación Sirio -uno de los grupos rebeldes que lucha contra el régimen- habían atacado con armas ligeras, por tercera vez en unas semanas, un puesto de control de las tropas del régimen sirio situado a unos kilómetros de Atmah, entre los pueblos kurdos de Diwan y de Talsallour. Pero la operación salió mal: diez rebeldes murieron y quince resultaron heridos, según fuentes médicas y un periodista de la AFP que vio los cuerpos.Según varios de sus compañeros, los kurdos, “armados por el régimen” del presidente sirio Bashar al Asad, eran más numerosos que los combatientes del ESL que lanzaron el ataque.Sin los refuerzos llegados de Atmah como desde otros pueblos sunitas de los alrededores y la ayuda de los kurdos de Diwan para evacuar a los muertos y los heridos por los cohetes de los helicópteros nadie habría regresado, dicen.Al final “todo fue inútil”, suspira un combatiente que tiene un brazo vendado. “Los kurdos se replegaron a Talsallour y abandonaron el puesto de control por los helicópteros…”, dice.Al final de la mañana son centenares los que rinden homenaje a los muertos en el cementerio de Atmah. “Iremos al paraíso por millones”, grita la multitud, “Dios bendiga a los mártires”.





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