BRASIL (Medios Digitales). El preso Ronaldo da Silva se sube en una bicicleta fija y pedalea furiosamente por horas. Aunque no llega muy lejos en la prisión de mediana seguridad donde cumple una condena a cinco años y medio por robar en una panadería, este hombre se siente con cada pedaleo más cerca de su libertad.Silva es parte de un innovador programa del Estado de Minas Gerais por el cual los reclusos reducen sus sentencias si pedalean para generar la electricidad que alumbra varias lámparas de la ciudad por la noche. A fuerza de revoluciones por minuto, cargan las baterías usadas por diez lámparas del malecón que da al río. Pedalean ocho horas diarias y cada tres días de pedaleo se les quita un día a sus condenas.Este es uno de varios proyectos que están siendo implementados en todo Brasil, destinados a aliviar la situación de hacinamiento que se vive en las cárceles superpobladas y ayudar a mejorar la autoestima de los presos, lo que se espera que ayude a que no reincidan en el delito cuando recuperen la libertad. Si bien hay sectores que opinan que se tiene demasiada consideración a los detenidos, estas iniciativas son vistas por sus promotores como formas efectivas de romper el ciclo de violencia predominante en los centros penitenciarios del país. “Nos pasábamos todo el día encerrados en nuestras celdas y veíamos el sol dos horas diarias”, recuerda Silva, un hombre de 38 años. “Ahora estamos al aire libre, generando electricidad para la ciudad y al mismo tiempo haciendo algo para recuperar nuestra libertad”, se entusiasma. “En nuestras celdas, nos sentimos olvidados por la sociedad. Aquí nos sentimos útiles”, agregó.





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